Independientemente de la cultura, las naciones que han tenido aspiraciones imperialistas siempre han hecho de la religión el instrumento más valioso de su ideología política. La creencia en un destino divino que conlleve a su pueblo a “la victoria”, acompañada de una notable expansión territorial que respalde su supremacía y que contenga a Dios como el guía o aliado principal, siempre ha sido el común denominador detrás de la historia que se cuente.
El Destino Manifiesto del Estado Islámico define su curso a partir de “las profecías de Mahoma en torno a “la liberación de su pueblo” y a “la derrota de sus opresores”, y encuentra en la humillación y frustración sentida ante “la imposición de los “cánones globales de Occidente” y en las dictaduras o proyectos fallidos democráticos de la Primavera Árabe sus principales canalizadores contemporáneos. Así pues, en función de esto y a manera de dar inicio al “destino establecido por Alá” en las escrituras, el Estado Islámico deberá recuperar su territorio y terminar con el mundo tal y como lo conocemos.
En su concepción del fin del mundo y expresión máxima de su Destino Manifiesto, “el bien y el mal” se enfrentarán en la mítica ciudad de Dabiq —localidad ubicada en el norte de Siria y nombre de la revista de esta organización—, en donde por “designio de Alá” serán los vencedores. Sin embargo, para que esto suceda es fundamental provocar una “respuesta emocional de Occidente”.
Los ataques terroristas en París son parte de una estrategia fríamente calculada para aterrorizar a la población occidental y provocar que la población de estos países empiece a exigirle a sus gobernantes que redoble los esfuerzos de los ataques aéreos, mandando tropas para acabar con el Estado Islámico —mientras que estos tienen ya todo preparado—. Abriendo la posibilidad de que los ataques en esta ciudad continúen hasta que lo logren. A continuación tres puntos para entender los elementos clave de esta doctrina:
1. Unificación bajo una misma bandera. Una de las primeras “profecías” que el Estado Islámico pretende cumplir es la de unificar al “mundo islámico” bajo una misma bandera. Abarcando partes de España, los estados de la península de los Balcanes, Oriente Medio, África del Norte y grandes zonas de Asia. Cumpliendo así con las órdenes de Alá y liberándolos de “los falsos símbolos del nacionalismo” y de “las cadenas” del Acuerdo Sykes-Picot.
2. Superioridad ante el enemigo por la gracia de Alá. Al ser “los elegidos” para cumplir con el mandato de Alá, este será su mejor aliado y los hará superiores al enemigo, tal y como lo muestran en su último video en donde declaran superioridad territorial, económica y psicológica. A la vez que afirman que “su aliado es el Supremo” y que, por lo tanto, sus soldados son superiores no sólo en lo físico, sino también en lo espiritual.
3. Fin de “los tiempos”. De acuerdo con la escatología islámica, en la mítica batalla por Dabiq se enfrentarán los musulmanes contra sus enemigos occidentales en “el fin de los tiempos”, dando su victoria la legitimad y “gracia de Dios” necesarias para que el proyecto islamista cobre vida nuevamente.
Occidente debe evitar a toda costa ayudar al Estado Islámico a cumplir con su Destino Manifiesto. Las tropas terrestres no deben ser una opción y sus esfuerzos deben centrarse en el desarrollo de los organismos necesarios para prevenir futuros atentados.