Darles poder a las mujeres puede ser la clave para terminar con los problemas en Oriente Medio.
Los musulmanes extremistas del Estado Islámico actúan como si tuvieran pavor a las mujeres, y no solamente ellos, también Boko Haram en Nigeria y los saudíes. Todos ellos mantienen a sus mujeres cubiertas de los pies a la cabeza, encerradas en casa, sin privilegios ni derechos, sirviendo solamente a las necesidades del hombre y de los hijos.
El portal The Daily Beast lanzó una lista en la que enumera a los mejores y peores países para vivir como mujer. No es de sorprenderse que los últimos lugares —de un total de 165— los ocupen países como Afganistán (164), Yemen (163), Sudán (156), Nigeria (153), Arabia Saudí (147), Siria (130) y Chad (165). La relación que existe entre la represión de los derechos humanos de las mujeres y la inestabilidad del mundo moderno —sobre todo en Oriente Medio y África— es muy clara:
En Afganistán las mujeres son obligadas a contraer matrimonio con quienes sus padres crean conveniente. En Yemen el matrimonio infantil es de lo más común. En Sudán se practica la circuncisión femenina al 80 por ciento de las mujeres porque no son merecedoras de placeres. En Nigeria las niñas son secuestradas por grupos extremistas que quedan impunes. En Arabia Saudí las mujeres no pueden conducir un automóvil o jugar en un columpio, por ejemplo. En Siria las mujeres son vendidas como esclavas por los grupos extremistas. Y en Chad las mujeres son violadas hasta en los campos de refugiados.
Las mujeres constituimos la mitad del potencial de crecimiento de un país: somos la mitad del talento, del intelecto y del trabajo. Los que se encuentran en la lista anterior son países en los que las mujeres son tratadas de formas inhumanas, y eso es gran parte de la razón por la que están en los niveles más bajos hablando de economía, de orden político y de orden social.
Son países que han llevado sus tradiciones culturales y religiosas a un extremismo tal que sus creencias se han vuelto aberrantes e indefendibles. Lo peor de todo: ellos se justifican. Lo más terrorífico de esta situación es que ellos creen que están haciendo lo correcto y así lo hacen en el nombre de Alá.
¿Cuáles son sus razones para secuestrar niñas? ¿Para encerrar a sus mujeres? ¿Para cubrirlas de los pies a la cabeza? Para todos estos grupos las mujeres representan una sola cosa: la tentación. Y caer en la tentación los llevaría a cometer el peor de los pecados: el adulterio. Esos hombres que decapitan a centenares y que matan de hambre a miles, son tan débiles de carne que no pueden contenerse ante el caminar de una mujer en pantalones, y ni hablemos de una falda o vestido. Esa mujer sería violada en seguida, y sería su culpa: por tentadora.
Historias hay miles. Pero los líderes de estos grupos no pueden esperar que las creamos todas: el día que le dispararon a Malala —la niña de 17 años que acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz por su lucha a favor de la educación de las niñas—, el portavoz del talibán defendió el acto porque, según él, Malala era una amenaza para el islam. ¿Por qué? ¿Por qué le gustaba leer? No. Malala era una amenaza porque era mujer y porque si la mujer se educara querría gobernar, y si una mujer gobernara nunca permitiría que las demás fuera tratadas como una propiedad sin derechos y con cientos de obligaciones.
No es coincidencia que la mayoría de los países que se encuentran en esa lista sean musulmanes. Aun existiendo modelos a seguir, como Abu Dhabi y Turquía: dos países que han pasado los últimos años otorgando a las mujeres muchos de los derechos que les habían quitado, dos países que han crecido increíblemente en cuanto a economía. Por alguna razón estos países no son suficiente para que los otros los sigan.
En Kurdistán, la Peshmerga Kurda (la armada kurda) esta conformada por un tercio de mujeres, y ellas están al frente de la lucha en contra de Estado Islámico, son mujeres que durante muchos años han vivido reprimidas y que ahora pueden y quieren luchar por las demás.
No sé si la pregunta obligada es: ¿cuánto tiempo más aguantarán esas mujeres? O: ¿qué pasa por la cabeza de los líderes de esos países? Es increíble que los gobernantes tengan la fuerza para retener a la mitad de su población. Es increíble que consideren que crecerán cuando la mitad de su potencial se encuentra encerrada en sus casas sin poder estudiar, sin aprender y sin crear. Con todo lo que las mujeres —al igual que los hombres— podemos hacer cuando existe la libertad.
La educación de las mujeres ha sido peleada por muchos años en muchos países, y en todos en los que ha ganado ha habido un crecimiento enorme. Esos países son el ejemplo de que las mujeres necesitamos tener la misma presencia política y social que los hombres, pero esto es imposible en lugares en los que reina una ideología tan misógina como la de los grupos yihadistas.
El mundo podrá lanzar bombas y granadas en contra de los integrantes de Estado Islámico y de todos los demás grupos extremistas armados que se encuentran aterrorizando a la sociedad mundial. Podremos destruirlos uno por uno o decapitarlos como ellos lo han hecho. Pero no servirá de nada.
Nada destruirá a estos hombres, nada frenará este terror, nada más que la destrucción de esas creencias extremistas. Solamente un cambio de conciencia puede salvar al mundo de su autodestrucción, porque los líderes y miembros de Estado Islámico podrán ser asesinados, pero no valdrá para nada hasta que no sea asesinada su ideología.
Los extremistas viven aterrados por mujeres “rebeldes”, como Malala, porque saben que son ellas quienes pueden terminar con su ideología medieval. Debemos de poner atención a la importancia que le damos al tema de la discriminación de las mujeres, porque no es un tema de derechos humanos, es un tema de política y seguridad mundial. Es un tema de guerra.
@CCamsanchezb