Según un comunicado publicado este miércoles, los apicultores de Estados Unidos perdieron más de 40 por ciento de sus colonias el año pasado. Es el segundo año más grave en términos de pérdidas apícolas desde que se iniciara el estudio, hace nueve años.
No obstante, por
primera vez en la historia, durante ese verano murieron más abejas que en
invierno. Y es que, como regla general, los apicultores pierden más insectos en
los meses de frío, informa Dennis vanEngelsdorp, profesor asistente de entomología en la
Universidad de Maryland y director de proyecto para Bee Informed Partnership, organización
responsable del estudio.
“Eso me
sorprendió muchísimo”, confiesa vanEngelsdorp. “Nunca habría imaginado algo
así. Por supuesto, en invierno las abejas viven de sus reservas de miel y como
es la época más estresante, hay muchas pérdidas. Pero, ¿muertes en verano? El
estío, con todas sus flores, es como un paraíso para las abejas”.
Los científicos
no se explican qué está causando las pérdidas veraniegas, si bien han
aventurado algunas hipótesis.
Una de ellas sugiere
que, actualmente, el medio oeste ofrece menos áreas subdesarrolladas donde los
insectos pueden hallar alimento en el verano, dice vanEngelsdorp. Después de
fertilizar los almendrales de California en primavera, muchos apicultores
comerciales regresan con sus abejas al medio oeste para polinizar las flores y
producir miel, que posteriormente venden. Sin embargo, para entonces hay pocos
campos floridos en barbecho, ya que los agricultores han labrado muchas más
tierras para sembrar maíz y soja, cuyos precios se han incrementado en años
recientes, explica el entomólogo.
En algunos
estados, como Montana, la extensión de tierras de cultivo reservadas para
conservación se ha reducido en 50 por ciento durante los últimos siete años.
Científicos
también han detectado una creciente cantidad de químicos dañinos en las
colmenas. Diversas investigaciones demuestran que los neonicotinoides (una
clase de pesticidas relativamente nueva) son parte del problema, pero a
vanEngelsdorp le preocupan más otras sustancias, como fungicidas y otros
insecticidas.
Por último, el
ácaro varroa -un molesto parásito de las abejas-
complica el problema, sobre todo para los pequeños apicultores, ya que 60 por
ciento de ellos no están tratando sus colmenas infectadas, acusa vanEngelsdorp.
En el estudio
participaron más de 6,100 apicultores que, conjuntamente, gestionaban casi
400,000 colonias, lo que representaba cerca de 15 por ciento del total colmenas
gestionadas en Estados Unidos durante el año pasado.
Los apicultores
respondieron a la pérdida de colmenas dividiendo sus colonias, cada una por la
mitad y a continuación, compraron una abeja reina nueva (de diversas compañías
especializadas en la reproducción de estos insectos) para que las colonias recién
creadas pudieran sostenerse solas. Esos esfuerzos han permitido mantenerestable la cifra total de colonias de abejas melíferas, pero a un alto costo en tiempo y dinero para los apicultores…”
¿Se agravará la
situación de las abejas? “Las pérdidas invernales han pasado de espantosas a
malas”, lo que significa que han mejorado discretamente, comenta vanEngelsdorp.
Pese a ello, las nuevas pérdidas de verano son preocupantes y “necesitamos
entender, bien a bien, qué está ocurriendo”, concluye.