Un triple feminicidio volvió a conmocionar a la sociedad argentina, días después del movimiento de marchas contra la violencia machista que hubo en diversas ciudades de América Latina y España, que tuvo lugar el miércoles 19 de octubre.
Un hombre de 30 años asesinó a su ex pareja, la hermana de ésta y la abuela de ambas, e hirió de gravedad a una bebé de siete meses, y a un niño de 11 años en Godoy Cruz, un barrio residencial de la provincia de Mendoza.
El agresor fue detenido poco después del hecho. Los menores están hospitalizados en estado grave.
Y es que, en América Latina sólo 16 países, menos de la mitad de los países en la región, tienen una legislación para asegurar que el feminicidio sea adecuadamente investigado y castigado.
Argentina es uno de ellos, país que ocupa el segundo lugar con mayor número de feminicidios en la región, por detrás de Honduras, y por encima de Guatemala.
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Phumzile Mlambo-Ngcuka, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, dijo en un comunicado que la organización “está profundamente preocupada por la brutal violencia sexual y el asesinato de mujeres y niñas que ha sido recientemente señalada por las mujeres en Argentina y que repercute en toda América Latina y más allá (…) Más allá de los costos personales inaceptables, se revelan profundos y perjudiciales fallos de la sociedad que últimamente tienen un alto costo en la pérdida de progreso en cada país”.
“Unimos nuestras voces a todos aquellos que dicen ‘Ni una menos’ y llamamos a acciones urgentes en todos los niveles, desde los gobiernos hasta las personas que impulsan cambios, para prevenir que no haya ni un solo asesinato más. La violencia contra las mujeres y las niñas debe parar”, añade.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) “hace un llamado a aplicar medidas innovadoras y efectivas para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres latinoamericanas y caribeñas, en un momento en que las sociedades en varios países de la región se han levantado para exigir el fin de la violencia de género y de las desigualdades que atentan contra su bienestar y calidad de vida”.
En el informe, Autonomía de las mujeres e igualdad en la agenda de desarrollo sostenible, la secretaria ejecutiva Alicia Bárcena, dice que “los nuevos retos que enfrenta América Latina y el Caribe demandan políticas públicas innovadoras y efectivas que sostengan y sean sostenidas por una arquitectura para la igualdad de género basada en instituciones sólidas y articuladas, así como en procesos de transversalización y participación claros”.
Tan sólo en Argentina hubo 225 mujeres asesinadas en 2014, cifra que se elevó a 235 en 2015, según información del Registro Nacional de Feminicidios de la Corte Suprema de Justicia.
Apenas unas horas después de la marcha #NiUnaMenos de la semana pasada, un hombre mató a golpes a su hermana de 35 años, también en la provincia de Mendoza, lugar donde a principios de año fueron drogadas y asesinadas las turistas ecuatorianas Marina Menegazzo y María José Coni.
Un día antes de la marcha, en Mar del Plata, una estudiante de 19 años fue secuestrada y violada.
Unas 60 mil mujeres y niñas son asesinadas cada año, de acuerdo con datos de ONU Mujeres, con frecuencia como una escalada de violencia doméstica.
A nivel mundial, de los 25 países que concentran el 50 por ciento de los feminicidios, 14 están en América Latina. Guatemala, Honduras, El Salvador, Argentina y México encabezan la lista.
“El cambio debe suceder a muchos niveles, tanto en las estructuras culturales como físicas de nuestras sociedades (…) No es la responsabilidad de un solo sector, pero sí un esfuerzo colectivo y coordinado. Llamamos a que los gobiernos reconozcan la magnitud y las implicaciones de la violencia contra las mujeres y las niñas, y se comprometan a recoger datos con los cuales cuantificarla y no sólo a proveer servicios para las sobrevivientes y víctimas, sino a incrementar sustantivamente una fuerte acción judicial para lograr el cierre de casos y las respectivas condenas; además de esfuerzos constructivos y creativos para prevenir y castigar todos los crímenes violentos contra las mujeres y las niñas”, concluye Phumzile Mlambo-Ngcuka.