En la casa de una familia campesina de Takster, una provincia de Tíbet, un niño de apenas dos años fue identificado por los monjes budistas como la reencarnación del dalái lama número 14. Corría el año 1937, y habían transcurrido menos de 24 meses del fallecimiento de Thubten Gyatso, el dalái lama que había introducido a su país la electricidad, el teléfono y el automóvil, pero que vaticinaba una etapa de oscurantismo para Tíbet debido a las nacientes presiones chinas sobre esa nación asiática.
El niño identificado por los budistas como la reencarnación de Thubten Gyatso respondía entonces al nombre de Lhamo Dhondup. Hoy es Tenzin Gyatso, el dalái lama en el exilio que recién visitó México.
El dalái lama que conocemos comenzó su preparación para el cargo desde los seis años de edad. Para ello cursó las asignaturas de arte y cultura tibetana y escritura sánscrita, además de medicina y filosofía budista. Otras materias en las que se ocupó Tenzin Gyatso fueron poesía, música, drama, astrología, composición y redacción. A los 23 años, luego de un riguroso examen, le fue otorgado un grado equivalente a un doctorado en budismo.
Pero no todo para el dalái lama ha sido tan sencillo como estudiar. Apenas a los 15 años de edad se le confirió el poder político de Tíbet en un intento por contrarrestar la invasión que China hacía a su país, y que se mantiene hasta la fecha.
El dalái lama intentó resolver el conflicto mediante pláticas de paz con Mao Tse Tung y su cúpula gobernante, pero todo resultó infructuoso. El incremento de la represión china a los esfuerzos tibetanos de mantener su independencia obligó a Tenzin Gyatso a escapar de su tierra en 1959. Desde entonces el dalái lama, ganador del Premio Nobel de la Paz en 1989, se ha establecido en un monasterio en India, desde donde encabeza el movimiento pacífico en favor de los derechos de sus compatriotas.
Las propuestas del dalái lama incluyen que Tíbet sea convertido en una zona de paz; que China reconozca a los ciudadanos tibetanos como tal; que se abandone la política de transferir chinos a territorios de Tíbet; que China ya no use a la nación invadida como depósito de desechos nucleares; y que comiencen negociaciones para definir el status de Tíbet y su relación con el país invasor.