EN UNA CAMINATA NOCTURNA por los bosques tropicales del sur de China, el investigador Matjaz Kuntner y sus colegas notaron un hilillo de seda de araña del que pendía una hilera de extrañas hojas. Se acercaron para inspeccionarlas, iluminando con sus linternas la singular aparición. Y, entonces, una de las hojas se movió.
“Al observar con detenimiento, nos dimos cuenta de que una de las hojas no era tal, sino una araña”, recuerda Kuntner, aracnólogo del Centro de Investigación de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes. “Me sorprendió sobremanera”.
Muchas especies de insectos semejan hojas, pero ese era el primer arácnido conocido que imitaba el follaje. Esta forma de mimetismo, en la que los animales se hacen pasar por objetos poco interesantes y no comestibles para evadir a los depredadores, se conoce como enmascaramiento.
La araña, que Kuntner y sus colegas describen en un estudio publicado el mes pasado en Journal of Arachnology, es notable por su forma y patrón de color. En la parte superior imita la vegetación fresca, mientras que en su parte inferior es parda y moteada, y semeja una hoja marchita.
Más tarde, los investigadores registraron el área para obtener más especímenes, pero solo encontraron un individuo juvenil. El animal es del género Poltys, un grupo de arañas tejedoras de orbes que viven en China y producen telas circulares distintivas. Los científicos aún no le han asignado un nombre de especie.
La araña es nocturna y se pasa los días haciendo su mejor imitación de una hoja. Es capaz de seleccionar hojas con tonos similares a su cuerpo, lo que le permite camuflarse de manera más eficaz, dice Kuntner. Es probable que esa táctica le sirva para no convertirse en la cena de animales que comen arañas, como avispas y aves. Sin embargo, al caer la noche teje una red con forma de orbe para atrapar a sus presas.
“Este estudio es un gran ejemplo de las oportunidades ilimitadas de descubrimiento científico que se presentan a todos los individuos observadores [que] abrazan y exploran el mundo natural que los rodea”, dice Eileen Hebets, aracnóloga de la Universidad de Nebraska-Lincoln, quien no participó en la investigación. “Todavía hay mucho que desconocemos de nuestro mundo natural, y si nos detenemos y, simplemente, nos tomamos el tiempo para observar, haremos descubrimientos significativos”.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek