Los
criminales, que con frecuencia tienen extensos conocimientos en informática, se
dedican a todo tipo de delitos: suplantación y robo de identidad, venta de
bases de datos, venta de información personal, fraude, creación de malware,
ataques a sitios, etc. En la actual legislación, se define al hacking como penetración sin daño a un
sistema informático, la cual merece una pena de un año de prisión y una multa;
mientras que el cracking es la sustracción,
modificación o destrucción sin autorización de información contenida en
sistemas o equipos de informática. El ciber crimen se ha convertido en una gran
fuente de dinero, explotada no sólo por individuos sino por organizaciones que
operan alrededor del mundo.
Un estudio realizado en 2014 por el
Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales concluyó que el ciber crimen
drena entre 300 y 450 mil millones de dólares de empresas en todo el mundo cada
año. Esta cifra está en los mismos niveles del tráfico de drogas, que según la
ONU genera ganancias de 320 millones de dólares anuales. Aún así, los datos son
confusos, pues la mayoría de los delitos cibernéticos pasan desapercibidos o
son ocultados por las empresas en un intento de proteger su imagen.
Las principales economías del mundo
son las que sufren la mayoría de los daños; Estados Unidos, Japón, China y
Alemania tuvieron pérdidas de alrededor de 200 mil millones de dólares. Según
Reuters, 40 millones de estadounidenses -alrededor del 15 por ciento de la
población-, 16 millones de alemanes y 20 millones de chinos han sido víctimas
de robo de información personal por hackers.
En cuanto a México, en Centro
Nacional de Respuesta a Incidentes Cibernéticos es el organismo que se encarga
de vigilar y proteger la integridad de la infraestructura tecnológica
estratégica. Fue en enero de este año cuando Enrique Galindo Ceballos,
comisionado general de la Policía Federal, reveló que la mitad de las
agresiones son en contra de los tres niveles de gobierno, 26 por ciento a la
academia y 21 al sector privado. La policía federal ha desactivado 5,550 sitios
ilícitos en internet. Sin embargo, gran parte de los usuarios siguen siendo
susceptibles a hackeos y robos de identidad.
Según un reporte hecho por la empresa
estadounidense Norton, el costo de ser víctima de un crimen en línea va más
allá de lo financiero: consumidores de todo el mundo pierden, en promedio, 21
horas y $358 dólares tratando de mitigar sus efectos. Esto es, en cierta
medida, responsabilidad de los internautas, pues menos de la mitad usa
contraseñas seguras. Además, la práctica de usar una misma contraseña para
todas las cuentas en línea (incluso bancarias) es común. Los Millenials son los
más propensos a compartir sus contraseñas a bancos y empresas.
El
hacking es una actividad cada vez más común. Depende de nosotros cuidar la
seguridad y privacidad de nuestras cuentas. En la medida en que los gobiernos
difundan información y obliguen a las empresas a notificar a sus clientes en
caso de sufrir un ciber ataque, será más difícil para los usuarios ser engañados.