La MLB quiere adueñarse de la era digital del modo en que la NFL se adueñó de la era de la TV.
Hace 75 años, el 26 de agosto de 1939, una estación experimental de TV en Nueva York transmitió por primera vez un partido de béisbol profesional. Los Dodgers de Brooklyn, jugando en el Campo Ebbets, dividieron una doble cartelera con los Rojos de Cincinnati. En las gradas, 33,000 personas vitoreaban. Unos insignificantes 3,000 ñoños de la TV temprana lo vieron en casa, mirando las pantallas del ancho de un tostador.
Esa transmisión de 1939 apenas fue un indicio de cómo la tecnología de la televisión cambiaría la esencia de la relación entre los deportes y la sociedad. Pero ahora ese tipo de cambio histórico está sucediendo de nuevo, esta vez con la explosión de la tecnología de datos en los deportes. En los años por venir, los datos reajustarán el poder y la popularidad de deportes diferentes.
Tal vez los datos salvarán al béisbol. La principal tarea del comisionado entrante de las Ligas Mayores de béisbol (MLB, por sus siglas en inglés), Rob Manfred, será tratar de lograr que un deporte somnífero que dura tres horas por juego sea relevante para la generación del Snapchat. Esta temporada la liga comenzó a instalar toda una falange de dispositivos y sistemas que recopilarán y analizarán datos de cada pizca de acción en todo juego, apostando claramente a que los datos le añadirán una dimensión al estilo de La dimensión desconocida al béisbol que nadie puede ver todavía. Claudio Silva, el científico contratado por la MLB para ayudar a darle sentido a los datos, está escribiendo un ensayo académico intitulado “Baseball 4D”.
Otras ligas deportivas profesionales súbitamente se han vuelto locas por los datos. La Liga Nacional de Fútbol (NFL, por sus siglas en inglés) acaba de anunciar sus planes de colocar sensores registradores de radio en las hombreras de todo jugador. (Tal vez la NFL tomó prestada la tecnología de los muñecos para pruebas de choques conectados para medir cuán duro golpean el parabrisas.) La temporada pasada la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA, por sus siglas en inglés) instaló tecnología que puede registrar millones de puntos de datos en cada juego: los movimientos de todos los jugadores y doquiera que iba el balón.
Los entrenadores, ejecutivos y analistas deportivos concuerdan en que estos sistemas darán nuevas perspectivas para los fans y las gerencias. Pero nadie puede predecir todavía la tendencia macro que se montará al surgimiento de una nueva tecnología para transmitir los deportes. Pero algo es seguro, habrá una. Siempre la hay.
Los periódicos de consumo masivo surgieron hacia finales del siglo XIX conforme los inmigrantes inflaron la población de EE UU y los ingenieros inventaron imprentas de alta velocidad. Los primeros redactores deportivos escribían principalmente sobre box, béisbol y el fútbol americano colegial. Los periódicos convirtieron a los deportes en eventos menos aislados que eran experimentados sólo por quienes estaban allí. Los fans podían leer sobre un juego después del hecho. Al expandirse la base de fans, el periodismo hizo posible que los deportes sostuvieran ligas profesionales.
En la década de 1920, las transmisiones por radio permitieron que la gente oyera un juego en tiempo real. La emoción de un juego podía sentirse mientras éste sucedía, en toda sala de estar. La radio, los Yanquis de Nueva York de Babe Ruth y la economía a toda marcha de los Alocados Veintes convirtieron al béisbol en el pasatiempo de EE UU, el primer deporte profesional ampliamente popular.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las televisiones entraron en las casas de EE UU. En 1950, 9 por ciento de los hogares de EE UU tenían una TV. Sólo 12 años después, era el 90 por ciento. Casi todos podían ver ahora un juego en tiempo real, un cambio fenomenal en la relación entre los fans y los deportes. En 1950, la NFL era un aliga de pelagatos. No le iba bien en la prensa o la radio. Pero la hizo en grande en TV. La tecnología visual creó una nueva potencia en el deporte profesional, y la NFL es ahora el deporte dominante en la era de la TV.
Como pasó con la TV en la década de 1950, ahora estamos en el centro de una explosión tecnológica. La computación en nube en dispositivos pequeños está llevando los grandes datos a todo fan de todo deporte. Para finales de este año, alrededor de 1,700 millones de personas alrededor del mundo poseerán un teléfono inteligente, por encima de casi cero hace una década. Todas esas aplicaciones para teléfonos inteligentes aprovechan las redes inalámbricas para acceder a almacenes enormes de información y poder masivo de computación en centros de datos gigantescos. La nube pone a los grandes datos en nuestros bolsillos.
La imprenta nos permite leer sobre un evento deportivo pasado. La radio nos permite oírlo en vivo. La TV nos permite verlo. ¿Y los datos? Nos permitirán entender un deporte. Seremos capaces de ver y manipular sus entrañas. Será la diferencia entre ver una casa desde la acera y vivir en ella.
Para hacerme una idea de lo que eso significa, visité a Silva, quien hace su trabajo de datos para la MLB en su oficina de la Universidad de Nueva York. El béisbol ahora tiene múltiples flujos de datos con los cuales trabajar: PITCHf/x registra la velocidad, el efecto y la ubicación de toda picheada; el radar rastrea la bola en el campo; las cámaras de captura de movimiento trazan el movimiento de los jugadores. La meta, dice Silva, es tener tanta información que un juego pueda ser recreado completamente usando los datos.
El béisbol existiría en una forma del todo digital, la cual podría ser manipulada por los fans para tal vez crear juegos nuevos. Uno podría ser capaz de acceder a un juego de béisbol previo y crear un nuevo juego al hacerse cargo de las picheadas que se piden: curva, strike, cambio de velocidad. Luego ver en tiempo real cómo una versión realística del juego se desarrolla mientras usted juega. O tal vez podría hacer eso a través de Google Glass mientras está en un juego en vivo: pida una picheada diferente y vea lo que pudo haber sucedido con la juga en vivo que acaba de presenciar.
“Es una visión diferente del juego, una visión de realidad aumentada”, dice Silva. Él enfatiza que todo esto todavía es un experimento, y que el público y otros genios de la computación harán nuevas versiones del béisbol con los datos. “Seremos capaces de escudriñar estos datos y hallar capas y capas de características que nunca antes pudimos ver”, dice él.
Esto podría ser el repunte del béisbol. Los datos podrían hacer intelectualmente excitante al juego, así como más gente está empezando a considerar al fútbol americano como un espectáculo brutal de TV. Si se juega bien, una MLB mejorada por los datos podría hacer que el fútbol americano parezca un deporte bidimensional en una pantalla plana en la época de los deportes 4-D.
O tal vez los datos alcen un deporte nuevo, de la manera que la TV acompañó a la NFL. Hay deportes que en gran medida desafían la cobertura televisiva: las carreras ciclistas, por mencionar uno, o incluso el hockey, con su puck diminuto y velocidad donde si parpadeas, te lo perdiste. Espere que una cantidad intensa de datos cree un nuevo tipo de emoción deportiva —menos visceral, más analítica— que traduzca un evento no televisivo en un evento perfecto para el teléfono inteligente. Esto podría convertir a la Tour de Francia en una obsesión mundial, y convertir a las carreras ciclistas en algo tan adictivo como Candy Crush.
Todo esto es todavía más que desconocido. Lo que queda claro es que hemos llegado a una nueva línea divisoria en los deportes. Los periódicos, la radio, la TV, los datos. Ahora estamos en una nueva era que está esperando a que algún deporte la reclame. La MLB se acerca al plato. Ya veremos si abanica o la saca fuera del parque.
@kmaney