Mientras se desarrollan la conferencia sobre el cambio climático en París,
debemos estar preparados para que los disidentes traigan a colación historias
viejísimas para socavar el proceso. “La ciencia climática no es
invariable” es una de las favoritas, la cual aún repiten varios candidatos
presidenciales republicanos como una excusa para no actuar sobre el cambio
climático.
Por ello, vale la pena recordar que la gran mayoría de los verdaderos científicos
del cambio climático están realmente de acuerdo en cuanto a la existencia, las
causas y la magnitud aproximada del cambio climático provocado por el hombre. La
mayoría de esas viejas historias han sido refutadas una y otra vez. Es
necesario abandonarlas hasta que se pudran.
Sin embargo, esto no quiere decir que todos los aspectos de las ciencias
climáticas estén totalmente resueltos. Aún quedan incertidumbres, y dado que
los científicos son los verdaderos escépticos, aún discutimos mucho. Estas son cinco
preguntas que seguramente harán hablar a los expertos:
1. ¿Las
nubes intensifican el cambio climático?
Las nubes son difíciles de estudiar porque son disparejas, y por lo tanto, es
difícil hacer un modelo de ellas, además de tener fuertes efectos al enfriar
(durante el día) y calentar (por la noche). Además, estos efectos varían según
el tipo de nube, su altitud, su latitud y la época del año.
Para empeorar las cosas, lo que realmente queremos saber es no sólo qué tan
grande es su efecto neto, sino cómo cambiará conforme cambie el clima, lo que
se conoce como efecto de retroalimentación. Los mejores cálculos que tenemos
ahora mismo sugieren que el efecto es bastante pequeño, pero positivo. Esto
quiere decir que las nubes amplifican cualesquier cambios en el clima,
independientemente de su causa, haciendo que el sistema en conjunto se vuelva
bastante más sensible a la interferencia provocada por el hombre.
Sin embargo, es algo que realmente nos gustaría comprender mucho mejor, y
las nubes han encabezado la lista de incertidumbres en las ciencias climáticas
durante décadas.
2. El
nivel mar está aumentando, pero ¿qué tan rápido?
Esperamos que el nivel del mar aumente conforme el océano se calienta, simplemente
por la expansión térmica regular. Esa es la parte fácil, y no será demasiado ni
muy rápido. Sin embargo, de manera más importante, el nivel del mar aumentará
cada vez más rápido conforme las capas de hielo que están en la superficie terrestre
se derritan (el hielo marino flota y no tiene ningún efecto si se derrite, como
lo descubrió Arquímedes en su bañera).
Curiosamente, sabemos bastante bien cuánta agua está encerrada en las capas
de hielo y, por lo tanto, cuánto aumentará el nivel del mar sí una gran parte
de ellas se derrite. Es mucho: fácilmente podría alcanzar los 10 metros o más. Lo
que no conocemos nada bien es que tan rápido podría ocurrir. Para nosotros, es
muy importante saber si el aumento será de unos cuantos centímetros o varios metros
por siglo, y podría ser cualquier cantidad entre ambos extremos.
3. ¿Debe
preocuparnos la concentración de carbono en el suelo?
El ciclo biológico del carbono es otro ejemplo de un efecto de
retroalimentación climática en el que cualquier cambio en él hace que el clima
sea más cálido (o más frío) conforme se calienta, y viceversa. Las plantas atraen
dióxido de carbono de la atmósfera cuando realizan la fotosíntesis, y lo liberan
cuando respiran o mueren. Esto funciona así en la tierra y en el mar, y se sabe
que la respiración en ambos sitios es afectada por la temperatura, pero no
sabemos tanto de este fenómeno como quisiéramos.
Existen enormes reservas de carbono en el suelo y en los océanos, por lo que
si fueran liberadas por el calentamiento más rápidamente de lo que pensamos,
nuestras proyecciones dejarían de ser válidas. El metano atrapado en el permafrost
ha sido una preocupación particular, pero actualmente, parece probable que será
liberado con bastante lentitud. Sin embargo, la magnitud final de estos efectos
sigue siendo muy incierta.
4. ¿Los
océanos seguirán absorbiendo el dióxido de carbono?
Sabemos que los océanos absorben la mayor parte del calor extra derivado del
calentamiento global, así como gran parte del dióxido de carbono extra que lo
ha provocado. Sin embargo, esto lo hacen bastante despacio, porque los océanos
son muy profundos y el calor y el CO2 tardan mucho tiempo en penetrar más allá
de la superficie. La mezcla entre las aguas superficiales y las aguas profundas
del océano es ayudada por corrientes mundiales “transportadoras”, pero tenemos
pruebas convincentes de que dichas corrientes han variado en el pasado.
¿El cambio climático provocará más variaciones en el futuro? Y si es así, ¿en
qué medida? Aún no lo sabemos con certeza, porque tenemos demasiado pocas
observaciones para establecer los modelos, las cuales no coinciden a este
respecto. Es probable que veamos una ralentización gradual en lugar del tipo de
corte de “punto de inflexión” que aparece en la película The Day After Tmorow
(El día después de mañana), pero no podemos estar seguros.
5. ¿Qué
tanto somos responsables de todo esto?
Aún no es fácil determinar exactamente en qué medida el cambio climático puede
atribuirse a las actividades humanas y cuánto de él es consecuencia de procesos
naturales. Sin embargo, inteligentes estudios de atribución estadística han
analizado las “huellas” de distintos procesos que pueden haber contribuido, los
cuales han dado ahora una clara respuesta: “somos responsables de la mayor
parte de él”. Esta es una base suficiente para emprender acciones, y el hecho
de obtener una respuesta más exacta no cambiará el resultado de manera significativa.
Sin embargo, sería bueno saberlo.
Estos temas aún sin resolver son algunos de los factores principales que
contribuyen a la incertidumbre de nuestras proyecciones para el futuro. Todos
estos procesos están incluidos en los modelos climáticos actuales: refinarlos
podría modificar ligeramente las predicciones en un sentido o en otro, pero es
muy poco probable que puedan cambiar la historia básica.
La otra gran incógnita es, por supuesto lo que haremos nosotros, los seres
humanos. ¿Seguiremos quemando combustibles fósiles a pesar de todo, o realmente
conseguiremos dejar el hábito y pasaremos a utilizar fuentes de energía libres
de carbono? Sin embargo, esa es una pregunta social, no científica.
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Este artículo apareció por primera vez en The Conversation.
John
Shepherd es Miembro de Investigación Magistral de Ciencias del Sistema Terrestre
en la Universidad de Southampton.
Con información de DENIS BALIBOUSE / Reuters