Cada vez es más frecuente y habitual escuchar sobre feminismo, tanto de la voz de mujeres como de hombres, particularmente en contextos políticos, económicos y laborales preponderantemente; pero ha trascendido otros contextos sociales.
Derivado de esta “comercialización” en la retórica del término, en ocasiones resulta complejo identificar la raíz o ideologías del movimiento feminista, lo anterior da oportunidad a la confusión o en su caso, la manipulación de los objetivos que este busca según la interpretación de quién lo articula.
Los Orígenes del Feminismo en México
Es importante mencionar que, en México los orígenes del feminismo se situaron en la península de Yucatán con los dos primeros congresos feministas del país (1916); teniendo como influencia los debates y demandas de las mujeres en EUA sobre la libertad sexual y el control de la natalidad. Las mexicanas que hicieron visibles la necesidad de reconocimiento de estos derechos, también lucharon por la igualdad y participación de las mujeres para incidir en la vida política del país; entre las cuales podemos mencionar a: Elvia Carrillo Puerto y Hermila Galindo, entre otras.
El punto de encuentro de estas luchadoras sociales y todas aquellas que se involucraron en estos congresos, se encontraba no solo en su búsqueda por el reconocimiento de la sociedad y el Estado respecto de las mujeres como sujetas de derechos en todos los ámbitos sociales, así como en la vida privada referente a la autonomía de su cuerpo a través de la maternidad voluntaria; sino que también versa en tres aspectos identificables tanto en nuestras connacionales como en todas las mujeres en el mundo que impulsaron, defendieron y conformaron este movimiento desde sus orígenes: letradas, su reconocimiento de la desigualdad histórica de la mujer frente al hombre y su concurrencia en la ideología de izquierda.
Cómo nace la izquierda
Es importante mencionar que la izquierda surgió en el marco de la revolución francesa que tenía como estandarte la igualdad, libertad y fraternidad; aunque esta no contemplaba en sus principios a las mujeres, cómo lo evidencio Olympe des Gouges en su texto “Derechos de la Mujer y la Ciudadana” (1791).
Lo que resulta rescatable de esta época respecto a la ideología de izquierda que se fraguó, es que buscaba subvertir el orden social referente a la desigualdad de las clases oprimidas a través de medios democráticos que visibilizaran estas diferencias y establecer mecanismos que acabaran con los privilegios favoreciendo el reconocimiento de ciertos derechos, teniendo como base el principio de igualdad de las y los individuos.
En México tuvimos un importante desarrollo de las ideologías de izquierda en los años 70´s, pero anteriormente ya se venía desarrollando particularmente el comunismo que favoreció, aunque lentamente; el reconocimiento del sufragio femenino en 1953, mismo que fue propuesto desde los congresos feministas pero por primera vez presentado como propuesta de ley, por el presidente Lázaro Cárdenas, quien en conjunto con feministas, políticos y gobernantes reconocían en la mujer una fuerza política importante y por tanto buscaban incentivar su participación en la misma. Todos ellos también se reputaban en la izquierda.
La Doble Militancia
Más adelante esta participación de las mujeres en la vida política y pública del país se conoció como la doble militancia, referente a aquellas que convergen tanto en el movimiento feminista como en la vida política desde una perspectiva de izquierda.
Gracias a estas feministas de izquierda como Marcela Lagarde y Martha Lamas, en nuestro país actualmente el feminismo ha logrado para las mujeres, incluso aquellas que no se identifican con el movimiento: el derecho a una vida libre de violencia, derecho al aborto seguro y legal para una maternidad voluntaria, derechos laborales, políticos, reproductivos y económicos; entre otros que al menos DE IURE podemos hacer presentes pero en realidad aún están en proceso de construcción.
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Hoy en México, podemos hablar que existe una agenda feminista articulada en las políticas públicas, la cual no solo es posible gracias a que tenemos a la primera presidenta al mando; sino porque también por primera vez se ha reconocido a través de la reforma de igualdad sustantiva vigente que las mujeres hemos sido discriminadas histórica y sistemáticamente, tanto por la sociedad como por el Estado basado en una cultura patriarcal que ha favorecido el androcentrismo y por tanto se reconoce la necesidad de crear mecanismos tendientes a detener la invisibilización de las mujeres. N
Ana Gabriela Cabrera es Abogada, Pedagoga, Feminista y Doctorante en Derecho.