Más allá de la supervivencia animal, nuestra naturaleza humana a evolucionado hacia la búsqueda de la mejora continua en nuestro bienestar y de las generaciones por venir. Este impulso nos ha llevado al diseño y experimentación de diversos modelos de convivencia social, en un vaivén de ajustes, avances y retrocesos. Con el crecimiento de la población a nivel mundial, ponernos de acuerdo en qué modelo de convivencia es el óptimo o deseable es una lucha compleja y constante. Considerando que hace 10,000 años la población global se estima en un millón de personas durante el surgimiento de la agricultura, llegando a 50 millones en la era del imperio Romano, 100 millones con el surgimiento de la revolución industrial hace un poco más de 200 años y hoy que superamos los 8,000 millones.
Para convencer a los demás de un modelo en particular, una herramienta comúnmente usada es el decir qué modelo NO se propone. Nuestros argumentos serán más convincentes en la medida que desarrollamos una idea y la conectamos con las emociones de las personas. Una de estas emociones más fuertes es el miedo, por lo que la herramienta más poderosa es crear una idea que genere miedo, odio, desprecio y repulsión, es decir un malo o un monstruo. En la narrativa contemporánea un demonio utilizado es el Neoliberalismo. Pero ¿Qué es el Neoliberalismo?
El Neoliberalismo en su nombre sugiere que es un Liberalismo nuevo, el cual puede ser una versión modificada del liberalismo o un concepto distinto. Por lo que creo conveniente empezar por entender que es el pensamiento colectivo liberal, el OG (original o clásico). El pensamiento liberal tiene sus comienzos en el siglo XVII, con personajes como John Locke que proponía la soberanía popular y la tolerancia religiosa. Posteriormente otros pensadores como Montesquieu, Tocqueville y Adam Smith, entre muchos más, generan ideas que en su colectivo se ha considerado como el Liberalismo. Entre las ideas centrales se considera la igualdad entre las personas, el derecho de los individuos de libremente escoger opciones de vida, que la sociedad esté sujeta al estado de derecho (reglas y acuerdos de convivencia, definidos por la mayoría), así como el cumplimiento de dichas reglas sea administrado por un poder central claramente delimitado y sujeto a la voluntad de la mayoría. Este sistema o modelo de convivencia privilegia las libertades de los individuos en lo económico, político y social (p.e. libertad de culto y expresión). Se materializa en estructuras de gobernanza limitadas que buscan conservar los derechos y libertades individuales, democracia constitucional y la dignificación de la persona.
De este cambio de pensamiento surgieron grandes transformaciones de la humanidad y las sociedades cómo la independencia de los Estados Unidos de América, la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. El pensamiento liberal entonces se arraiga principalmente en occidente y sus ramificaciones geopolíticas. A partir de esos cambios la humanidad alcanzó niveles de prosperidad y crecimiento demográfico sin precedentes en la historia. En 1800 el 80% de la población mundial se estima vivía en pobreza extrema (equivalente a menos de $2 USD por día en la actualidad), para 1950 aproximadamente el 50% y en 2020 se estima que menos del 10% vive en extrema pobreza (Datos del Banco Mundial). Sí el liberalismo generó estos cambios positivos ¿porqué el Neoliberalismo es satanizado?
El Neoliberalismo presupone un cambio en el Liberalismo original, este se puede relacionar con un proceso de divergencia en el pensamiento liberal que surge en el periodo entre la primera y segunda guerra mundial, en un extremo el pensamiento de cero intervenciones del Estado (laissez
faire) y otro un modelo de mercado con una participación más activa del Estado (New Deal, Ordoliberalismo alemán).
Durante un poco más de 100 años de pensamiento liberal, se vive un proceso de acción y reacción, tesis y antítesis, los favorecidos y desfavorecidos, los que quieren mantener el estatus quo y los que creen que no se ha cambiado lo suficiente provocando los totalitarismos, fascismos y extremismo violento. Como reacción a este periodo comienza a surgir el pensamiento Neoliberal, enfocándose en el liberalismo económico. Las primeras ideas se materializaron en 1947, lidereado por Hayek, donde se expresa la preocupación por la desaparición del derecho a la propiedad, el colectivismo y la ineficiencia de la planeación centralizada de los mercados. Sus proponentes vieron la necesidad de no solo recuperar las ideas liberales, sino de hacer cambios y extender sus propuestas en particular en lo económico, promoviendo acciones e instituciones que fortalezcan la adhesión al mercado y el estado de derecho que proteja las libertades individuales.
Las ideas neoliberales fueron propagándose y convirtiéndose en una suelta colección de diversas políticas económicas, llegando a ser la principal forma de gobernanza en occidente para los años 70´s, impulsado por Milton Friedman. Sin duda dichas políticas crearon las condiciones para la creatividad, el emprendimiento, la inversión y la innovación, resultando en un avance tecnológico, crecimiento económico y progreso de la calidad de vida sin precedente. Sin embargo, hoy todos los males de la sociedad se le quieren adjudicar a las mismas políticas, la desigualdad económica, la degradación ambiental, la descomposición social, etc…
En México un arma política popular es el encapsular todos los males en el paraguas del término Neoliberal. El neoliberalismo es una colección de ideas, no es un monolito, y claro habrá algunas de esas ideas que han tenido consecuencias negativas y esas se tendrán que corregir, pero es peligroso descontar todo lo que pueda implicar el Neoliberalismo, en especial el Estado de Derecho, la protección de los derechos de propiedad y las condiciones para la libre competencia que genera la innovación y el progreso. Tal vez solo debemos cambiarle de nombre a un Liberalismo-Retro, similar al ordo-liberalismo alemán, con una economía social de mercado, con un Estado fuerte que asegure el libre mercado y promueva un “estado” de bienestar. N