El actual deterioro de la economía española inició en 2008, año en que España comenzó a advertir severos trastornos en sus principales indicadores macroeconómicos, los cuales hoy en día tienen sumido al país europeo en una de sus peores crisis económicas, sociales y políticas.
De acuerdo con especialistas en el tema, la áspera situación española parte de la crisis económica de 2008, que se originó en Estados Unidos y afectó sobre todo a los países desarrollados. Los factores primordiales que indujeron a esta crisis fueron los precios altos de las materias primas, la sobrevalorización del producto, el desequilibrio alimentario mundial y energético, la elevada inflación planetaria y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una depresión crediticia, hipotecaria y de confianza en los mercados.
A partir del siglo XV España comenzó a convertirse en la potencia europea que llegaría a conquistar la mayor parte del continente americano, descubierto el 12 de octubre de 1942 por Cristóbal Colón, el navegante genovés al servicio de la corona española.
Aunque a ciencia cierta no se tiene perfectamente delimitado el territorio americano que España conquistó —y que siglos después perdería en cruentas guerras de independencia—, países que estuvieron bajo su poder fueron México, Guatemala, Belice, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina.
La virulenta depresión de 2008 convirtió a España en un país endeble frente a una bomba de tiempo que le explotó en las manos: el final de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria de 2010 y un aumento del desempleo como no había sufrido en los últimos años significó el surgimiento de grandes movimientos sociales cuyo fin es trocar el modelo económico y productivo y cuestionar el sistema político en pos de una renovación democrática.
El Movimiento 15-M, también llamado Movimiento de los Indignados, es la rebelión social más importante. Se conformó a raíz de la movilización del 15 de mayo de 2011, cuando en más de 50 ciudades la sociedad civil se manifestó con una serie de protestas pacíficas con la intención de promover una democracia más participativa, alejada del bipartidismo Partido Socialista Obrero Español-Partido Popular, y del dominio de bancos y corporaciones, así como una “auténtica división de poderes” y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático.
En la actualidad España tiene unos 10 millones de personas pobres y casi 6 millones de desempleados, una cifra estratosférica si se le compara con el año 2007, cuando el número de personas sin trabajo apenas rebasaba el millón y medio. De acuerdo a la situación que viven hoy en día, los españoles que están por jubilarse recibirán 30 por ciento menos de lo que hubieran recibido en 2009.
La drástica disminución del crédito bancario a familias y pequeños empresarios, políticas de gasto inadecuadas llevadas a cabo por el gobierno central, el elevado déficit público de las administraciones autonómicas y municipales, la corrupción política, el deterioro de la productividad y la competitividad y la alta dependencia del petróleo son otros de los problemas que han contribuido al agravamiento de la crisis en España. Y ello ha llevado a que en las protestas ciudadanas se congregue hasta medio millón de personas, incluyendo familias enteras.
En 1989, a tres años de que se celebraran los 500 años del descubrimiento de América, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010 y nacionalizado español en 1993, manifestó que el quinto centenario “va a dar origen a muchos discursos. Va a haber efusiones retóricas en todo el mundo hispánico, interminables, pero me temo mucho que buena parte de la celebración se quede en las efusiones retóricas. Me temo que en América Latina resuciten viejas controversias totalmente apolilladas como las del indigenismo y el hispanismo. Que comiencen a cobrarse cuentas a los conquistadores por las destrucciones y asesinatos y que se pierda la oportunidad para algo que debiera ser una celebración creativa, por ejemplo, la lucha contra los nacionalismos en América Latina que es una de las batallas que todavía hay que librar”.
Otro Premio Nobel de Literatura, el mexicano Octavio Paz, escribió en 1995: “No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles y los portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Si las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas. Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que subrayar que sin ellos —quiero decir: sin la religión católica y la cultura que implantaron en nuestro país— no seríamos lo que somos. Seríamos, probablemente, un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y culturas distintas”.
La importancia de la conquista española en Hispanoamérica es de tal envergadura que aún no se alcanzan a comprender sus dimensiones. Lo concreto es que los españoles aportaron a América una serie de productos y conocimientos que se difundieron por el continente en un tiempo relativamente corto: el caballo, la vid, el vinagre, las leguminosas, el arroz, la almendra, el ajo, la cebolla, el ganado bovino y ovino, el trigo, la religión católica, la rueda como elemento de trabajo y transporte, el hierro, la metalurgia, la cerámica, las armas de fuego, la pólvora, el limón, el azúcar, la seda, la imprenta, las arquitecturas europeas y árabes, los monasterios medievales, las técnicas de jardinería y de construcción de barcos de gran tonelaje, la cartografía, las técnicas de navegación transoceánicas y de explotación mineras, los conocimientos de aritmética, geometría, astronomía y música, el sistema financiero, los conocimientos de medicina y farmacia, las técnicas hidráulicas, los hospitales, la orfebrería, la joyería, la encuadernación de libros, las técnicas de pintura, entretejido y urbanísticas, la ingeniería militar y civil, las universidades, la escritura…
Sin embargo, a la presencia española en el continente americano se le responsabiliza, entre otros, de la desaparición de los sistemas políticos y organizativos de los pueblos amerindios; la pérdida definitiva de su soberanía; la aniquilación de numerosas lenguas autóctonas y casi extinción de otras; la destrucción de las obras culturales de los pueblos originarios (textos, obras de arte, religiones, templos, ciudades, obras artesanales, monumentos, caminos, memoria); el desprecio por las culturas originarias; el desconocimiento de la naturaleza humana de los pueblos originarios; la esclavitud; la desaparición de muchas culturas indígenas debido a enfermedades y las guerras de conquista; y el saqueo de recursos naturales, principalmente oro y plata.
Para salir de la crisis, hoy en día muchos no ven otro camino para España más que solicitar la ayuda del Banco Central Europeo. Incluso hay analistas que estiman que el gobierno de Mariano Rajoy necesitará un auxilio de 300 000 millones de euros. Por su parte, el gobierno español pronostica que la economía no volverá a crecer sino hasta 2014. Y Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, ha advertido que si España pide un rescate sería un suicidio, y que lo mejor que podría suceder es que Europa se enfoque en el crecimiento y la inversión para reestructurar la economía.
Ante este panorama de adversidades se vislumbra un camino largo y espinoso para España, que cada vez está más acorralada por las clases medias y bajas, las cuales son las principales víctimas de la crisis. Muy distinta es la senda de países hispanoamericanos como Perú, México, Panamá, Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador, cuyas economías marchan a paso firme y cuyas poblaciones poco a poco logran salir de la austeridad en la que han vivido desde hace siglos.
¿Qué le sucedió entonces al poderoso conquistador? No se sabe. ¿Deberá repasar su propia historia para reaprender las fórmulas de su éxito? Quizá. ¿Tendrá ganas de celebrar el Día de la Raza? Imposible de contestar.