YO SOY SIDNEY BLUMENTHAL. Al menos eso es lo que el presidente ruso Vladimir Putin y, de alguna manera, Donald Trump, parecen creer. Y esto debería plantear serias preocupaciones no solo sobre los intentos de Moscú de manipular la elección presidencial estadounidense, sino también sobre la forma en que Trump terminó comunicando a los votantes estadounidenses información falsa proveniente de un documento alterado.
Un correo electrónico supuestamente enviado por Blumenthal, confidente de Hillary Clinton y uno de los hombres que están en el centro de muchas teorías conspiratorias conservadoras, apareció en el documento publicado el 7 de octubre por WikiLeaks. Los organismos de inteligencia estadounidenses han advertido repetidamente que piratas informáticos rusos tratan de interferir en la próxima elección, y muchos registros robados de varias organizaciones del Partido Demócrata han sido transmitidos a WikiLeaks; pero ahora que yo he sido arrastrado en el centro de todo este desorden puedo decir que Newsweek tiene más pruebas que indican que los rusos están involucrados en esta guerra cibernética… Y que son realmente tontos.
Todo surgió debido a la incompetencia de Sputnik, el servicio ruso de noticias y radio en línea establecido por Rossiya Segodnya, la agencia noticiosa controlada por el gobierno, que tomó palabras escritas por mí para Newsweek hace más de un año y se las atribuyó a Blumenthal.
Los documentos de WikiLeaks son correos electrónicos tomados de la cuenta de John Podesta, presidente de la campaña de Clinton. Poco después de que surgieron los miles de documentos robados, Sputnik informó acerca de un sorprendente correo incriminatorio de Blumenthal, en el que se le relacionaba a él y a Podesta con Benghazi, el tema de los febriles sueños de los políticos conservadores. Aparentemente, esto probaba por fin que Clinton era totalmente responsable del ataque contra el puesto de avanzada en Libia en 2012. Sputnik incluso declaró que el correo electrónico debía ser la “sorpresa de octubre” que podría hundir la campaña de Clinton.
Pero alguien había alterado un documento real publicado por WikiLeaks para crear una historia falsa, la cual fue promocionada por Trump en uno de sus mítines.
Aunque es poco conocida en Occidente, Sputnik ha sido desde hace mucho tiempo una preocupación para la comunidad de inteligencia estadounidense. En un informe clasificado enviado la primavera pasada a los Comités de inteligencia del Congreso, así como una carta mandada el 23 de septiembre por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, se indica que Sputnik es un participante clave en la campaña de desinformación de Rusia para utilizar la incursión de piratas informáticos y otras técnicas para interferir en la elección estadounidense y fortalecer la influencia mundial de Moscú.
“Troles rusos y otros actores cibernéticos publican comentarios en internet, mantienen blogs, contradicen a los periodistas y las narrativas de los medios ‘prooccidentales’ y difunden información a favor de Rusia en las redes sociales”, se indica en la carta.
La manera en que se difunden documentos alterados puede ser bastante compleja, de acuerdo con funcionarios estadounidenses de inteligencia actuales y anteriores. En ocasiones, aparecen en algún medio ruso o se difunden a través de una red de blogueros, tuiteros y otras personas de origen ruso que se encuentran activas en las redes sociales; después son recogidos por publicaciones en Moscú u otros medios bajo la influencia del Kremlin. El objetivo es hacer que las historias falsas sean hechas circular por más blogueros rusos o en las redes sociales; posteriormente, estas falsedades adquieren impulso y son retuiteadas o republicadas por personas que desconocen su origen. El resultado final deseado: estas afirmaciones se retoman en Occidente.
