¿Cómo es el entorno en el que Joaquín Guzmán Loera inicia su nueva vida?
Un chiste con humor gringo corre en algunas redes sociales de Estados Unidos, el cual reza así: “I usually don’t go to jail but when I do I escape”. Lo que en español se traduce como: “Usualmente no voy a la cárcel, pero cuando voy me escapo”. Obviamente, en referencia al encarcelamiento de Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo.
Sin embargo, esta posibilidad podría estar descartada en esta ocasión si se toma en cuenta que en El Altiplano, antes penal de Almoloya, las condiciones de alta seguridad son distintas a las de su similar Puente Grande, en el estado de Jalisco, de donde se evadió el Chapo.
Ahora el famoso capo tendrá que someterse a un día normal en El Altiplano, en donde alguna vez ya estuvo recluido.
Y de ser considerado por la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, su nueva rutina es la siguiente:
Los internos en El Altiplano se levantan a las seis de la mañana, en primavera y verano. Cuando empieza a hacer frío, la hora de levantarse cambia a las siete. Deben bañarse entre las siete y las ocho de la mañana o entre las ocho y las nueve, describe una publicación de la Universidad Iberoamericana, denominada “Sociedad y violencia”.
Después —continúa la publicación— acuden a desayunar. La comida es la misma para todos, para los internos y para el personal.
No se permite la entrada de alimentos. La mercancía que se vende en las tiendas de la institución, desodorantes, dulces, leche y queso, se compran con una tarjeta. Después de desayunar, cada interno tiene que realizar una actividad. Puede ir al Centro Educativo, hacer deportes en el patio o estar en los talleres.
Los talleres están concesionados a la iniciativa privada. Hay talleres de bandas de garantía para envases, guantes, ropa interior, vestidos para mujer, uniformes médicos, tapabocas, corbatas.
Los internos trabajan siete horas y se les paga el salario mínimo. El sueldo lo paga la empresa, que deposita la nómina en un banco. Cada interno tiene una cuenta para eso, pero solo recibe el comprobante de depósito. Como sus gastos dentro de la institución son mínimos, su fondo de ahorro va en aumento. Igualmente está abierta la posibilidad de que su familia haga retiros.
Cada interno tiene su celda. No la comparte con nadie. Las celdas cuentan con regadera y baño. Pueden tener una televisión de cinco pulgadas. No grandes aparatos ostentosos. Hay una televisión en el comedor, que todos pueden ver, pero la escuchan con audífonos. No se permite sonido abierto en radio ni en televisión. Si lo hacen, se les recoge el aparato. No pueden usar ropas distintas a las que otorga la institución, de color beige. Tienen número, un resabio del pasado, pero es un buen sistema de control para decirles “esta es tu ropa y de ningún otro”.
Cada celda tiene el nombre del interno. Se le llama por su nombre, no por su número. El número es para control. No se les permite que laven su ropa, ni en los patios ni en las celdas, que es una mala costumbre de las prisiones tradicionales. El personal se encarga de todo a cambio de mantener una alta seguridad.
Juan Pablo de Tavira
Juan Pablo de Tavira fue el creador de los modelos de alta seguridad en penales cerrados en México y fungió como el primer director de Almoloya; dejó el cargo en noviembre de 1994, al terminar el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Dos años después publicó el libro ¿Por qué Almoloya?, en donde ofrece los perfiles de los reos más famosos:
Caro Quintero tiene una inteligencia natural sorprendente. Es “narcisista, egocéntrico, tenaz, oportunista, ambicioso, utilitarista y rebelde”. Es también un gran corruptor de autoridades: siempre intenta comprarlas. Su poder económico le ayuda a desarrollar su liderazgo en un estilo “ostentoso y alardeante”. Su narcisismo lo lleva a depilarse las cejas y a juzgar las actividades culturales como “mariconerías”.
Caro Quintero llegó a acumular una sentencia de 100 años de prisión por lavado de dinero, narcotráfico, homicidio y secuestro. Ingresó a la cárcel de alta seguridad de Almoloya, cuyo nombre técnico es Centro Federal de Readaptación Social de Almoloya, el 31 de julio de 1992. Lo segregaron en dos ocasiones “por faltarle al respeto al personal de enfermería” cuando era atendido por la tensión nerviosa que le provocó su traslado del Reclusorio Norte, donde gozaba de amplios privilegios. En el momento en que De Tavira presentó su libro, Caro había purgado nueve años de una sentencia de 100. Hoy está libre.
Según De Tavira, Miguel Ángel Félix Gallardo es “un hombre inteligente, frío y calculador, a quien podría considerarse el iniciador de la segunda generación de narcotraficantes en México, luego de la caída de Sicilia Falcón, en 1975”.
Llegó a la prisión de Almoloya el mismo año que Caro, en 1992, a los 45 años. Sus sentencias acumuladas suman 80 años de cárcel.
Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, dice De Tavira, es una personalidad “tenaz, perseverante, egocentrista, ambiciosa, manipuladora y mercantilista”. Las relaciones que establece con su entorno “son de tipo familiar y comercial, vinculándose con personas afines a su capacidad ideoafectiva. Polígamo, ha procreado varios hijos con diversas mujeres. Su actividad delictiva es estructural y formal, y siempre busca beneficios económicos. Por su ambición, incurre fácilmente en el acto criminal.
Antes de publicar su libro, y unas semanas después de dejar la dirección de Almoloya, Juan Pablo de Tavira fue nombrado por el nuevo gobierno de Ernesto Zedillo, el 1 de diciembre de 1994, director de la Policía Judicial Federal.
No duró mucho en el cargo. El 23 de diciembre de 1994, cuando apenas había cumplido algunos días al frente de la PJF, De Tavira sufrió un accidente con trazas de atentado en su casa de Cuajimalpa, en las afueras de la ciudad de México, relatan los colaboradores de la publicación de la Universidad Iberoamericana.
Después de cenar en un restaurante de Polanco, De Tavira llegó tarde a su casa. Mientras dormía, quedó expuesto a una fuga de gas del sistema de calefacción doméstico. Ninguno de sus escoltas se percató de la fuga, hasta la mañana del 24 de diciembre, en que el penalista fue llevado al hospital en estado grave. El proceso de desmielización que sufrió casi le causó una muerte cerebral. Permaneció casi todo el año de 1995 en tratamiento, pero logró recuperarse.
El procurador general de la República, Antonio Lozano, informó que la fuga de gas en la casa del exfuncionario fue un accidente, y canceló toda posibilidad de un atentado.
Vuelto a la actividad, De Tavira fue contratado por Lozano Gracia como asesor del Instituto Nacional de Combate a las Drogas (INCD). Poco se supo de De Tavira hasta 1997, cuando buscó acomodo en el equipo del recién electo jefe de gobierno de la ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas. De Tavira se prowpuso para ocupar la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal del flamante gobierno perredista. Fue rechazado. Se alejó de la función pública y se dedicó a la docencia.
El 14 de agosto del año 2000, De Tavira visitó al nuevo presidente electo, Vicente Fox, para presentarle sus propuestas en materia de seguridad pública y prisiones. Nada se sabe del destino de sus proyectos.
El 21 de noviembre de ese mismo año acudió a la Universidad Autónoma de Hidalgo a presentar su currículum en busca de una cátedra. Luego de entrevistarse con las autoridades, conversó con Alejandra Sánchez Galindo en el comedor del Centro de Extensión Universitaria de la universidad. Ese comedor no es un sitio público. Solo puede entrar gente de la misma institución o sus invitados.
Eran las siete y media de la tarde, empezaba a anochecer. Un sujeto no identificado se acercó a la mesa donde conversaba De Tavira y descargó cuatro tiros de calibre .38 sobre la cabeza del penalista. De Tavira murió instantáneamente.
Se abrió una averiguación por homicidio contra quien resultara responsable. Aún se ignora quién fue el asesino.
Este es el entorno en el que el Chapo Guzmán inicia su nueva vida tras haber acumulado 1000 millones de dólares, según Forbes.