José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo es periodista, escritor y director de operaciones de Publicidad y Clubes de Fútbol en CANAL+ España.
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El fútbol ofrece revancha dentro o fuera del campo… ¿se equivocó la FIFA al elegir como sede del mundial este país árabe?
El carácter de Jean Marie Justin de Godefroid H; era tan áspero, que el pálido y rechoncho semblante de Blatter temblaba. En nombre del fútbol adquirió un poder ilimitado. Eran tiempos de la Guerra Fría, constantes cambios sociales y el comunismo fermentándose en las cordilleras sureñas. Solo un organismo internacional sin ataduras ideológicas visibles, garantizaría adhesión popular y al mismo tiempo, funcionaría como pulcro mecanismo de influencia política. El fútbol dejó de ser un pasatiempo, se volvió un régimen invisible. Oportuno en momentos críticos, regularmente en África y América Latina. No así en Europa, donde todavía parece independiente a cualquier compromiso de Estado.
Jean Marie Justin de Godefroid H; con casi dos metros de estatura y un estado físico impecable era practicante del cristianismo muscular, corriente comercialmente conocida como Fair Play, basaba su doctrina en la estricta vigilancia de las normas de conducta morales y deportivas, que tan bien acicalan a los gobiernos “de facto”. Pronto, los caudillos más rancios del tercer mundo encontraron en Jean Marie a un adecuado militante poseedor de una herramienta propagandística ideal: el fútbol. Distinguido por la dictadura de Videla en Argentina y Abacha en Nigeria, fue vinculado con la venta de armamento y con el servicio secreto de su país. Su silenciosa labor con los regímenes de la época le valieron todo tipo de condecoraciones masónicas, la Orden de Vasa o la Cruz de Isabel La Católica colgaban de su enorme cuello o se detenían en su imponente pecho.
Cumplida la primera década del siglo XXI, parecía irónico que Sudáfrica (2010), fuera tan querida y respetada por la FIFA al grado de concederle la organización de un mundial, porque la leyenda negra cuenta que Jean Marie tenía negocios con el racista de Pieter Botha, primer ministro sudafricano en tiempos del Apartheid. La idea de la FIFA como organismo fascista no debe sonrojar a nadie, en 1998 Joseph Blatter, su leal brazo derecho, recibe el legado de Jean Marie Justin de Godofreid H; cuyo verdadero nombre es Joao Havelange.
Havelange, padre de Blatter y fundador del sistema que gobierna el fútbol hace 38 años, hoy respira con pulmón artificial. Havelange muere. Su salud se deteriora junto a su dinastía: Ricardo Teixeira, su yerno y presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol durante 23 años, renunció a la organización de Brasil 2014 y tiempo después fue acusado de corrupción junto a Havelange. Pronto caerá Grondona, 33 años en la Asociación Argentina de Fútbol (AFA), como sucedió con Nicolás Leoz, 26 años al frente de la Confederación Sudamericana, acusado de corrupción siendo miembro del comité ejecutivo de la FIFA.
La naturaleza de los dirigentes deportivos setenteros eternizados en el poder, hereda su influencia de los caudillos fascistas: Pinochet, Stroessner, Videla, Echeverría… Dictadores necesitados de popularidad que Havelange sedujo para vender el fútbol como herramienta de penetración en países del tercer mundo. UEFA (Unión de Federaciones de Fútbol Europea) siempre mostró resistencia a este modelo de crecimiento basado en la influencia; desde la diplomacia de Jacques Georges, la feroz oposición de Lennart Johansson y hasta el corpulento carisma de Michel Platini, el bloque europeo ha intentado recuperar el poder de la FIFA que Blatter sostiene gracias al favor de las famosas “islas”. Al momento de las votaciones para elegir al presidente vale lo mismo el voto de Alemania que el de Martinica, Madagascar o la isla de Bahréin por ejemplo, situada frente a Catar y conectada por un puente con Arabia Saudí, la coordenada estratégica de los Estados Unidos donde Barack Obama ancla su quinta flota a la espera de un ataque de Irán, aliado chiíta. Un comunicado de los Derechos Humanos fechado en Ginebra, vecinos de FIFA, recomendó la expulsión de Bahréin de la eliminatoria mundialista hace un año. Durante la noche sangrienta del 17 de febrero del 2011 fueron asesinadas 30 personas, heridas 600 y miles detenidas. Entre ellas Alaa Hubail, futbolista de 29 años y 63 convocatorias a la selección de su país, el mejor jugador en la historia de Bahréin. Hermano de Mohamed Hubail, mediocampista condenado a prisión y puesto en libertad por intervención de la FIFA. Las estrellas chiitas del fútbol protestaban esa noche en la Plaza de la Perla de Manama, capital del Reino suní, contra el monopolio de la dinastía Al-Khalifah donde Rey y primer ministro eran sobrino y tío, según Wikileaks “atractivos y seductores”. Chiíes y Suníes mantienen enfrentamientos desde la muerte de Mahoma, pero Blatter, que vive del voto de islas y monopolios futbolísticos, se lavó las manos amonestando tibiamente a la dictadura suní. Un año después de aquellos incidentes, mientras Alaa Hubail continuaba como mártir activo de la revolución, la selección de su pueblo, Bahréin, derrotaba 10-0 a Indonesia sin su goleador histórico. El Grupo “E” de la eliminatoria asiática 2014 involucraba a Irán y Catar. El partido fue arreglado. Bahréin por combinación de resultados necesitaba 9 goles para avanzar a la siguiente fase, pero nunca había derrotado por más de 2 a Indonesia, finalmente Bahréin quedó eliminado por un punto a pesar de la ayuda de Blatter.
El fútbol, como hemos comprobado, ofrece revancha dentro o fuera del campo y mientras Blatter continúa gozando del favor de las islas y Havelange agoniza en Río, Platini rompía una lanza en la última reunión de la UEFA en Estambul sacudiendo a la FIFA y obligándola a pagar seguros para futbolistas lesionados en selecciones nacionales. También aprobó, junto con la Unión Europea, una ley que impide a los estados participar en clubes; y lo más importante, Platini confirmó en aquel discurso que iría por la cabeza de Blatter declarando: “La violencia, amaños, apuestas ilegales, dopaje, presiones y amenazas contra jugadores, contratos que no se cumplen, tráfico de jugadores jóvenes, blanqueo de dinero: todas estas lacras existen en la sociedad y en el fútbol. Por lo que nos corresponde luchar contra ellos con ayuda de las autoridades públicas, a las que vuelvo a llamar hoy”.
Las disputas públicas entre Blatter, presidente de la FIFA, y Platini, presidente de UEFA solo habían comenzado. Platini reprimió el uso de la tecnología en campos europeos recién aprobada por la FIFA, su instalación tan solo en estadios de primeras divisiones europeas podría superar los 80 millones de euros. Una cifra que muchos clubes no estarían dispuestos a cubrir. Platini, un hombre muy tradicional, se opuso a cualquier cambio drástico en los reglamentos del fútbol mundial. Prefiere la incursión del ojo humano en la línea de gol (juez de meta), que el ojo de halcón promovido por Blatter para la Copa confederaciones y el Mundial de Brasil. La FIFA, según Platini, discrimina con esta propuesta. Por su parte, la FIFA ha cuestionado la viabilidad de la Eurocopa de Naciones en Francia 2016 con 24 equipos en lugar de 16 y la del 2020, donde los 24 países jugarían la fase final del torneo a visita recíproca. Todas estas polémicas cruzadas entre la FIFA y la UEFA, Blatter y Platini, han desencadenado la teoría de un escándalo aún mayor. La elección de Catar como sede del mundial de 2022 está siendo cuestionada por la propia FIFA: “Cometimos un error al elegir a Catar por delante de las otras candidatas como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur o Australia”, declaró Joseph Blatter hace unos días, y fue más allá: “Hubo influencias políticas directas. Hubo jefes de gobierno europeos que lo recomendaron a sus compatriotas que podían votar que votasen por Catar, porque están ligados a ese país por fuertes intereses económicos”; en clara referencia al voto a favor de la candidatura de Catar por una supuesta recomendación del entonces presidente francés Nicolás Sarkozy a Michel Platini. Un enorme futbolista que jugó por última vez en su viejo Nancy. Alineaban Zico, Maradona, Matthäus, Hugo, Francescoli, Futre, Dassaev, Tardelli… un equipo de extraterrestres enfrentaba a la selección de Giresse, Tigana y Amorós. El resto del mundo y Francia despedían al patriarca de una raza que terminó pariendo a jugadores como Iniesta; porque Francescoli desciende de Platini, Laudrup de Francescoli, Zidane de Laudrup y Andrés Iniesta desciende de Zidane. Este es el linaje de “Le Roi”. El soberano juega el 23 de mayo de 1988 un partido regio. El mejor homenaje que vi. Una fiesta sin pretensiones, solo asisten el fútbol y sus futbolistas. Aquella noche un detalle resume perfectamente la nostalgia: al minuto 85 se retira Platini, el sonido local anuncia el cambio, por la selección francesa abandona para siempre el terreno de juego Michel Platini, lo sustituye su hijo Laurent Platini. El niño corre con el balón y llega hasta el área de un tierno Dassaev. Años después la hermosa imagen se convierte en pesadilla. Al día siguiente Platini empezó carrera como ejecutivo de Francia, FIFA y UEFA, hasta convertirse en el hombre más influyente del fútbol. Platini engorda, su inconfundible silueta es engullida por un inmenso cuerpo directivo, D´Artagnan desaparece. He sido devoto de ambos, como mosquetero y dirigente Platini es lo más completo que hay. Admiro su genial política de fair play financiero, vulnerada cínicamente por Catar Sports Investment. El fondo de inversión árabe que presuntamente compró el Mundial de Catar estaba representado en Europa por el flamante abogado Laurent Platini, aquel pequeño. Sobre el napoleónico presidente de UEFA parecía rondar un conflicto de intereses.