Trump y Clinton han sido informados acerca de esta campaña rusa, de acuerdo con un funcionario del gobierno que posee un conocimiento directo sobre la investigación de los organismos de inteligencia estadounidenses sobre la campaña rusa de ataques informáticos y que habló con la condición de mantenerse en el anonimato, y unas cuantas semanas antes, funcionarios estadounidenses pronosticaron que pronto aparecerían documentos manipulados. El 6 de octubre, 16 antiguos funcionarios de inteligencia de alto nivel, senadores y otros expertos en seguridad nacional publicaron una carta de advertencia. “Es imperativo que nos centremos en la amplia campaña de desinformación que está en marcha. Lo que ocurre en Estados Unidos sigue un conjunto de reglas rusas bien conocidas”, escribieron los funcionarios. “Primero filtran información atractiva y verídica para adquirir credibilidad. El siguiente paso: publicar documentos falsos que lucen igual a los primeros. Esto deja a la persona desacreditada en la posición de negar la autenticidad ante la despiadada corte de la opinión pública, unas cuantas semanas antes de una elección”.
De acuerdo con estos funcionarios, Rusia ha hecho esto en Estonia, Georgia, Ucrania, los Países Bajos y Alemania. “El proceso ha comenzado y se ha preparado el escenario para la introducción de información falsa”, escribieron los expertos en seguridad nacional. “El hecho de alterar documentos robados y presentarlos al público no es cosa de películas de espías. Es una práctica comprobada de la inteligencia rusa y esperamos que ocurra aquí”.
Para comprender la importancia del correo electrónico falso de Blumenthal (y lo complacidos que debieron estar Putin y sus compinches del Kremlin cuando fue considerado como un documento real), debo citar los principales párrafos de ese texto de Sputnik:
“En una importante revelación del segundo conjunto de correos electrónicos de WikiLeaks enviados por John Podesta, el presidente de la campaña de Clinton, se supo que Sidney Blumenthal, el principal confidante [sic] de Hillary, pensaba que la investigación acerca de Benghazi era legítima porque ‘había podido prevenirse’ y que era resultado de un acto de negligencia del Departamento de Estado.
“En un correo electrónico titulado ‘La verdad’, enviado por Sidney Blumenthal, el principal confidante de Hillary, el consejero escribió a destinatarios no revelados diciendo que ‘un punto importante que ha sido reconocido universalmente en nueve informes anteriores acerca de Benghazi: el ataque pudo prevenirse casi con toda seguridad’ en lo que podría ser la gran sorpresa de octubre de la publicación de WikiLeaks de correos electrónicos de John Podesta, el presidente de la campaña de Clinton”.
Luego aparece la cita explosiva:
“‘Clinton estaba a cargo del Departamento de Estado y no protegió al personal estadounidense que se encontraba en un consulado de ese país en Libia. Si el Partido Republicano desea plantear esto como un argumento en contra de ella, es algo legítimo’, dijo Blumenthal, desmintiendo el argumento del Partido Demócrata de que la investigación acerca de la gestión de Clinton en el Departamento de Estado en el momento del ataque no era más que una cacería de brujas”.
¿QUIÉN ESTÁ AL MANDO? Funcionarios de inteligencia estadounidense han advertido que Rusia lleva a cabo una agresiva campaña de propaganda para influir en la elección. Foto: DAVID GOLDMAN/AP
Cuando leí estas palabras, me parecieron realmente conocidas. Y lo eran, pues yo las había escrito. Sputnik citaba dos frases de un artículo de 10 000 palabras que escribí para Newsweek en octubre de 2015, el cual fue enviado por Blumenthal a Podesta. No había duda de que Blumenthal estaba citando a Newsweek; el nombre de la revista y las menciones de fotografías aparecían a lo largo del artículo. De hecho, el correo electrónico tenía 75 páginas cuando fue impreso. Las frases citadas por los rusos se encontraban en la página 19, después de 22 menciones diferentes de que las palabras provenían de Newsweek.
Sputnik había utilizado mi párrafo de “desde luego”, el único en el que se dice que existían críticas legítimas en relación con Clinton y Benghazi, todas las cuales habían sido reconocidas en nueve informes acerca del ataque y por la misma exsecretaria de Estado. Sin embargo, ese no era el tema central de mi nota, titulada “Biopsia de Benghazi: Una guía exhaustiva de una de las peores atrocidades políticas de Estados Unidos”. La nota trata acerca de la obscena politización del ataque en el que murieron cuatro estadounidenses y en ella se atacaba al Comité Republicano sobre Benghazi, que participaba en un juicio como espectáculo político. Esta es la verdadera recapitulación de mi artículo, que no fue citada por Sputnik:
“Difícilmente se puede exagerar la importancia histórica de este momento… El asombroso poder del gobierno, que permite que los funcionarios revisen minuciosamente casi cualquier cosa que exijan y que obliguen a cualquier persona a hablar o a sufrir la vergüenza de acogerse a la Quinta Enmienda, ha sido desatado para fines puramente políticos. Es imposible considerar lo que el Comité de Benghazi ha hecho como otra cosa que no sea una investigación política financiada por los contribuyentes sobre la candidata presidencial del partido opositor. Existen pocos puntos de comparación con la historia previa de Estados Unidos. Vienen a la mente los intentos de Richard Nixon de utilizar el Departamento de Hacienda para investigar a los que consideraba sus enemigos. Lo mismo pasa con la cacería de comunistas del senador Joseph McCarthy en la década de 1950, con temerarias acusaciones de traición dirigidas contra miembros del Departamento de Estado, generales del ejército e, incluso, contra el secretario de Defensa… Sin embargo, las consecuencias son peores que la manipulación del proceso electoral… Los republicanos han comunicado a sus militantes globales que, aun con ataques limitados con pocas bajas, pueden influir en la dirección de las elecciones en Estados Unidos”.
Pocas horas después de que apareció el artículo de Sputnik, Donald Trump soltó la misma mentira. En un mitin realizado en Wilkes-Barre, Pennsylvania, Trump habló mientras sostenía un documento en su mano. Le dijo a la multitud que era un correo electrónico de Blumenthal, a quien llamó “el sórdido Sidney”.
“Esto acaba de llegar hace poco —dijo Trump—. Tengo que decirles esto”.
Y luego, leyó las palabras de mi artículo, en la forma en que fueron citadas erróneamente por Sputnik. “[Blumenthal] admite ahora que pudieron haber hecho algo acerca de Benghazi”, señaló Trump, arrojando el documento al piso. “Esto acaba de salir a la superficie hace muy poco”.
LA MULTITUD ABUCHEÓ Y COREÓ “¡ENCIÉRRALA!”
Después de que Newsweek expuso el papel de Sputnik en este falso correo electrónico de Blumenthal, algunos reporteros sugirieron que un tuit de una cuenta anónima podría haber sido la fuente del artículo ruso o de la declaración de Trump. En una imagen adjunta a dicho tuit se mostraban las frases en cuestión, pero no se proporcionaba ningún indicio de que provinieran de un correo electrónico. La cuenta de Twitter en cuestión es bastante inusual: ha publicado un promedio de 285 tuits al día acerca de la política estadounidense desde que fue creada en febrero pasado (el tuit de Blumenthal fue eliminado poco después). Pero el debate sobre si Trump citó documentos alterados provenientes de un tuit o de Sputnik pasa por alto lo más importante. En efecto, la imagen del tuit pudo haber sido propaganda anónima creada por una persona no rusa que buscó a través de miles de palabras hasta encontrar frases que pudiera atribuir a Blumenthal. O pudo haber sido distribuida a través de las redes sociales como parte del esfuerzo ruso para citar un correo electrónico alterado en Sputnik; esto coincidiría con las prácticas descritas por el funcionario del gobierno que habló con Newsweek. En otras palabras, a pesar de saber, a partir de informes de inteligencia, que estaba en marcha una importante campaña de desinformación orquestada por Moscú, Trump pudo haber tomado información de documentos anónimos y manipulados obtenidos de internet (un engaño perpetrado por rusos o no rusos) y presentarla como un hecho comprobado.
¿Cómo ocurrió esto? ¿Qué miembro de la campaña de Trump le entregó esas falsas afirmaciones? ¿Y cómo una persona que desea ser presidente recita intencionadamente propaganda no confirmada? La campaña de Trump no respondió a la solicitud de Newsweek para ofrecer un comentario.
No, Sr. Putin, no soy Sidney Blumenthal. Pero tengo una importante pregunta para el Sr. Trump: ¿Por qué no toma en cuenta sus informes de inteligencia?
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek