No todo causa cáncer, aunque a veces parece que sí.
Recientemente, los californianos comenzaron a notar que había letreros en sus cafeterías locales: “Distintos químicos que, según información que posee el estado de California, provocan cáncer y toxicidad reproductiva, como la acrilamida, están presentes en el café, los productos horneados y otros alimentos y bebidas que se venden en este local”.
¿De verdad? ¿Ya no hay nada sagrado? ¿Ni siquiera nuestra dosis diaria de cafeína?
La culpable aparente es la acrilamida, que se produce naturalmente durante el proceso de preparación del café. Se sabe que, en dosis altas, este químico provoca cáncer en ratones. Pero la verdadera culpable, dicen los expertos, es la exageración en el uso de advertencias.
Los letreros de advertencias suelen ser más dañinos que los supuestos carcinógenos, dice David Spiegelhalter, catedrático de comprensión pública del riesgo del Laboratorio de Estadística del Centro de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Cambridge. (Esta entrevista ha sido editada por cuestiones de espacio y de claridad)
—¿Debe preocuparnos que nuestro café sea carcinógeno?
—El difunto estadístico Hans Rosling decía que debemos distinguir entre aquello que suena atemorizante y lo que es verdaderamente peligroso. Esto significa que el solo hecho de que algo pueda ser carcinógeno, o provocar cáncer, no es, por sí mismo, una razón para preocuparse. Debemos tener en cuenta las magnitudes.
“La acrilamida en el café tiene la posibilidad de resultar carcinógena en dosis muy altas. En los niveles en los que las personas beben café, no hay ninguna prueba de que debería causar cáncer. Incluso la evaluación [de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos] sobre el potencial carcinogénico de la acrilamida en el café indica que el riesgo es tan bajo que no vale la pena preocuparse”.
—¿Cuál es el impacto general del café en la salud, con todo y la acrilamida?
—El número abrumador de pruebas que existen en este momento indican que es bueno para la salud. Podríamos decir que si los letreros de California hacen que la gente deje de tomar café, estarían perjudicando, más que beneficiando, su salud.
—¿Tenemos alguna idea del porcentaje de casos de cáncer relacionados con el consumo de algún alimento?
—En los países del Reino Unido se afirma que cerca de 40 por ciento de esos casos pueden ser prevenidos mediante cambios en el estilo de vida [que incluyen dejar de fumar, disminuir el consumo de alcohol y evitar ciertos químicos en los alimentos]. Y esto también incluye al ejercicio. Está demostrado que la obesidad aumenta el riesgo de cáncer.
—¿Evita usted personalmente algún alimento debido a su riesgo de provocar cáncer?
—Usemos como ejemplo el tocino, que me encanta. El tocino es carcinógeno, un carcinógeno de Clase 1, que está en la misma categoría de los cigarrillos, pero eso no significa que produzca el mismo daño que estos; significa únicamente que las pruebas de que es carcinógeno son de la misma calidad que [las pruebas de que] los cigarrillos [son carcinógenos].
“La mejor manera de poner esto en perspectiva es preguntarnos: ¿Qué significa esto para 100 personas? Si 100 personas dejan de comer emparedados de tocino, seis de ellas contraerán cáncer intestinal. Y si esas 100 personas comen un emparedado de tocino todos los días de su vida, siete de ellas contraerán cáncer espinal.
“Así que yo no como tocino todos los días, y ni siquiera cada semana. Pero no voy a dejar de comerlo”.
—¿Cómo aconseja usted a las personas que evalúen las advertencias?
—Con un profundo escepticismo, especialmente aquellas que afirman que existe una relación entre un resultado indeseable y una exposición cotidiana. Yo las llamo historias de “los gatos causan cáncer”, y a los periodistas les encantan.
“Siempre que vea un encabezado que diga que algo aumenta el riesgo, no lo tome en cuenta, a menos que puedan demostrar realmente que es peligroso, en lugar de ser simplemente alarmante”.
—¿Qué hay de malo con advertir que algo puede ser carcinógeno? Más vale prevenir que lamentar, ¿no es cierto?
—Me parece que los letreros como los de California son muy perjudiciales porque hacen que las personas desestimen las verdaderas advertencias de salud, como ejercitarse más, tener una mejor alimentación, disminuir su consumo de alcohol, dejar de fumar. Ese tipo de consejos son extremadamente válidos y valiosos, y todos deberíamos prestarles atención. Los anuncios estúpidos solo dañan la reputación de los buenos consejos de salud.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek