Cada año, a causa de la inequidad de género, millones de mujeres, a veces de sectores completamente distintos, se enfrentan a la dificultad de ingresar en el mercado laboral. En un país en el que de por sí el empleo es una preocupación incesante, la realidad para las mujeres es aún más desalentadora.
La discriminación latente relega a las mujeres a empleos mal remunerados, a puestos menores, o se les obliga a aceptar trabajos con condiciones laborales pobres. Claro, esto considerando que siquiera hallen un empleo.
En general, los perfiles de las mujeres que se enfrentan a esto tienen en común ciertas “desventajas”. Los grupos más expuestos suelen ser madres solteras, jefas de familia, viudas o divorciadas, mujeres con poca capacitación profesional o que han sido víctimas de cualquier tipo de violencia.
A pesar de que sabemos de su vulnerabilidad, hacemos poco esfuerzo por preparar a las mujeres para enfrentarse al mundo laboral muchas veces rudo y descortés. Con esto se orilla a las mujeres a sentirse poco requeridas, o solo para ciertas labores.
Y entonces el círculo nunca acaba: las mujeres no saben o no pueden hallar trabajos adecuados, nadie las capacita para exigir sus derechos laborales, y sienten que no pueden exigirlos por sus condiciones. Pero, al mismo tiempo, necesitan trabajar y sostenerse por sí mismas (o a toda una familia), por lo que los empleadores se aprovechan de esta gran necesidad y las mujeres terminan por aceptar trabajos mediocres.
¿Cómo garantizar, entonces, su independencia económica? Es una carrera larga, ardua, y se podría decir que de relevos. Algo que una madre soltera, o una jefa de familia a quien le urge emplearse, no puede lograr sola. Implica el compromiso de muchos actores, la labor y cambios profundos idiosincrásicos, pero también del modus operandi de quienes emplean. Y aunque no podemos esperar que las empresas que contratan cambien de la noche a la mañana, Mónica Narváez descubrió que sí se puede trabajar de cerca con las mujeres que buscan empleo.
Newsweek en Español habla con Narváez sobre una iniciativa que en 2015 cumple seis años de beneficiar a mujeres en la ciudad de México. Dress for Success, o Vístete para Triunfar, como se le conoce en español, comenzó en Estados Unidos en 1996 y desde 2009 Narváez es fundadora y directora de su sede en México.
Dress for Success en su origen trabajaba con una lente algo limitada: transformar la imagen de las mujeres, vestimenta, maquillaje y apariencia para mejorar su autoestima y, de este modo, alentarlas a encontrar empleo y sentirse vestidas para la ocasión.
Su lema podría ser “no te vistas para el empleo que tienes, sino para el que deseas”. Y, en efecto, en muchos países esta premisa sencilla funcionó muy bien (la organización tiene 125 sedes en 15 países distintos), pero poco a poco Mónica se fue percatando de que en México, como seguramente ocurre con otros países de América Latina, no bastaba hacer un cambio de imagen a las mujeres que luchaban por conseguir buen empleo. La transformación debía ser mucho más integral.
El cambio de imagen “es realmente la cereza en el pastel”, dice Mónica, cuya importancia, añade, radica en que las mujeres suelen cometer errores simples que entorpecen su empleamiento: “Por desconocimiento van a una entrevista con una falda muy corta, blusas escotadas o se maquillan demasiado. Son pequeñas cosas, pero ayudan a que quien te entreviste te vea de una u otra forma, y te pueda imaginar siendo parte de su equipo laboral. Las ayudamos a vestirse de acuerdo con su cuerpo, maquillarse y peinarse un poco, pero el objetivo más importante está en el resto de la capacitación.”
La asociación civil trabaja con mujeres de entre 18 y 45 años. La fundadora explica que cualquier mujer, sin importar su condición, puede recibir apoyo: “A veces se piensa que las mujeres vulnerables son solo las que están casi en situación de calle, pero la realidad es que tú puedes ser vulnerable por haber perdido tu empleo y llevar más de un año buscando y ya te encuentras en una situación crítica.”
La capacitación integral comienza con un trabajo psicoemocional para estimular y reafirmar la confianza personal de las mujeres. De acuerdo con Mónica Narváez, se comienza con “un programa de capacitación introductoria en donde trabajamos mucho la autoestima. Todos los aspectos interiores, de sentirse confiada, cómoda y contenta con lo que uno es”, porque “si una mujer no es fuerte en este aspecto emocional, si no tiene confianza y es insegura, definitivamente no puede ‘vender’ sus capacidades y le será muy difícil enfrentar los retos”.
La directora de Vístete Para Triunfar cuenta que una realidad de vital importancia es que nadie, nunca, en ninguna escuela, enseña a la gente a enfrentarse a los currículum vítae, a llenar solicitudes y a presentarse en una entrevista laboral. El mundo escolar está muy lejos aún de la realidad laboral. Nadie nace sabiendo qué decir y cómo portarse en una entrevista, y sin embargo, de ello depende el empleamiento y, por ende, la independencia económica.
Mónica Narváez tiene muy claro que esta pieza del rompecabezas es una de las más útiles para las mujeres; se trabaja en descubrir el potencial y habilidades de cada una, el cómo hacer currículum, cómo buscar empleos de manera eficaz, darse cuenta de los anuncios engañosos, ejercitar la comunicación verbal, exigir sus derechos laborales, etcétera. Esto como primera etapa, y cómo segunda, detalla, “trabajamos con algunas empresas cuyas áreas de recursos humanos nos apoyan entrevistando a las mujeres, hacen un role-play, y entonces las mujeres entrenan en el mundo real todo lo que aprenden y, al final, los empleadores les dicen: ‘Yo no te contrataría por esta y aquella razón’, o ‘sí te contrataría, pero en la entrevista debes enfatizar esto’, y les comentan también sus áreas de oportunidad.
“Esta experiencia me parece muy valiosa porque muchas veces uno se entrevista y nunca te dicen por qué no te contrataron, y por lo mismo cuesta trabajo cambiar tu forma de abordar la situación. En ocasiones son cosas tan simples como que el correo electrónico que pusieron en la solicitud era ‘laconejita28’, por decirte algo, y entonces las van descartando porque encuentran una falta de seriedad. Esto es lo que intentamos trabajar, darles confianza y enseñarles cómo venderse en un mundo laboral tan competitivo.”
Sobre su experiencia, Narváez afirma que su mayor interés es con las jefas de familia: “Cada día son más, y en el momento en el que uno las ayuda a conseguir un buen trabajo y a ser económicamente independientes, también se les brinda la posibilidad de darle un mejor futuro a sus hijos; de poder acceder a seguridad social, de tener mejor educación, etcétera.”
Poco a poco Dress For Success ha empezado a despegar como una organización cuyo fin es indiscutiblemente necesario para un país inequitativo, pero también un país muy inmerso ya en el competitivo mercado global. Este año su objetivo es beneficiar a 3000 mujeres en la zona centro del país, y con ello, difundir el mensaje vivo de la lucha por lograr que las mujeres, motor mexicano, alcancen la independencia económica.