Siempre han existido los malos de la escuela, los pasados de vivos, los abusivos que se burlan del otro por sus diferencias, deficiencias o porque el fuerte carece de algo básico: educación y amor familiar.
Son niños que provienen de círculos familiares desintegrados, donde el tejido social comienza a romperse. Según los especialistas, es ahí donde debemos observar los primeros comportamientos y atenderlos; claro, en sociedades desarrolladas eso se llama prevención. En países como México, a los programas de prevención, como son invisibles, se les resta importancia, los políticos no pueden lucirse con algo así y no invierten en ello, no es lo mismo cortar el listón de un gran puente lucidor, y por eso vemos a un niño que a los 13 años se convierte en sicario, asesino, torturador, o niños en la escuela que por diversión golpean a quien se les ponga enfrente.
Hoy lo llaman bullying. Suena rimbombante, ¿verdad? Pero seguramente viejas generaciones lo conocen tal y como en nuestros tiempos, como “gandallas”; el tema es que si a los “gandallas” no se les atiende a tiempo y no se trabaja con ellos, se pueden convertir en jóvenes abusadores, violadores o delincuentes. Pero, insisto, eso no es una obra, construcción o infraestructura que se presuma con el presupuesto. Por eso como sociedad debemos estar atentos ante cualquier dejo de violencia: niños que maltratan o matan a los animales, que no se corrige a tiempo su agresividad. Es responsabilidad de todos, padres, maestros, familiares cercanos y, por supuesto, autoridades.
El más reciente caso en México, Distrito Federal, de la jovencita indígena de origen mixteco que fue golpeada en la secundaria técnica número 42, apodada “la cárcel”, no solo es un caso de bullying; las agresiones que dejan lesiones son castigadas en nuestros códigos penales, el artículo 130 lo pena con ocho años de prisión, y cuando es entre parientes puede aumentar una mitad más. Y este asunto se complica aún más, pues al tratarse de una secundaria de la Secretaria de Educación Pública, el tema puede pasar a manos de las autoridades federales. ¿Qué quiere decir eso? que la investigación puede turnarse a la Procuraduría General de la República y pasar de un juego que se grabó en video y se convirtió en viral al ver cómo tumban al piso a una niña para golpearla, en un asunto de delincuencia juvenil, porque, nos guste o no, los golpes son golpes, y son un delito. Si revisamos lo que se entiende por lesión, es toda alteración anatómica, funcional o psíquica, ocasionada por un agente externo o interno, sobre el cuerpo humano.
Las lesiones se clasifican, según el agente vulnerante, en contusiones, heridas y quemaduras.
El delito de lesiones es un tipo delictivo contra la integridad corporal y la salud de las personas, determinante en los delitos contra la vida, y en la actualidad tiene que ser tratado en tribunales. Como hecho está presente desde los orígenes del hombre, y como delito tiene la misma antigüedad que el derecho romano.
En este caso, la secundaria parece ser un semillero de golpeadores, pues pasó solo una semana cuando ya se presentaba otra denuncia, una niña más era golpeada a la salida de la misma escuela, los chicos la amenazaron con el tan famoso “te espero a la salida” y así fue: al término de las clases, la encapucharon al salir, como todos unos delincuentes profesionales, y una vez en completa indefensión, la tumbaron al suelo y patearon hasta causarle lesiones en las cervicales.
Está demás decir que de esto no nos hubiéramos enterado si es que este video no aparece en las redes sociales.
Y si seguimos cuestionando este tipo de comportamientos, no solo observamos el futuro de los agresores, sino el de las víctimas, menores de edad que pueden terminar en el hospital con daños no solo físicos, sino psicológicos; pues también hay que tomar en cuenta que los menores agredidos pueden presentar daños posteriores, traumas que derivan en su comportamiento, que les generan inseguridad, baja autoestima, baja rendición en sus estudios e infelicidad.
Así que no solo se trata de bullying, insultar o discriminar (de por sí grave), estamos hablando de golpes, que los agresores hasta ahora ven como un juego que suben a las redes sociales para demostrar quién es el más fuerte, cuando lo único que se demuestra es la carente y deprimente sociedad en la que estamos convirtiéndonos, incapaz de arreglar cosas que parecen tan sencillas de prevenir. Pero no, no hay prevención. ¿Acaso somos caníbales que gozamos del dolor y sufrimiento del otro?
Hannia Novell es periodista y conductora del noticiario Proyecto 40. Twitter: @HanniaNovell