Gran colorido, diversos diseños y texturas son el principal atractivo de las tradicionales muñecas indígenas mexicanas, comúnmente conocidas como muñecas de trapo. Unos pedazos de tela, listón y un poco de pintura, se transforman en obras de arte que son admiradas en México y en el extranjero.
Muchas familias encuentran en la elaboración de las muñecas, además de una fuente de ingreso, el desarrollo de creatividad y la posibilidad de conservar las tradiciones mexicanas.
Athana Loyola es originaria de Tecámac, Estado de México, y tiene poco tiempo dedicándose a la elaboración de muñecas, aproximadamente un año; antes lo hacía solo como un pasatiempo:
“Realmente no he tomado nunca clases de nada, siempre he buscado lo que a uno le sale, yo soy autodidacta totalmente, tanto en costura como en pintura, jamás he tomado clases ni nada, pero le buscamos, y hemos tratado de ir puliendo los detalles.”
En sus muñecos de trapo cobran vida personajes de la cultura mexicana, tales como los pintores Frida Kahlo y Diego Rivera, entre algunos otros; Athana realiza entre 10 y 15 muñecos a la semana, sus precios varían desde los 200 pesos hasta los 750, según el diseño y tamaño.
“Lo que quiero es rescatar, aparte de mi amor por las muñecas, la tradición de la muñeca mexicana hecha de tela, bordada, con botones, para que no se olvide esa tradición. Que salga de los pueblos porque se sigue manejando la muñeca mexicana, pero mucho de forma local, lo que yo quiero es crecer, que la muñeca salga a otros países incluso”, comenta Athana.
Y su deseo se ha vuelto realidad, pues ya comenzó a exportar sus muñecas, aunque en pequeña escala, con el apoyo de amigos y conocidos:
“Tengo muñecas en El Salvador, en Estados Unidos, en Texas, algunas en Alemania y unas en Francia; ahora hay apoyo de gente que vive fuera y que se las ha llevado para darlas a conocer. No ha sido todavía difícil, pero en cuanto empecemos a crecer yo creo que vamos a tener que manejar papeleo y cosas aduanales, ahorita lo hacemos en pequeña escala, pero esperemos que se nos siga facilitando para que invadamos el mundo con la muñeca mexicana.”
Gabriela Juárez vive en Salamanca, Guanajuato, y elabora muñecas en telas de algodón y lana de borrego; se involucró en el arte de hacer muñecas cuando nació su hija mayor:
“Fue por gusto propio, yo empecé a hacer muñecas hace como 20 años, para hacerle muñecas a mi hija mayor, y poco a poco me fui enfocando más en la elaboración de las muñecas, ya después empecé a diseñar mis propios modelos; desde hace cinco años doy clases de elaboración de muñecas en la casa de cultura municipal.”
Gabriela comenta que su producción de muñecas es pequeña porque no cuenta con el apoyo de más personas:
“No es sencillo hacer una producción masiva porque todo es hecho a mano, necesitaría más gente o hacer una cooperativa para ya pensar en vender de forma masiva.”
Hortensia López es del estado de Sinaloa, tiene más de 10 años dedicándose a la elaboración de títeres, y eso la ayudó en el momento en que decidió comenzar a hacer muñecas de trapo:
“Ya tenía muchos años haciendo títeres y no fue difícil comenzar a elaborar muñecas, me ha ido muy bien, tengo ventas por todo el país, yo promociono más mi trabajo por internet y estoy muy contenta.”
Sus más de 120 diseños se basan en los indígenas del estado de Sinaloa, los yoremes:
“Me gusta que sean totalmente distintas, no estoy copiando a nadie y tengo la temática de los indígenas yoremes. Soy egresada de la Escuela de Letras y desde que iba a hacer mi tesis ando correteando a los yoremes, tengo muy estudiado el tema, tengo amigos yoremes, entonces hago muñecos de cada personaje porque son muchos personajes en la etnia, los venados, los pastores, los fiesteros y muchos más.”
Hortensia considera que sus muñecos son obras de arte por el tiempo y trabajo que hay en la elaboración de cada pieza:
“Es un juguete, pero es un juguete artesanal que tiene varias horas metidas en cada uno. En mi caso está hecho a mano, no hay una sola gota de pegamento, todo es con hilo, entonces es mucho trabajo, y yo creo que cuando entregas una pieza de este tipo, lleva mucha carga, no solo es ir a la tienda, comprarlo y ya, hay parte de nosotros ahí.”