La empresa Catar Sports Investments, de reciente fundación, se dedica a administrar un complejo portafolio de negocios turísticos y deportivos en la península que incluyen lujosos resorts en Doha, hasta la propiedad del 100 por ciento del Club Paris St. Germain, actual campeón de la Liga Francesa en el que se han invertido cerca de 300 millones de euros. La obsesión de Catar por el fútbol también se deja ver en su patrocinio millonario con el Barça, desde que Qatar Airways se imprime en las camisetas de Messi y Neymar la aerolínea ha elevado en 500 por ciento su popularidad en redes sociales. Pero detrás del inocente “like” que sus dos millones de fans hacen en Facebook, existe una historia poco conocida. Las aeromozas de Qatar Airways están obligadas a obtener autorización previa de la empresa en caso de que deseen cambiar su estado civil y casarse, otra cláusula en su contrato con la aerolínea establece que la trabajadora debe notificar al empleador en caso de embarazo, a partir de la fecha en que tenga conocimiento de su ocurrencia. El empleador tendrá derecho de rescindir el contrato de trabajo en cuanto le sea notificada la gestación, en caso de que las empleadas no informen al empleador como está previsto u oculten su embarazo, se considerará incumplimiento de contrato. Pero un nuevo escándalo, aún más aterrador, se ha agregado a la organización de Catar 2022, el diario británico The Guardian ha publicado un reportaje titulado “Los esclavos de la Copa del mundo Catar” en el que se denuncia la muerte de 44 trabajadores que participan en las actividades de construcción del mundial. Los obreros, en su mayoría inmigrantes de Nepal, viven situaciones de abuso y explotación con jornadas de 12 horas, a veces sin descanso ni alimento bajo temperaturas cercanas a los 50 grados. Según la investigación, bajo estas condiciones podrían morir alrededor de 4 000 obreros antes de que la FIFA dé la patada inicial al mundial de Catar. Y aunque el gobierno Catarí niegue que las obras del mundial hayan empezado, lo cierto es que la presión que ha envuelto esta candidatura la obligará a cumplir con instalaciones que incluso sean capaces de evitar el terrible calor del desierto donde se jugará el mundial.
El calor se ha vuelto un pretexto vulgar para condenar la candidatura de Catar 2022, la verdad es que el calor en los mundiales siempre ha sido polémico, entre horarios de 12 del día como en México 1986 o temperaturas de extrema humedad como aquella de Nápoles en 1990, se ha jugado sin importarle a la FIFA. Inglaterra y Camerún acabaron en el suelo tras un partido de cuartos de final que duró 120 minutos. Al llegar a la zona mixta del estadio San Paolo, Gary Lineker, autor de dos goles, declaró que había perdido 6 kilos de peso durante el juego. Deshidratado y con la mirada perdida desmayó a la entrada del vestidor. El doctor Edgardo Codesal, quien pitó impecablemente aquella noche, fue de los hombres que más corrió en el juego. Su rostro lo decía todo. Cuando pitó el final del partido con la pasión pulmonar que le caracterizaba al silbar, los 22 jugadores y el árbitro central parecían dar gracias de que aquel partido hubiese terminado; eso sí, fue el mejor juego de aquel mundial, ganó Inglaterra 3 a 2, Codesal cobró tres penales, uno a favor de Camerún, dos a favor de Inglaterra y su actuación como central en aquel mundial fue de las mejores de la historia. Faltan nueve años para que el fútbol llegue a Catar, en el camino debe aclarar su futuro, reorganizarse y responder a las acusaciones cada vez mayores y más graves. Al elegir Catar, la FIFA no se dio cuenta de que empezaba una larga y peligrosa travesía por el desierto.