Agentes
federales manifestaron inquietud por la seguridad pública debido a su disputa
con compañías tecnológicas motivada por la encriptación de los usuarios, que
vuelve ilegibles los datos sin el uso de una clave. Miembros del Comité
Judicial Senatorial escucharon testimonios sobre el tema durante una sesión titulada
Going Dark: Encryption, Technology and the Balance Between Public Safety and
Privacy (Quedar a oscuras: encriptación, tecnología y el equilibrio entre
seguridad pública y privacidad)
“Los ciudadanos
estadounidenses están muy interesados en su privacidad y con justa razón”,
manifestaron Sally Yates, Procuradora General y James Comey, director del FBI,
en una declaración conjunta ante el Comité. No obstante, argumentaron que la
decisión de las empresas de encriptar comunicaciones sin crear accesos –como hicieron
Apple y Google en su reciente medida de encriptar sus dispositivos como
condición estándar- priva a las autoridades de las herramientas de
investigación necesarias.
“No podremos
identificar y detener terroristas que utilicen los medios sociales para
reclutar, planificar y ejecutar ataques en nuestro territorio”, previnieron.
Aunque las conversaciones de ISIS suelen iniciar en plataformas púbicas, como
Twitter, a menudo migran a plataformas encriptadas para proseguir la
comunicación. Agregaron que, incluso con una orden de la corte, las fuerzas de
la ley no podrían penetrar la encriptación y acceder a dichas conversaciones.
Comey subrayó la amenaza que representa “quedar a oscuras” al revelar que más
de 200 estadounidenses habían intentado unirse al grupo terrorista en Irak y
Siria.
Al cuestionarlos
sobre una solución posible, los funcionarios se distanciaron de la idea de
requerir acceso furtivo o “de puerta trasera” (backdoor access) o bien, un punto de entrada integrado que pudieran
utilizar las agencias federales. La controversia en torno de esa práctica puede
explicarse con una metáfora utilizada por los tecnólogos: si existe una clave,
cualquiera podría utilizarla para “abrir la puerta”, desde la compañía que
construyó el dispositivo hasta el gobierno estadounidense, un gobierno
extranjero o incluso, un criminal.
“Los alemanes no
querrán un iPhone con puerta delantera o trasera para el FBI”, acusó
Christopher Soghoian, principal tecnólogo de ACLU, en una entrevista previa con
Newsweek tras la primera alocución de Comey sobre el tema, en la cual solicitó
un acceso parecido. “El hecho de que una corte estadounidense tenga que emitir
una orden, no será gran consuelo… ¿Cómo es posible que el director del FBI
venga con semejante propuesta sin ponerse a pensar que semejante cambio
socavará las ventas de las principales compañías del país?”.
Con todo, Comey
no está convencido de las repercusiones comerciales. “No sé, exactamente, de
dónde viene esa presunta gran demanda”, dijo. “No he conocido gente que me
diga: ‘Oiga, quiero comprar un dispositivo que no pueda abrirse, aunque un juez
diga que tienen que abrirlo’”.
En su
testimonio, los dos funcionarios instaron a las compañías tecnológicas a
proponer, voluntariamente, una solución que satisfaga a todas las partes. Sin
embargo, la inmensa mayoría de los tecnológicos concuerda en que las “puertas
traseras” debilitan la seguridad.
Ambos
funcionarios dejaron claro que la solución legislativa estaba bajo
consideración. “No descartamos una solución legislativa”, informó Yates. Y
Comey agregó: “Tal vez se necesite una legislación para desatar la creatividad
que necesitamos”.