Cristina Juárez Ramírez es originaria del municipio de Amealco, Querétaro. Se involucró en la elaboración de muñecas desde muy pequeña, su mamá la enseñó y ahora Cristina le enseña a sus hijas y familiares. Lamentablemente considera que la gente en muchas ocasiones no aprecia estas artesanías:
“Casi no lo aprecian, dicen que está caro, pero no saben la cantidad de material que invertimos y ya está muy caro el material; a veces yo me salgo a vender, y veo si puedo sacar otra vez mi inversión, y hay ocasiones que ni eso logro obtener.”
Cristina elabora alrededor de 50 muñecas a la semana y las vende no solo en el estado de Querétaro, incluso sale a estados vecinos como Guanajuato o el Estado de México a venderlas, pero los gastos del viaje provocan que su ganancia sea menor:
“Uno vende para comer y hay ocasiones que ni eso sacamos, y luego hay que pagar la renta de donde nos quedamos, o de plano nos quedamos en la calle, luego nos cobran permiso para vender y en todo eso se me va la ganancia, pero de todos modos le echamos ganas.”
Sin cumplir la denominación de origen
El delegado en Querétaro de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), Aurelio Sigala, dice que después del Primer Encuentro Nacional de Muñecas Artesanales, realizado en el municipio de Amealco el año pasado, surgió la inquietud de obtener la denominación de origen para la muñeca de trapo otomí; sin embargo, hoy ve con tristeza que eso no será posible:
“Vimos que la denominación de origen para la muñeca sería muy complicada porque la tela con la que se fabrica puede ser producida en cualquier lugar, y en cualquier lugar podría hacerse, de hecho el Instituto Nacional de Protección de los Derechos, de protección intelectual, nos sugirió que para el caso de la muñeca no aplicaría lo que se le llama denominación de origen, ya que se aplica más a productos de carácter agrícola, a productos perecederos, etcétera, que puedan producirse en una sola región determinada y no en otra, y la muñeca es una artesanía que puede fabricarse en cualquier lugar del país.”
El municipio de Amealco es donde su ubica la mayor población indígena del estado de Querétaro. Santiago Mexquitilán y San Ildefonso es donde están las comunidades otomíes (ñhañhu) con mayor peso numérico e histórico; además, destaca también la región otomí chichimeca del semidesierto de Querétaro, que comprende los municipios de Tolimán, Cadereyta, Ezequiel Montes, Colón y Peñamiller; y en menor cantidad se encuentra la población pame de la Sierra Gorda, que se localiza en el municipio de Jalpan.
Según el delegado de la CDI, tan solo en el municipio de Amealco se tienen registradas cerca de 3000 personas que se dedican a la elaboración de la muñeca otomí.
“La muñeca otomí en Amealco la fabrican mujeres, hombres, jóvenes, niños, familias completas; tenemos registro de que son cerca de 3000 personas que se dedican a la producción de muñecas en diversos talleres, ya sea en grupos amplios de 12, 20 o más personas, o grupos pequeños como familias.”
A la fecha, cinco grupos de artesanos indígenas, a través de diversos programas y convenios, trabajan en la creación de marcas para sus muñecas:
“Eso implica establecer también un sistema de calidad en sus artesanías, sobre todo una estandarización con los grupos, eso seguramente será de gran beneficio para esos artesanos, e incluso la venta de sus productos se verá beneficiada.”
Aurelio Sigala, delegado de la CDI, considera que la elaboración de las muñecas de trapo aporta mucho a la conservación de las tradiciones de México y no que solo se trata de una fuente de ingreso para miles de familias:
“La fabricación de muñecas representa, por supuesto, una posibilidad e ingreso para las familias, una buena parte de los proyectos productivos que nos solicitan en la zona indígena de Amealco tiene que ver con la elaboración de la muñeca, nosotros hemos observado un incremento en las familias que se dedican a producir la muñeca, y eso abona a que la tradición y artesanía mexicana, en este caso la del estado de Querétaro, no muera, no se extinga.”
Es así como las muñecas de trapo artesanales siguen presentes en pleno siglo XXI; en medio de la vorágine tecnológica, unos pedazos de tela siguen cobrando vida para regocijo de las tradiciones.