Cuando Moscú prohibió las importaciones de alimentos europeos, el año pasado, en respuesta a las sanciones occidentales por sus acciones en Ucrania, los pescadores noruegos de salmón se enfrentaron con un problema. Rusia era el más grande mercado de exportación de la industria pesquera noruega. Pero los noruegos fueron más astutos que el Kremlin y hallaron una manera de escaparse de este anzuelo. A los pocos días, exportaban su pescado más importante, el salmón, a la Bielorrusia sin litoral, la cual tiene una unión aduanera con Rusia. Desde allí se abrió camino a las pescaderías rusas. Entre agosto y septiembre del año pasado, las ventas de pescado noruego a Bielorrusia casi se triplicaron, de 3 millones a 9 millones de dólares.
Pero este agosto el gobierno ruso tapó el hueco que permitía al salmón noruego y otras exquisiteces europeas llegar a las tiendas rusas.
“Ha pasado un año desde que Rusia introdujo su prohibición a la importación, pero ha sido un año excelente para nosotros”, dice Trond Davidsen, subdirector administrativo de la Federación de Comida Marina noruega. “Hay mucha gente interesada en el pescado noruego.”
*Entre enero y julio de este año, las ventas de salmón noruego a Bielorrusia sumaron 24 millones de dólares, en comparación con los 17 millones de dólares durante el mismo periodo el año pasado. Aun cuando la laguna bielorrusa era del todo legal, el Kremlin decretó en agosto que a partir de ahora todo alimento originado en naciones prohibidas será destruido. Ello incluye las entregas confiscadas en la frontera y productos que vinieron de Bielorrusia y llegaron a tiendas y almacenes.
En escenas a veces surrealistas, miles de toneladas de queso y otros alimentos han sido aplastadas y quemadas. La medida ha provocado un escándalo amplio, y ha sido una fuente irresistible de chistes. Un tuit sugiriendo que el escudo de armas del Servicio Federal de Aduanas de Rusia debería ser San Jorge matando una salchicha ha sido retuiteado varios cientos de veces.
Las sanciones han provocado penurias entre los pobres de Rusia a causa de los altos precios de alimentos como frutas, vegetales y productos lácteos. La economía rusa se redujo en 4.6 por ciento en el segundo trimestre de 2015, golpeada por las sanciones y los bajos precios del petróleo. Decenas de miles de rusos han firmado una petición exigiendo que en vez de destruir los alimentos extranjeros en la frontera, las autoridades deberían redistribuirlos entre la gente necesitada. “¿Por qué debemos destruir comida que podría alimentar a veteranos de guerra, pensionados, discapacitados, familias con muchos hijos, víctimas de desastres naturales y otros grupos necesitados?”, dice la petición.
En una tienda elegante de Moscú, las acciones del gobierno parecieron haber rendido frutos en agosto. Todo el salmón disponible era ruso, y el personal reportó no haber visto salmón “bielorruso” por meses. Varios importadores de pescado noruego han quebrado.
Por ahora, los amantes rusos del salmón que no son afectos a la variedad nacional pueden disfrutar de grandes embarques de Chile. Sin embargo, el salmón chileno es considerado como de menor calidad que su par noruego y llega congelado. Incluso si el Kremlin retira la sanción, será difícil hallar salmón noruego. “Si los rusos quieren pescado de nuevo, siento pena por ellos”, dice Davidsen. “No nos queda nada.”
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek.