La más reciente cumbre sobre la guerra civil siria ya es un fracaso, empezando con la lista de invitados.
El miércoles 22 de enero, diplomáticos de todo el mundo llegarán a Montreux, Suiza para intentar que la conferencia de la ONU sobre la guerra en Siria sea exitosa. Sin embargo, los escépticos se preguntan si, realmente, puede haber una solución diplomática inmediata o si la reunión, denominada Ginebra 2, no es más que una formalidad para que Occidente parezca estar “haciendo algo” frente a una crisis que, excepto por el espantoso saldo de víctimas, es una insignificancia para el cálculo de los intereses nacionales.
Desde la perspectiva de los funcionarios de la ONU, la sesión del miércoles en Suiza “no es una reunión, sino un proceso”. Luego de la muy publicitada conferencia de Montreux, Lakhdar Brahimi, enviado especial del secretario general Ban Ki-moon ante Siria, regresará a la sede de la organización en Ginebra para conferenciar con representantes del gobierno del presidente Bashar al-Assad y sus homólogos rebeldes, “sin mediadores internacionales”, declaró el vocero de la ONU, Martin Nesirky.
Permanecerán allí “todo el tiempo que haga falta” para negociar un acuerdo que ponga fin a la guerra, aseguró un diplomático enterado de las conversaciones. “Una vez que todos hayan entrado en el salón, empezará la acción”.
Sin embargo, otros diplomáticos y observadores cuestionan la utilidad de la reunión, conocida oficialmente como Conferencia Internacional sobre Siria, y nadie sabe si los participantes podrán o incluso querrán acabar con el conflicto.
“Hay un impase militar” en Siria; así pues, “¿qué tipo de acuerdo pueden pactar?”, se pregunta Joshua Landis, director del Centro para Estudios del Oriente Medio en la Universidad de Oklahoma. Es difícil creer que interventores extranjeros, incluido Estados Unidos, terminarán con la guerra “sin meter sus botas en el frente”, agregó.
A menos de una semana de iniciar Ginebra 2 (tiempo que la ONU aprovecha para seguir enviando invitaciones formales a los posibles participantes), la lista de asistentes aún no se cierra.
Rusia y Ban insisten en que Irán, jugador clave en Siria, debe estar presente, en tanto que Washington no da su brazo a torcer. Algunos líderes de oposición moderados todavía no han decidido si irán a la reunión; el jueves, otros anunciaron que no se presentarán; y los yihadistas (que dirigen el frente de la guerra contra Assad) ni siquiera han sido convidados.
No obstante, representantes de unos 30 países y organizaciones, como la Liga Árabe, participarán en la sesión del miércoles, que se celebra en Montreux porque los relojeros suizos coparon todos los hoteles de Ginebra para la convención que se llevará a cabo la próxima semana.
Ministros del exterior de naciones influyentes, como el secretario de Estado John Kerry y su homólogo ruso, Sergey Lavrov, estarán presentes para apoyar a Brahimi cuando haga falta, en tanto que el gobierno sirio será representado por una delegación que encabezará el ministro del exterior Walid Muallem y su viceministro, Faisal Mekdad.
Con todo, no se sabe si Irán –quizás el partidario más poderoso de Assad- tendrá representación. “No hay duda de que Irán es un actor importante” y por consiguiente, “debemos invitarlos”, declaró Ban, esta semana, durante su visita a Irak.
Pese a ello, reconoció que, aun con la reunión entre Lavrov y Kerry el fin de semana pasado, no ha sido posible llegar a un acuerdo pues, mientras Kerry sugería que Estados Unidos no se opondría a la participación de Irán, funcionarios de Washington insistían en que, antes que nada, Teherán debía aceptar los principios de Ginebra 1, el acuerdo pactado durante una reunión semejante en junio de 2012.
Según ese acuerdo, el establecimiento de un “cuerpo gubernamental de transición, con plenos poderes ejecutivos”, debe ser la primera medida para poner fin a la guerra siria iniciada en marzo 2011, y funcionarios occidentales han dejado claro que dicho cuerpo excluirá a Assad, el actual presidente.
Por supuesto, Damasco y Teherán están en desacuerdo.
Los proponentes de la participación de Irán argumentan que Teherán –el principal proveedor de armas y soldados para Assad, sobre todo a través de su asociado libanés, Hizbullah- está bien posicionado para persuadir a Assad de hacer concesiones. “Como el principal instigador del conflicto sirio, Irán se ha ganado un lugar en la reunión”, explicó un diplomático de la ONU.
Mas el prospecto de la participación iraní complica mucho las cosas para la Coalición Nacional Siria, el principal grupo opositor integrado, eminentemente, por seglares y rebeldes moderados.
Un diplomático bien enterado de las negociaciones me dijo que Ahmad al-Jarba, reelecto a principios de mes para dirigir la antedicha coalición anti-Assad, estaba “fuertemente a favor” de un viaje a Suiza el próximo miércoles; sin embargo, eso dependía de la votación que la coalición llevaría a cabo durante su encuentro en Estambul, el viernes 17 de enero. Se dice que funcionarios estadounidenses y británicos amenazaron con retirar toda ayuda a los rebeldes si votaban contra la participación en Ginebra 2 y el propio Kerry casi suplicó a Jarba que asistiera, argumentando que la conferencia era la “mejor oportunidad” para que la oposición alcanzara sus objetivos.
Según un diplomático árabe, Jarba está “bajo gran presión de Estados Unidos y otros benefactores occidentales para asistir” a la reunión. Por otra parte, agregó, “muchos de los opositores de Assad enfurecerán con Jarba si se presenta en Montreux”. El jueves, un pequeño grupo invitado a la conferencia, el Comité Nacional de Coordinación, anunció a Brahimi que no participaría y la decisión de su presidente, Hassan Abdel-Azim, podría incrementar la presión sobre Jarba.
La presencia de Jarba en una conferencia propuesta, inicialmente, por Rusia (principal benefactor de Assad) y que ahora podría incluir a Irán (principal patrocinador de Damasco), sin duda enfurecerá a los sunitas de Siria, sobre todo a quienes viven en las poblaciones que sufren los bombardeos cotidianos de Fuerza Aérea de Assad, que deja caer barriles repletos de clavos y fragmentos de metal para causar todas las bajas posibles.
Se espera que los grupos sunitas sirios, infiltrados por intrusos que han lanzado una yihad contra la secta alauita de Assad y sus simpatizantes chiitas, aprovechen la situación para reforzar la impresión de que la coalición de Jarba se ha “vendido”.
Como informara The Wall Street Journal esta semana, representantes europeos –incluido MI-6, el servicio británico de inteligencia exterior- se reunieron en secreto con los principales asistentes de Assad para hablar de cooperación en la guerra contra los yihadistas. Sin embargo, Marie Harf, vocera del Departamento de Estado, negó que Estados Unidos estuviera al tanto de esos encuentros.
Aun así, el episodio sugiere que, luego de años de argumentar que Assad debe marcharse, los gobiernos occidentales empiezan a reconocer que, posiblemente, se quedará y dado el creciente temor que engendran los yihadistas sirios, quizás empiecen a considerarlo como un futuro socio para combatirlos.
Pese a la inquietud compartida en cuanto al terrorismo, “es absurdo considerar que Assad o su régimen son socios potenciales para combatir esa amenaza”, declaró Harf. “Debido al clima que han creado en el país, tanto en términos de seguridad como en sus acciones para fomentar ese comportamiento, los terroristas pueden operar libremente en Siria”.
Los grupos yihadistas, como Jabhat al-Nusra, no han sido invitados a la conferencia Ginebra 2, lo cual podría ocasionar una nueva complicación. Gracias al financiamiento de los ricos árabes del Golfo y a que sus filas se han engrosado con grupos militantes como Al-Qaeda (cuyo líder, Ayman al-Zwahiri, ha alentado a sus seguidores a sumarse a la contienda siria), los islamistas se han convertido en la fuerza más poderosa de la guerra contra Assad.
Sin su presencia en Montreux, es difícil que la diplomacia ponga alto a la guerra civil de Siria. Como dijo Landis: “Si no hablan con los que tienen las armas, no cesará el tiroteo”.
Agregó que el presidente Obama, “con justa razón, no cree que Estados Unidos pueda corregir la situación siria”. Más interesado en recurrir a la diplomacia para poner fin a los logros nucleares de Irán que en acabar con la guerra civil de Siria, dijo Landis, Washington está dispuesto a llegar a un compromiso con Teherán, aun cuando la guerra se disemine de Siria a Líbano, Irak y cualquier otra parte. Para Estados Unidos, prosiguió, “la situación iraní es mucho más peligrosa que la situación siria”.
Entre tanto, se calcula que, hasta ahora, casi 150 mil personas han perdido la vida en Siria. Pero ¿para qué hacer cuentas? La semana pasada, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos anunció que, debido a la “complejidad y peligrosidad” de la guerra, se había tomado la decisión de dejar de publicar el cálculo de víctimas.
“Tenemos la responsabilidad de intervenir” en disputas como la de Siria, protestó Romeo Dellaire, heroico comandante de la fuerza de pacificación de la ONU en Ruanda quien, durante las masacres ocurridas allí en 1994, no pudo convencer a los encopetados de Turtle Bay que se había desatado el “genocidio” y era necesaria una intervención del exterior.
Dellaire desdeña las iniciativas diplomáticas como Ginebra 2, argumentando que “son medidas tentativas”. Los combatientes de Siria, añadió, “necesitan una buena patada en el trasero. Debieron habérselas propinado hace mucho”. Pero Occidente se ha limitado a observar porque está en manos de la clase política y no de estadistas, lamentó.
“Los estadistas están dispuestos a correr riesgos; son humildes, flexibles y valerosos. Y hoy día, hay gran escasez de eso”, concluyó Dellaire.
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