Uno de los retos más importantes en materia de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto es el de llevar la paz y tranquilidad social al estado de Michoacán.
Y, al parecer, los objetivos no se están cumpliendo y se asoma aún la expresión urdida en su momento por su antecesor, Felipe Calderón Hinojosa, quien dijo que la guerra contra la delincuencia organizada costaría “muchas vidas y muchos años”.
Por eso los integrantes del gobierno federal, especialmente los del gabinete de seguridad, integrado por el Ejército, las Fuerzas Armadas, la Marina y cuerpos de inteligencia civil y militar, no deben dejar al margen la advertencia de Felipe Calderón en virtud de que la administración peñista ya contabiliza 15 meses en Palacio de Gobierno de los 72 que le confiere la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Es decir: se está cumpliendo el presagio de “muchas vidas y muchos años” que acuñó el exmandatario mexicano sin que se avizoren resultados concretos a favor de ciudadanos, y menos tranquilizan —los pírricos logros— a los michoacanos.
Las actitudes que empieza a mostrar el comisionado Para el Desarrollo Integral de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, seguramente no son las acertadas en virtud de que enseña el viejo estilo ya probado por su paso en la Procuraduría de Justicia del Estado de México, en donde se dio a conocer con el caso de aquella niña que tras varios días de haber desaparecido fue encontrada muerta frente a la cabecera de su cama, en cuya estancia ya había pasado gente involucrada en la investigación.
Incluso ingresaron al lugar periodistas que efectuaron su trabajo mediante entrevistas con la mamá de la niña Paulette Gebara en esa recámara, pero el enigma se resolvió tras una falla de energía eléctrica en los departamentos —escenario del caso en el municipio mexiquense de Huixquilucan—, lo que llevó al hallazgo de la niña, encontrada muerta.
La verdad impactó, por sus características especiales, dicho caso, protagonizado por Alfredo Castillo Cervantes, hoy comisionado para la paz en Michoacán, en su calidad de subprocurador de justicia del Estado de México, y luego titular del ministerio público tras la caída de su jefe, Alberto Baz Baz, producto precisamente del caso de la niña Paulette.
Y no fue —en su paso por la mencionada procuraduría— el único evento impregnado con un tufillo de inventar y montar escenarios ficticios, fueron otros casos que se armaron en su momento, incluso en perjuicio de inocentes que fueron exhibidos ante los medios de comunicación al considerarse peligrosos delincuentes —algunos sin serlos— en cobertura nacional, época en que ya laboraba en esa dependencia Alfredo Castillo Cervantes.
Luego entonces la misión que se ha encomendado a Alfredo Castillo Cervantes en Michoacán debe evaluarse con más realismo, atendiendo a lo que afirma el hoy excoordinador de las autodefensas, José Manuel Mireles, investigado por presuntos asesinatos de cinco personas, afirma Castillo, y que se le ve en fotografías levantando una cabeza de su presunta víctima como signo de triunfo, y quien de manera pública —José Manuel Mireles— afirma que el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, está siendo engañado de lo que verdaderamente pasa en la región purépecha.
Incluso Mireles está decidido a hablar “cara a cara” con el mandatario del país, y de esa manera narrarle lo que está sucediendo en Michoacán respecto al tema de las autodefensas.
Y está en lo cierto Mireles cuando afirma que fue el primero quien dio la cara para que el país conociera lo que se había gestado en Michoacán, cuyas autoridades eran controladas por grupos de delincuentes, permitiendo lo que analistas de corte mundial denominan “gobiernos tras la sombra”, denuncias de los hoy autodefensas, que pocos funcionarios federales, estatales y municipales quisieron escuchar y atender, posiblemente por haber estado involucrados y comprometidos con los grupos delictivos.
La Familia Michoacana, Los Zetas y hoy Los Templarios fueron miniejércitos de delincuentes solapados por la indiferencia de los gobiernos local, estatal y nacional, y las consecuencias están a la vista, las cuales, hasta el momento, no han tenido el tratamiento sólido, contundente y adecuado para ofrecer resultados definitivos que lleven la tranquilidad a los michoacanos y al resto de los habitantes del país.
Es verdad que se han asestado golpes importantes a los grupos delincuenciales durante los 15 meses que lleva en funciones el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero no los suficientes para que la gente sienta con normalidad el regreso al estado de derecho en dichas zonas del país.
Los efectos —llamados “cucaracha”— por las autoridades se reflejan ya en los estados circunvecinos a Michoacán, como lo son Guerrero, Morelos y Estado de México, escenario que si bien se nutre con los aciertos y desaciertos de las autoridades en la implementación de los operativos de seguridad, podrían no ser tales al estar surgiendo elementos para sugerir que el territorio dominado por la delincuencia organizada en México es una zona megarregional que se compone del total del terreno que conforman las entidades federativas mencionadas.
Y ejemplo de ello es la revelación mediática del surgimiento de un posible nuevo cartel gestado precisamente en Michoacán, no obstante que los actuales encargados de aplicar el plan de seguridad en dicha entidad le restan importancia.
La verdad, el gobierno de Enrique Peña Nieto está obligado a recomponer su misión de regresar la tranquilidad a todo el país y garantizar la paz en Michoacán, de lo contrario, los “muchos muertos y los muchos años”, parafraseando a Felipe Calderón, se le están acumulando, so perjuicio de mantener a Alfredo Castillo Cervantes al frente de la estrategia michoacana, dando lugar a que se pueda descarrilar el reto más importante del sexenio presidencial, alimentando a la vez el riesgo de que de nueva cuenta aparezca otro cadáver entre las sábanas y colchón de una misteriosa cama. Cuidado.
Tomás Flores Rosales es analista y maestrante en Periodismo Político. Tiene estudios en análisis político por el CIDE y es especialista en estudios electorales. Twitter: @TomasFloresR10