¿Cuál será el impacto económico y social de las reformas de dominios en nuestro mundo cercano?
Pertenezco a una generación en donde internet se convirtió en un factor clave cuando entré a la década de los 20 años. Recuerdo que pocos empleados, en mi primer trabajo de oficina, tenían acceso a la red. Internet solo era para privilegiados y para cargos altos. Ni hablar de Google, existían pocos motores de búsqueda por ese entonces.
Por ahí de boca en boca los amigos mejor informados recomendaban ahorrar tiempo para buscar en la red y entrar a uno de los primeros motores de búsqueda, que se llamaba AltaVista. Parecía maravilloso y como una profecía el utilizar un buscador en internet, era como un oráculo y muchos de nosotros le preguntábamos hasta por nuestro proyecto de vida personal. Era parte de nuestra generación.
Los que nacimos en la década de 1970 parece que siempre estamos en una eterna búsqueda. Como Google, que surgió oficialmente el 4 de septiembre de 1998. Creado por dos, ahora cuarentones, visionarios recién salidos de la Universidad de Stanford, Larry Page y Sergéi Brin. Ellos no solo calmaron el diluvio de preguntas que teníamos los entonces jóvenes integrantes de la llamada Generación X, también nos convirtieron en animales filtradores de información. Como en una selección artificial nos programaron para seleccionar nuestro contenido —información útil— cuando queríamos y en dónde queríamos. Así llegó nuestro guía Google, que hacía las funciones de gurú, mentor o consejero. Quién diría que este buscador 15 años después sería la frontal competencia del Bill Gates y su marca Microsoft. Más que Oracle o Apple, Google actualmente es el enemigo comercial más potente del imperio que creó Bill Gates.
Conocí a algunos compañeros de trabajo a quienes despidieron vía correo electrónico desde el departamento de recursos humanos. Este nuevo medio era suficiente evidencia para culpar o inculpar judicialmente. Después del año 2000, internet sumó fuerza y muchos millones de dólares. Creó millonarios y hombres en bancarrota al mismo tiempo, por su inestabilidad económica. La pornografía inundó los mares de la red y no solo había mucha, también era gratuita. Destapó así la sexualidad de las nuevas generaciones como cuando un dique viejo pierde su función frente a una nueva corriente. Mi generación tenía un escaso acceso a la educación sexual y la pornografía. Nos llegaba por contrabando de amigos o familiares cercanos y teníamos que pagarla muy caro.
La red tomó su lugar histórico. El nuevo medio sirve para iluminarnos y, al mismo tiempo, nos confunde por la saturación informativa. Hoy la gente de a pie compra en línea, administra sus recursos, espía a otros, genera su propio contenido, se expresa, opina, genera complots y movimientos, juega y vive en línea. Y pensar que todo comenzó por teclear www. y descubrir un mundo aparente. Como ya nos advirtió Giovanni Sartori, “el homo sapiens duró poco, muy poco, y el mundo está tendiendo a deshacerse cada vez más para volver al hombre presapiens”. Si seguimos en esta inercia regresaremos al tribalismo, como señala Giovanni.
Llegó internet 3.0
¿Cómo es internet 3.0? Interactivo, dialógico y no solo se limita a la búsqueda o servicios. La forma más lógica de definirlo es como un río de contenido de ida de vuelta.
Hace poco me enteré de ciertas reformas que agilizan el mundo de internet como lo conocemos y son un refuerzo de la llegada de la era 3.0. Impulsarán drásticamente el uso de la mercadotecnia en línea y de la vida digital. Parecen cambios inofensivos, pero no lo son. Revolucionarán el flujo informativo y del dinero digital. Hay muchos intereses económicos y políticos implicados en esta nueva visión y estructura.
La Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN, por sus siglas en inglés, icann.org) en 2012 cambió al mundo; casi sin darnos cuenta. Esta agrupación, sin aparentes fines de lucro, es algo así como la Organización de las Naciones Unidas del mundo digital. Un grupo de sus consejeros define y otorga permisos para el uso de los dominios y reglas en la red. Esta asociación mundial se creó el 18 de septiembre de 1998 y su casa matriz está en California. Actualmente rige y legisla los usos y políticas de internet en el mundo.
En el pasado, y antes de 2012, solo era permitido por la ICANN el uso de algunas terminaciones para sembrar los dominios y nombres de marcas y organizaciones en línea. Muchos conocemos las terminaciones .com para sitios comerciales; .net para lo referente a internet y su infraestructura; .org para organizaciones; .mx, .es, .col para definir sitios de países; y .gob o .gov para las direcciones de organismos de gobierno. Un grupo muy pequeño de dominios o direcciones agrupaban a millones de usuarios de portales que nacen todos los días. El resultado, hasta hace poco, era caótico, porque la regulación de los usuarios era muy genérica, poco controlada y muy poco interactiva, pues la dirección no decía nada o daba poca información sobre el contenido de cada página.
Las cosas han cambiado. A partir de febrero de 2014 la ICANN ha permitido y ha convocado a concurso para liberar nuevos dominios o terminaciones de direcciones en la red. Un nuevo negocio creciente y muy sencillo. Se concursa ante la ICANN y mediante una licitación se gana el derecho a ciertas terminaciones y luego se comercializan en el mundo. Se liberan y otorgan 20 nombres por semana. Terminaciones que identifican mucho el negocio de quien las compra, ahora con solo leer la dirección de cada portal sabremos a qué se dedica. Existen ya terminaciones como .sexy, .vegas, .abogado, .berlin, .latino, .credit y .marketing. Nombres que construyen la identidad digital de los que los usan. Hasta hoy, y desde febrero de 2014, se han liberado y comprado más de dos millones de nuevas terminaciones, y si hacemos una simple operación matemática y consideramos que en promedio cada dominio tiene un costo anual de 30 dólares, estas reformas han generado operaciones por más de 60 millones de dólares. ¿Cambios inofensivos? De ninguna manera, estos cambios implican mucho dinero, nuevas estrategias de comunicación e intereses.
América Latina ya entró a este juego comercial de la mano de un emprendedor mexicano. Aarón Grego, director de .2012, empresa mexicana de servicios digitales, se enteró a tiempo de estas reformas, reunió a un grupo de inversionistas y ganó el derecho de comercializar las terminaciones a nivel mundial de .bar y .rest, dominios relacionados al mundo de la gastronomía, alimentos y bebidas.
Lo busqué y encontré por teléfono. Me cuenta muy emocionado y con voz cálida y grave que “hay tanto trámite y muchas barreras que superar de la ICANN que para ganar los derechos de .bar tuvimos que viajar a la ciudad de Bar, del reciente país de Montenegro, a obtener su permiso para usar la terminación y convertirlos en nuestros socios comerciales”. Así, a partir de hoy todo ser humano que compre un dominio en cualquier parte del mundo con terminación .bar generará ingresos comerciales a una empresa mexicana de servicios digitales y a un pequeño pueblo de Montenegro que ahora son socios, gracias a internet 3.0.
Así apunta el nuevo plan de vuelo en la red mundial. Desde el nombre de un portal en internet se definirá la identidad digital. Muy pronto nos reiremos de las antiguas terminaciones demasiado generalizadas, poco informativas, arcaicas e inservibles. Quizá mañana seremos en la red .loquequeramos y los avances se volverán interminables. ¿Habrá tanta interactividad en la era 3.0 que regresaremos al origen? ¿Nos perderemos entre tantos dominios y mensajes? ¿Regresaremos al llamado de la tribu? Si es así, tal vez ya sea demasiado tarde.
Paco Santamaría es director fundador de InTrend, the next marketing intrendnext.com o intrend.sexy
@pacosantamaria