Hace unas semanas, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, nombró como secretario de salud a Robert Kennedy Jr, ex candidato independiente a la presidencia de ese país, el cual declinó a su favor en agosto. Se trata de un personaje controversial por su dura posición pública en contra de las vacunas para contrarrestar el Covid-19. Pero ese abogado ambientalista no solo es conocido por ser sobrino del expresidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, sino también por su constante crítica a la alimentación basada en comida chatarra y procesada, predominante en Estados Unidos.
El político ha llegado con la promesa de elaborar estrategias que penalicen a las grandes empresas productoras de comida chatarra y refrescos azucarados, con el fin de que su consumo disminuya significativamente, mientras se da apoyo a todos los productores locales de comida saludable no procesada, (como comerciantes de frutas, verduras, legumbres, lácteos) ya que sus altos costos por la inflación (en gran parte originados por los apoyos gubernamentales a las guerras de Ucrania e Israel) han impedido a la clase media-baja adquirir esos productos.
En México, la situación no es tan diferente, ya que según reportes recientes del sector de salud de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) 4 de cada 10 personas mayores de 15 años padece obesidad en nuestro país, lo que nos coloca como el segundo país con mayor porcentaje de población con obesidad, sólo por debajo de Estados Unidos. Situación que nos ha llevado, según la Federación Internacional de Diabetes, a tener un estimado de 14 millones de personas diabéticas en 2021, aunque se estima que aumentará hasta más de 21 millones de personas para el año 2045.
Esta situación tiene a nuestra población llena de enfermedades crónicas, lo que ha llevado a nuestro sistema de salud público a ser rebasado. Es por esto que el nuevo secretario de salud de nuestro país, el Dr. David Kershenobich, ha dicho que la nueva estrategia de salud para este sexenio se basará en la prevención cómo prioridad. Lo que nos hace replantearnos si el problema de obesidad de México únicamente tiene que ver con la cultura alimenticia de nuestra población o si la mala alimentación está fuertemente relacionada con la economía de nuestra gente y su escaso poder adquisitivo, lo que nos lleva como país a basar nuestra dieta en comida chatarra y procesada, debido a su bajo costo.
Es importante decir que el Dr. David Kershenobich, ha estado alarmando a la población desde hace varios años, cuando se desempeñaba como director del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, una de las instituciones médicas de mayor prestigio de nuestro país, debido a su alto nivel de investigación en áreas de la salud. Creo que la postura del Dr. Kershenobich ayudará a concientizar a la población, aunque debemos darnos cuenta que el problema va más allá de solo realizar campañas educativas, sino que también se debe dar apoyo a los sectores de agricultura para que los alimentos saludables puedan ser de nuevo accesibles para toda la población, como lo era hace apenas unas décadas.
A pesar del discurso del secretario de salud de México que menciona la inversión pública para mejorar las condiciones de salud basándose en la prevención, la realidad es otra. Ya que lamentablemente la secretaría de salud ha sido de las áreas más castigadas en temas presupuestarios para el 2025, recibiendo un recorte del 34%, lo que equivale a 34 mil 420 millones de pesos. Dinero que hará falta para realizar esas campañas de prevención.
Ese recorte de presupuesto le pega a todo el organigrama de salud, ya que se verán afectados desde los centros de salud en zonas marginadas, hasta las instituciones más prestigiosas de esta dependencia, como es el caso del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, ubicado en la Ciudad de México, que fue dirigido durante 10 años por el actual secretario de Salud, quien dejó el cargo hace apenas dos años, ahora enfrentará un recorte presupuestal del 12.3%, equivalente a 337.8 millones de pesos. Por lo que si nos comparamos con Estados Unidos, país que se encuentra en la situación similar de índices de obesidad, de acuerdo con la OCDE, mientras ellos gastan un 16.8% de su PIB en salud, nosotros únicamente el 5.5% (tomando en cuenta el gasto público y privado), siendo un 8.8% el promedio de PIB destinado entre los países miembros de la OCDE.
Situación que complica la gestión del secretario de salud, ya que si bien cuenta con la capacidad, preparación y estrategia para combatir las enfermedades que atacan a nuestra población por la obesidad, no cuenta para nada con las herramientas necesarias para poder hacerle frente a este problema tan terrible en México. Recordemos que mientras se siga castigando el presupuesto de la secretaría de salud, se seguirá castigando la salud de los mexicanos.