Hace demasiado tiempo que hemos tenido que “encontrar trabajo”, por eso ya es hora de que el trabajo nos encuentre a nosotros.
La mayoría generamos tantos datos usando Facebook, LinkedIn y apps en el smartphone que ya hay software capaz de revisar nuestros gustos, aprobaciones y transacciones, y crear un retrato de nuestra personalidad con pasmosa precisión. Al mismo tiempo, un montón de compañías tecnológicas en el ámbito de recursos humanos están desarrollando la manera de usar los datos para entender, realmente, las peculiaridades de un empleo específico en una compañía específica.
Ahora bien, si los datos pueden entender el empleo y conocer íntimamente a todos los candidatos potenciales para dicho empleo, el software debiera producir una correlación fabulosa, ahorrándonos a todos un poco de sufrimiento. Imagina que un “agente” de software apareciera en la pantalla de tu smartphone ofreciéndote una plaza, como un príncipe con una zapatilla de cristal que sólo tú pudieras calzar. Tal vez hasta pudiera reproducir un “Aleluya” al ofrecerte el trabajo perfecto, asegurando que tú y tu posible patrón vivirán juntos y felices para siempre.
Calma. Estamos llegando poco a poco a ese punto. Para gran parte de la población, la búsqueda de empleo sigue siendo una tarea tediosa. Todavía tendremos que revisar los listados y enviar currículos por un agujero negro o, con suerte, enterarnos de un puesto por algún conocido. Y seguiremos perdiendo incontables horas en entrevistas, respondiendo preguntas descabelladas como: “Si te piden que descargues un 747 lleno de frijolitos de dulce, ¿qué harías?”. En serio, se lo preguntaron a un aspirante en Bose.
(Nota: esta columna no aplica a un minúsculo sector de trabajadores superdotados con una destreza de lo más cotizada. En el mercado laboral, la experiencia en codificación Python equivale a ser el único cantinero en un crucero con tema de borrachos).
En los últimos veinticinco años, la tecnología ha producido cambios significativos en el universo de la búsqueda de empleo. En la década de 1990, los listados de trabajo entraron en línea en sitios como Monster.com, volviéndose globales y accesibles a búsquedas. Llegado el nuevo milenio, LinkedIn irrumpió en escena y se convirtió en el reservorio mundial de currículos y contactos profesionales. Así que ahora, si estás desempleado, puedes averiguar fácilmente dónde trabajan todos tus amigos.
Pero si cada década la rueda da un giro importante, debemos prepararnos para otra revolución en el campo de la búsqueda de empleo. El mes pasado, durante una conferencia sobre recursos humanos llamada Destination Talent, la conversación se centró en dos temas críticos que la tecnología necesita resolver. Uno es reducir el tiempo que transcurre para ocupar un puesto. El otro, encontrar justamente la combinación perfecta de persona y empleo, a fin de que los trabajadores permanezcan más tiempo en el cargo y se sientan más comprometidos. Porque, si bien los listados en línea y LinkedIn han permitido que los empleadores encuentren montones de candidatos potenciales, la gente de recursos humanos preferiría encontrar menos, pero mejores candidatos.
Por el otro lado, los buscadores de empleo desearían hallar trabajos a la medida, con objeto de elevar al máximo las probabilidades de conseguir el contrato y minimizar el tiempo perdido.
Ya existen versiones iniciales de esta premisa. Fundada en 2012, EmployInsight utiliza datos para analizar ciertas características intangibles —como curiosidad, ecuanimidad o automotivación— que encajan en la cultura de una compañía y son altamente valoradas para un trabajo específico en una empresa. A continuación, el sistema ayuda a determinar la personalidad que mejor se adapta a la plaza disponible, en vez de sólo correlacionar el puesto con un conjunto particular de destrezas. Otras organizaciones están evaluando ideas parecidas. Por ejemplo, Aon, aseguradora y gigante de recursos humanos de Gran Bretaña, ha lanzado una app llamada Mood Ring, donde los empleados registran, rápidamente, lo que “sienten” por su trabajo en un momento determinado: otro medio para entender la cultura de la empresa que hace la contratación. También tenemos a Pomello, startup derivada de Y Combinator, que recoge datos de los equipos internos de una compañía, a fin de que el empleador pueda identificar candidatos idóneos para que trabajen con sus equipos.
Hasta ahora, esas tecnologías han requerido que los candidatos realicen pruebas para determinar si hay correspondencias. Pero, como están descubriendo los investigadores y prestadores del servicio, los datos de un perfil de Facebook pueden precisar la personalidad mucho mejor que un asesor humano. Y no hay mucha diferencia entre instrumentar un software como el de EmployInsight y analizar los datos de Facebook para hallar correlaciones de personalidad. Por otra parte, LinkedIn contiene datos profesionales que podrían complementar los faltantes de Facebook, de modo que si un software tipo EmployInsight analizara los dos tipos de información, el software podría encontrar personas con la historia laboral adecuada y las características culturales necesarias para cada empleo disponible.
Un jugador importante, Glassdoor, es una especie de método manual para proporcionar mejores correlaciones en el juego de la búsqueda de empleo. Las verificaciones Glassdoor ayudan a identificar culturas empresariales donde los candidatos encajarían mejor. “Podemos reducir los resultados de ‘mala correlación’ [y] a la larga, contribuir a una mayor productividad y a una economía más sólida”, dijo el CEO Robert Hohman, en entrevista con Fast Company. De hecho, Hohman podría ser uno de los grandes ganadores en este juego.
El software para correlacionar el empleo perfecto con el candidato perfecto podría acabar con la tremenda ineficacia inherente a la búsqueda de trabajo, que tiene grandes efectos en la economía. Según el Departamento del Trabajo de Estados Unidos, el desempleo asciende a 8.3 millones de personas, y la cifra de plazas disponibles es de 4.5 millones. A no dudar, buena parte de esos desempleados no ven los empleos que podrían y deberían ocupar, mientras que muchos empleadores pasan las de Caín para descubrir buenos candidatos.
El costo económico de las personas desempleadas o que salen del paso en un empleo que aborrecen es enorme. Las encuestas demuestran que sólo 30 por ciento de los empleados están completamente comprometidos con su trabajo. Si eleváramos eso a, siquiera, 50 por ciento, la economía se dispararía como en un viaje de metanfetaminas. Resolvamos el problema de la larga espera de poner a la gente en el empleo correcto y todos los demás seremos más felices y más ricos.
A menos, por supuesto, de que los robots se queden con todos los trabajos. Entonces, los robots de recursos humanos utilizarán el software para contratar a más robots y todos los demás nos dedicaremos a lubricar sus servomecanismos.
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek.