Hay cosas que solo las mujeres sabemos, entendemos y afrontamos. Responsabilidades adquiridas y autoimpuestas que nos transforman, construyen y definen.
Las horas contigo, el largometraje de Catalina Aguilar Mastretta de reciente estreno, presenta las diversas facetas de las mujeres, mismas que van desde la admiración hasta la rivalidad.
La película plantea que las relaciones familiares no terminan con la muerte. Que se van hilvanando en tramas íntimas de culpas y percepciones erróneas que la religión no alcanza a redimir.
Cuando Ema se entera de que está embarazada, se encuentra de visita en la casa de su abuela que convalece. La llega a ver para pasar con ella los últimos días de su vida. La situación la obliga a convivir con su madre, Julieta, una mujer completamente distinta a ella y con la que nunca se ha entendido.
El rol de Julieta -una madre absorta en los deberes laborales y las exigencias del hogar que llega a atestiguar la partida de su progenitora- lo interpreta María Rojo.
En entrevista exclusiva para Newsweek en Español, Rojo reflexiona sobre su personaje:
“Me pasó con mi madre, yo estuve con ella en ese proceso. Recuerdo el poema de Jaime Sabines de yo no le voy a alegar nada cuando se muera. No te puedo decir que no guardamos rencores a nuestros padres, pero la película no tiene ese perdón melodramático de telenovela, sino que es muy honesta, lo que le hizo la mamá (a Julieta) ahí quedó”.
La relación con nuestros padres nos marca de por vida y María apunta que al paso del tiempo, cuando uno envejece, no encuentra ya la razón de añejos resentimientos. “Cuando llegas a cierta edad te preguntas: ‘¿por qué me enojé con mi madre?’ en realidad ella no tenía la culpa, ‘¿cómo fue la vida de ella?’ ”.
Incluso se llega al punto de decidir dejar atrás todo lo que nos ha hecho daño. Es necesario, explica la actriz, ir al fondo de lo que nos ha molestado para superarlo.
“También te das cuenta que en otros aspectos, tu madre te salvó la vida. A estas alturas digo qué bueno que mi mamá nunca me habló de la virginidad, qué bueno que no me dijo ‘cásate con un rico’, qué bueno que me dijo ‘haz lo que quieras de tu vida’, pero hay otros que cuando actúas, le hechas la culpa”.
Cassandra Ciangherotti, quien interpreta a Ema, una hija resentida por la constante ausencia de su madre, observa:
“Pienso que las mamás son más duras con sus hijas mujeres que con sus hijos, y lo he visto en cursos. Nos enseñan a ser fuertes, sí lloramos y somos temperamentales, pero es algo duro. En mi caso mi mamá nunca me decía ‘qué bueno que sacaste 10’, pero era muy linda de otras maneras. Mi personaje está esperando que su mamá le diga algo lindo, pero su madre en realidad es una mujer fuerte, positiva, y lo mismo le está enseñando a la hija con el ejemplo, solo que ella no lo ve así”.
Ema, por tal motivo, ve a su abuela como la mujer que emocionalmente llenó el huéco de su madre. La cuidó y procuró puesto que su madre se la pasaba trabajando todo el tiempo.
Al respecto, Rojo, complementa: “Todas las mujeres trabajan. Mi personaje no se siente perdonada por su hija pero no es personal, así pasa en la vida real. Pero yo tampoco me siento perdonada por mí, creo que pasará mucho tiempo para que nos quitemos los pesos de esto que vamos cargando por la religión principalmente”.
Los hombres también se conmueven
Las actrices coinciden en que el guión les encantó. “En toda mi vida laboral hay solo tres guiones que me han impactado, este fue uno de ellos, es maravilloso”, confiesa la protagonista de Las Poquianchis y Rojo Amanecer.
Pero sería un error suponer que la historia solo es de interés para las mujeres. “Aunque esta película haya sido hecha en su mayoría por mujeres, es curioso que a los hombres los conmueve muchísimo. Los comentarios más hermosos que he recibido de esta cinta han sido de hombres. Es muy universal, la maternidad, la muerte, el puente entre uno y esos temas es muy directo, la película consigue llevarte de manera muy delicada a estos temas”, considera Ciangherotti.
Arcelia Ramírez también forma parte del elenco de la ópera prima de Aguilar Mastretta. Hace el papel de Isabel, una madre soltera que trabaja como enfermera al cuidado de la “abu”.
“Yo de chica quise ser enfermera. Admiro todo este cuidado, generosidad, la entrega a los enfermos, este carácter que deben de tener de sangre fría pero con un gran corazón y al mismo tiempo deben tener gran serenidad para atender los momentos de crisis. Mi personaje tenía ese peso que la ensimismaba, sin embargo engarza muy bien con el personaje de María, que pareciera ser más complejo, egoísta y fría. Sin embargo, ella la ayuda a quitarse esos pesos de encima y ser feliz”.
La historia de Catalina Aguilar Mastretta no es del todo autobiográfica pero si linda en dilucidaciones muy íntimas:
“Lo que es personal es la sensación de cuando la abuela está enferma. Íbamos a Puebla a visitarla como en un período de dos años, esa sensación de duelo, de la rutina, y que deja de ser una tristeza inmediata, y que se convierte en una reunión familiar de satisfacciones y cosas inesperadas. Con base en eso comencé a inventar un conflicto entre la mamá y la hija, hacer parecidas a la abuela y a la nieta. Y ver cómo empiezan a verse en los pies de la otra”.
La escritora, hija de los escritores Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín, señala que este es el tipo de historias que a ella le gusta ver en pantalla aunque no descarta otros géneros; “es una película para mí, pero también para que la gente se vea reflejada”.