Robots capaces de diagnosticar una enfermedad, jugar al bádminton, tocar instrumentos musicales o convertirse en guerreros son las estrellas de un congreso en China sobre máquinas inteligentes que pueden revolucionar la economía del país.
Con 160 empresas representadas, este 4º Congreso mundial de robots revela la extraordinaria emergencia de tecnologías que permiten a autómatas reemplazar a los humanos.
El mundo de la robótica exhibido es fascinante: un brazo articulado capaz de caligrafiar caracteres, androides del grupo local de electrodomésticos Gee tocando el tambor, un robot-pez que da vueltas en un acuario o una máquina-murciélago que emprende vuelo…
Más lejos, autómatas con pantalla de la firma cantonesa Inbot, capaces de ejercer de profesores o de vendedores, efectúan una sincronizada coreografía, mientras que otros robots miniatura disputan un partido de fútbol.
Pero la verdadera atracción siguen siendo los combates de robots, en los que se enfrentan en un ring, entre las exclamaciones de fascinados espectadores, tanques de miniatura, veloces y armados con afiladas cuchillas, que chocan entre ellos y se mutilan con gran estruendo.
“¡La personalidad de mi robot refleja la mia! Y me encantan las chispas…” asegura Huang Hongsong, que figura entre la docena de jóvenes chinos cuyas máquinas están en competición.
La batalla de la robótica
Pero más allá de aspecto lúdico, China espera ganar en la arena internacional la batalla de la robótica industrial, en el contexto de la exacerbada guerra tecnológica que la enfrenta a Estados Unidos.
Con una población que envejece y la creciente carestía de la mano de obra local, el gigante asiático cuenta con la automatización de las fábricas para mantener su desarrollo industrial.
“Los robots son la joya de la corona para la industria manufacturera (…), una nueva frontera” se entusiasmaba esta semana en el congreso Xin Guobin, viceministro chino de Industria. El propio presidente Xi Jinping había llamado en 2014 a una “revolución de los robots”.
China ya es el primer mercado para los robots industriales, con 141,000 unidades vendidas el año pasado (+58,1%) y un tercio de la demanda mundial, según la federación internacional de robótica. Esa demanda puede crecer un 20% en 2020.
“El potencial de automatización sigue siendo inmenso: en 2016, China tenía 68 robots por cada 10.000 empleados, cuatro veces menos que en Japón o Alemania” explica Karel Eloot, experto del gabinete McKinsey en Asia.
Solamente 27% de los robots industriales vendidos el año pasado eran de firmas chinas: Pekín quiere que esa cuota de mercado pase a 50% en 2020, y luego 70% en 2025, según el plan tecnológico “Made in China 2025”.
Esta apuesta es complicada, según Eloot : “habría que duplicar el número de ingenieros chinos en robótica (…) y paliar las lagunas de propiedad intelectual, Las empresas chinas poseen menos del 1% de las patentes”.
Además, el coste social puede ser elevado: según el Banco Mundial, hasta 77% de los empleos chinos son susceptibles de ser automatizados.
Doctor Robot
Sin embargo, fuera de las fábricas, la robótica ya es floreciente en China en restaurantes, bancos o el sector médico.
El chino iFlytek presentó en Pekín su “robot asistente médico”, supuestamente capaz de interrogar a un paciente e identificar 150 enfermedades.
“Ha sido utilizado en los hospitales desde marzo y ha contribuido a efectuar unos 4.000 diagnósticos” destaca Liu Qingfeng, presidente de iFlytek, que pretende “aportar inteligencia artificial a los médicos de regiones aisladas”.
iFlytek también está probando un robot-jurista, que presuntamente debería ayudar a los jueces a determinar el buen veredicto.
Por su lado, Chindex, filial del conglomerado Fosun, distribuye en China brazos articulados quirúrgicos de concepción estadounidense “Da Vinci”. En una sala de operaciones, dotado con cámaras de alta definición y escalpelos multiposicionales, este robot “trasciende los límites del ojo” humano, afirma Liu Yu, director operativo de Chindex.
Aunque matiza: “Solamente ayuda al médico, no puede reemplazarlo. No sería ético, el cuerpo humano es demasiado complejo”.