Zhenli Ye Gon vino de Hong Kong a la Ciudad de México en 1994. Tenía treinta y un años, una promesa de boda y ni un centavo. Se instaló en el barrio chino del Centro Histórico, y en 2002 se naturalizó mexicano. El Chino, como se le conocería después, se convirtió en empresario farmacéutico. Tenía una casa en las Lomas de Chapultepec, autos de lujo y gastaba el dinero como si cayera del cielo con sus amantes en México y Estados Unidos. En Las Vegas fue famoso por perder 126 millones de dólares en una noche.
Eso fue poco más de la mitad de lo que le incautaría la policía mexicana en 2007, lo que se considera el decomiso de dinero en efectivo más grande de la lucha contra el narcotráfico: más de dos toneladas de billetes de 100 dólares.
Esa es la historia en la que se adentra el periodista y escritor Sergio González Rodríguez en su novela sin ficción El robo del siglo(edit. Grijalbo). Después Ye Gon alegaría que el dinero se lo dieron a guardar políticos del PAN para la campaña presidencial de Felipe Calderón. “Hemos perdido la capacidad de asombro y la memoria, yo retomo el caso años después —explica el autor en entrevista— y lo único que la gente recuerda es al Chino diciendo que lo amenazaron a la voz de: ‘Copelas o cuello’. Eso y las pacas de dinero, que dan pie a la fantasía humana, que nos hizo pensar —todos lo hicimos— que con un pedacito de eso resolveríamos nuestra vida”.
—¿Qué papel juega la ambición en esta historia?
—Es muy importante cuando tienes una impunidad absoluta, con un índice estadístico superior al 98 por ciento en todos los delitos que se cometen en México. Entonces se convierte en el reino de la codicia. Por eso, la gente desarrolla esa capacidad de antojo por lo ilegal; por eso tenemos chicos delinquiendo desde los doce años, porque la codicia está ahí, porque no hay autoridad, es un país sin ley y nos falta estado de derecho. En el ámbito institucional se vive una esquizofrenia, se dice que México es una democracia y rige el Estado de derecho, pero si vas a la vida cotidiana de cualquier persona te darás cuenta de que no es cierto. Hoy estamos pagando doble tributación, porque el crimen ya te está cobrando impuestos por la seguridad pública; el delito más fuerte en México es el secuestro-extorsión; el cobro de derecho de piso y de paso en todas las comunidades del país es un hecho. Esta esquizofrenia tiene que ser delatada. En parte es el objetivo de mi libro.
—¿Qué redes encontraste que permitieron la existencia de un personaje como este?
—Fundamentalmente la conexión china que tiene un poder muy alto. Por un lado se trata de la geopolítica del gobierno chino; la vinculación con el crimen organizado de aquel país que es de alcance mundial, la mafia china; la corrupción mexicana al más alto nivel y finalmente la vinculación con el narcotráfico en México. Todos esos elementos están siendo vigilados o controlados o manipulados en muchos casos por el gobierno de Estados Unidos, que se opone, pero también guarda zonas de manipulación. Al hablar de esos cinco niveles nos damos cuenta de una realidad globalizada. Seguimos enfrascados en la caricatura de que todo lo que es nota roja o criminal es local y un pleito entre policías y ladrones, cuando es un asunto económico y geopolítico con mucho dinero de por medio del que ni siquiera nos imaginamos. Todos estos efectos o síntomas externos que vemos son, simplemente, la parte mínima de un trasfondo que tenemos que conocer e intuir.
—¿Y cuáles son los entornos?
—Es un problema de las sociedades que crecieron asimétricamente, en todos los sentidos, como la mexicana. En algún momento empieza a unirse parasitariamente a estas malformaciones. Y esta parasitación permite sobrevivencia, permite crear una sociedad de dos niveles. Una sociedad real, en la que vivimos y una sociedad práctica. Esa sociedad práctica implica adscribirse por sobrevivencia al crimen organizado, a la corrupción, al clientelismo electoral. Ese parasitismo es lo que está dañando la posibilidad de cambio, crece de lo individual a lo colectivo. Mientras no rescatemos el principio de comunidad frente a lo individual del que aspira a tener una Hummer y un AK-47, resulta una locura. Creer que hacer justicia por mano es lo más importante del mundo. Ese parasitismo es lo que le da posibilidad de futuro a lo que deberíamos estar combatiendo; cada vez es más generalizado. Los niños crecen creyendo que “no hay más ley que la mía”. Entonces los entornos se van volviendo más corrosivos. Necesitamos políticos y activistas que no sólo lo sean de internet, que se indignan y hacen revoluciones instantáneas en la red, pero en cuanto salen a la calle se les olvida. ¿De qué sirve eso?
—En este contexto ¿qué tiene que ver Zhenli Ye Gon?
—Tiene que ver que es un personaje emblemático del modo en que se pueden realizar negocios ilícitos en México a partir de una vinculación de relaciones públicas y políticas de gran tamaño. Donde el personaje puede estar compartiendo ambientes con figuras del espectáculo o relaciones amistosas con políticos de alto nivel. ¿Por qué se dan este tipo de relaciones? De eso habla esta novela, por eso el caso del Chinoes tan importante, refleja la trama del poder. Ese es el objetivo del libro, cómo funciona el poder, cuáles son sus instancias, cuáles son sus modos, cuáles son los alcances que tiene. El alcance es muy importante porque son negocios de impacto global. El Chino al final hacía negocios de gran impacto global en una cultura globalizada, llegó a México sin dinero, se vinculó con una comunidad muy laboriosa, la china, tuvo un ámbito de protección, y a partir de ahí brinca a grandes ligas. Llega a tener un récord irrisorio, el del hombre que perdió 126 millones de dólares en un casino. Pero, claro, nadie pierde esa suma de dinero en un casino, es un modo de lavar dinero.
¿Por qué las autoridades mexicanas no investigan eso? ¿Por qué no se abre una gran pesquisa sobre las vinculaciones que menciona el Chino en sus declaraciones? ¿Qué grupo político lo coaccionó y por qué? Sus inversionistas, él menciona inversionistas que le daban dinero, él no menciona quiénes son, pero las autoridades deben investigarlo. El Chino es un caso de oscuridad que termina siendo la iluminación de la corrupción integral de México. Una paradoja.