Las crónicas que el periodista Manu Ureste publica hoy en día en nada se parecen a aquellos textos que componía cuando era niño y viajaba por su natal España. A los ocho años, debido al trabajo de su padre, recorría muchas ciudades de su país y solía escribir sobre esos viajes: dónde paraban, cómo llovía, con qué personas se encontraban. Esos escritos, sin embargo, fueron sus primeros pasos en un oficio que con el tiempo lo llevarían a especializarse en la crónica periodística.
Su libro más reciente, Vivir con el narco, es prueba de ello. En poco más de 300 páginas esta obra documenta, narra y explica las consecuencias inhumanas de una guerra que ha trastocado el camino de México y que ha dejado un enorme rastro de muerte, dolor y angustia.
Mediante testimonios y narraciones que ponen el foco en las víctimas que padecen y soportan la violencia y no en el morbo de la sangre, Vivir con el narco (editorial Grijalbo, 2024) retrata el cosmos sobajado por los tentáculos del narcotráfico, el cual va más allá del tráfico de drogas.
Además del carácter informativo y el rigor documental del periodismo, Manu Ureste echa mano de las herramientas retóricas de la literatura para generar un mayor impacto en el lector al describir los padecimientos de las personas migrantes, las elecciones infiltradas, las fosas clandestinas, la desaparición de personas, los secuestros, los desplazamientos forzados, la toma de localidades, los reclutamientos forzosos, la corrupción del Estado y otros temas detonados por los cárteles de la droga.
MÉXICO ESTÁ VIVIENDO SU ÉPOCA MÁS OSCURA: MANU URESTE
“Estas crónicas abarcan buena parte de los últimos tres sexenios y buena parte del país, y al final creo que forman un mosaico muy amplio de voces de lo que está haciendo la guerra contra el narco y en qué nos ha convertido”, dice Manu Ureste en entrevista con Newsweek en Español. “Creo que México hoy en día está viviendo su época más oscura desde que es un Estado moderno, una democracia. Y el objetivo del libro es ese, contar cómo esta violencia, como dice Ricardo Raphael, se nos metió por debajo de las uñas de manera muy profunda e inevitable”.
Algunas de las crónicas que conforman esta obra son inéditas y otras se han publicado en Animal Político, el medio nativo digital en el que el periodista español ingresó en 2012. Hace poco más de una década, cuando entró a trabajar en ese portal de noticias, el director editorial, Daniel Moreno, solía decirle: “Yo necesito un periodista, no un poeta, ¿está claro?”.
“La verdad es que yo siempre tuve la ilusión de escribir un libro de crónicas”, abunda Manu Ureste. “Es un género que me gusta mucho y se me da modestamente bien. Creo que con este libro conseguí no solo incluir la narrativa, sino un trabajo periodístico de campo y un trabajo de datos y de fondo para darle una mayor profundidad a los textos”.
Algunos de los artículos integrados en Vivir con el narco han merecido reconocimientos y distinciones. Uno de ellos, por ejemplo, se publicó en inglés en la revista estadounidense NACLA; otro apareció en Spotify como parte de un pódcast; uno más fue finalista del Premio de Periodismo Gabriel García Márquez en Colombia; y otro ganó el premio de Periodismo Derechos Humanos “Miroslava Breach-Javier Valdez”.
CÓMO ES VIVIR CON EL NARCO
Manu Ureste considera que el crimen organizado hace muchos años dejó de ser un grupo de criminales que se dedicaba solo al tráfico de drogas y que, mientras la gente no se metiera con ellos, no representaba ningún problema ni riesgo para la sociedad.
“Hoy la víctima del narco en México es prácticamente toda la población mexicana y todos los que vivimos en el país”, reflexiona. “Antes la narrativa era que se mataban solo entre ellos o que si asesinaban a tal persona o a esos jóvenes es porque andaban en algo malo”.
“En la actualidad hemos visto, y las crónicas del libro así lo exponen, que hay víctimas de todo tipo. Por ejemplo, están las víctimas recurrentes, como las personas migrantes extranjeras; son recurrentes porque son muy fáciles de desaparecer, de secuestrar, de violentar, de violar, de extorsionar, pues viven clandestinamente, en la invisibilidad. Pero también hay víctimas desplazadas, secuestradas o madres y padres buscadores de seres queridos”, agrega.
En el libro hay también una gran presencia de jóvenes que, a falta de oportunidades y por culpa del reclutamiento forzoso, se integran al crimen organizado. Y otras crónicas retratan la situación en las comunidades indígenas, que también se han convertido en víctimas de la violencia no solo de los cárteles, sino en destinatarias de la ferocidad del Estado.
UN LIBRO DONDE HAY ESPACIO PARA LA ESPERANZA
“Por esa razón todos hemos cambiado muchos de nuestros hábitos más cotidianos”, reflexiona el periodista nacido en Murcia hace 43 años. “Por ejemplo, cuando vas a viajar analizas qué carreteras son peligrosas o si es riesgoso ir de vacaciones a tal lugar porque ahí hay balaceras, desapariciones, levantones, etcétera”.
Lector voraz de escritores como Richard Kapuscinski, Ernest Hemingway, Truman Capote, Jon Lee Anderson, Martín Caparrós y Gay Talese, advierte que Vivir con el narco no es una obra fácil de leer, ni mucho menos de recomendar: “No es un libro del que yo diría a alguien: espero que te guste. No, ese no es el propósito, no es para gustar.
“No obstante —continúa—, si bien es duro, crudo y pinta cómo está el México actual en cuanto a la violencia, también es un libro donde hay espacio para la esperanza. Me gusta que mis textos de alguna forma ofrezcan esperanza, como la madre buscadora que dice: bueno, hoy nos vamos tristes porque encontramos varios cuerpos y no sabemos si algunos son de nuestros hijos o hijas desaparecidas, pero mañana volveremos con más ganas. Siempre hay ese toque de decir: no todo está perdido. Hay momentos que te tocan muchas fibras: hay ternura, solidaridad, entrega, sacrificio, una mezcla de emociones”.
DARLES VOZ A LAS VÍCTIMAS, EL PROPÓSITO DE MANU URESTE
Uno de los sellos distintivos del medio donde trabaja, Animal Político, es darles voz a las víctimas que no la tienen, las víctimas silenciadas; por esa razón considera que su libro es también un grito de rabia de las víctimas contra la impunidad y la apatía de la sociedad. “Sí, porque en ese no todo está perdido y en ese toque de esperanza están precisamente las víctimas.
“Por ejemplo, las madres buscadoras son un dechado de esperanza, de empatía, de heroicidad —razona—. Son madres que un día se ganaban la vida vendiendo quesadillas y al otro día estaban buscando y rascando la tierra en lugares donde los halcones del narco las amenazan, las vigilan o las matan. Pero ellas están ahí no solamente para buscar a sus seres queridos, sino a los más de 100,000 personas desaparecidas en el país”.
De acuerdo con el periodista, la crisis de las personas desaparecidas es un tema que los gobiernos, tanto el actual como los anteriores, han intentado esconder bajo la alfombra de la apatía. “Nadie quiere saber nada de desaparecidos, pero es nuestra gran tragedia”, considera. “Las desapariciones en México es la gran crisis silenciosa: más de 100,000 personas desaparecidas y miles de personas buscándolas en fosas clandestinas del narco, pidiéndoles permiso a los narcos para buscar a sus seres queridos y mantener viva la esperanza de encontrarlos algún día”.
Entonces, concluye Manu Ureste, la obra tomará al lector de la pechera y le generará, sí o sí, muchas emociones. “No es un libro que al lector lo dejará indiferente ni aburrido. Y si dentro de esos sentimientos se genera un mínimo de empatía hacia las víctimas invisibilizadas porque estamos anestesiados como sociedad, yo creo que el objetivo se habrá conseguido”. N