Cualquier biografía de Andrew Yang, empresario neoyorquino de 44 años que ha lanzado una ilusoria campaña por la candidatura demócrata a la presidencia, incluye una referencia obligada al “apocalipsis robótico”. Con todo, no es un asunto de broma para Yang. De hecho, el tema de su campaña es que la tecnología seguirá dejando sin trabajo cada vez a más personas, con consecuencias sociales devastadoras para las que naciones como Estados Unidos no están preparadas.
Su propuesta para responder al desafío es garantizar que todo estadounidense de más de 18 años reciba una mensualidad de mil dólares, sin condición alguna: lo que Yang denomina un “dividendo de libertad”, el cual habrán de cubrir los nuevos gravámenes para las compañías que más se beneficien de la automatización.
Aun cuando las encuestas siempre han situado a Yang en niveles muy inferiores respecto a los otros aspirantes demócratas, el empresario ha demostrado su capacidad para recaudar fondos, y su mensaje ha tenido la fuerza suficiente para mantenerlo en la carrera.
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Hace poco, Newsweek preguntó por su idea para mitigar la peor parte de lo que Yang describe como un “trastorno tremendo e inevitable” de la manera como viven y trabajan los estadounidenses, con énfasis particular en su propuesta para preparar a los niños que integrarán las futuras fuerzas de trabajo.
Hemos editado sus respuestas por consideraciones de espacio.
PREPARAR A LOS BACHILLERES PARA UN PRESENTE —Y UN FUTURO— DE ALTA TECNOLOGÍA
Debemos asegurar que el programa de estudios refleje el país del que formarán parte nuestros jóvenes. Es absurdo que estudien para aprobar un examen. Las pruebas estandarizadas no sirven para medir el valor ni el potencial humano. No podemos seguir pensando que nuestro sistema educativo es un listado de pruebas que debemos aprobar. Tenemos que verlo como una oportunidad de preparar a los niños para toda una vida de aprendizaje y desarrollo.
La educación STEM [siglas en inglés de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas] es la mejor manera de preparar a los jóvenes para que aprendan a lo largo de sus vidas. La metodología y el razonamiento crítico que asimilan en las clases de ciencias permiten que los niños se adapten a nuevos ambientes de aprendizaje. Y las destrezas matemáticas son relevantes para muchos trabajos.
“Las pruebas estandarizadas no sirven para medir el valor y el potencial humano”.
Por otra parte, debemos abstenernos de sobrevalorar la universidad. Solo 30 por ciento de la población obtiene un título, y hoy día ese título no asegura el futuro. Un estudio reciente halló que casi 43 por ciento de los egresados universitarios estaba subempleado o no desempeñaba un trabajo que requiriera de ese título. Hay que ofrecer opciones no universitarias mediante programa vocacionales, técnicos y de capacitación. Casi tres quintas partes de los estudiantes alemanes participan en ese tipo de programas, mientras que la cifra de estadounidenses es menor a 10 por ciento. Es mucho más difícil automatizar al plomero que al empleado de un centro de llamadas.
SOBRE SI OTROS CANDIDATOS DEMÓCRATAS SE EQUIVOCAN AL SUGERIR “IMPUESTOS ROBÓTICOS”
Entiendo el instinto de gravar la robótica [un impuesto a las empresas más beneficiadas por la automatización] y de fortalecer las regulaciones para ralentizar la transformación. Pero son medidas inútiles. Solo la automatización del transporte representa 168,000 millones de dólares anuales, y es imposible luchar contra las empresas que compiten por el premio gordo; cosa que, además, tampoco es aconsejable. El argumento moral para los camiones autónomos es que pueden ser más seguros que los conductores humanos.
La tecnología y el progreso mejoran nuestra calidad de vida, a condición de que implementemos sistemas para asegurar que todos se beneficien de las ganancias que generan. Por desgracia, no lo estamos haciendo, y a eso se debe mucho del temor actual en torno a la automatización.
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Para asegurar que todos compartan las utilidades de esas tecnologías, tenemos que combinar el Impuesto al Valor Agregado [IVA] con un mecanismo para que devuelva el dinero al pueblo. De esa manera, todos compartirán los beneficios de cualquier transacción en Amazon, búsqueda Google y anuncio Facebook. Una vez que esas empresas paguen lo que les corresponde, podremos asegurar mejoras para todos. Por otra parte, es difícil que las corporaciones eviten el IVA. Estados Unidos es uno de los contados países que no aplica el IVA. Y las naciones que ya lo tienen están mucho más capacitadas para captar este valor.
PROTECCIÓN PARA LOS DESEMPLEADOS DE LAS GENERACIONES Z, MILLENNIAL, X EN 2030
La automatización amenaza hasta 30 por ciento de las plazas de trabajo. Y la suposición de las generaciones precedentes (en cuanto a que una empresa proporciona empleo vitalicio y una jubilación cómoda) es cada vez más endeble. Hasta 94 por ciento de los empleos nuevos son trabajos temporales, de jornada o contractuales, y cada vez menos personas pueden ahorrar para el retiro.
Si bien estos cambios impactan a los millennials a lo largo de su vida productiva, también crean problemas a los empleados de más edad que están perdiendo sus posiciones corporativas frente a trabajadores más jóvenes. Hace poco, ProPublica reveló que más de la mitad de los trabajadores de más de 50 años perderá el empleo, y que solo 10 por ciento de ellos encontrará otro trabajo que pague una cantidad comparable.
Es importante que el gobierno apoye los esfuerzos empresariales para capacitar y actualizar a los trabajadores. Sin embargo, diversos estudios demuestran que los programas de recapacitación gubernamentales son ineficaces, con una tasa de éxito de entre 0 y 15 por ciento. Bien visto, ese nivel de eficacia no debe sorprender. Conozco camioneros que abandonaron la escuela en su juventud, así que es absurdo pedirles que aprendan a escribir códigos en su edad adulta.
Lo que hace falta es revitalizar las economías locales mediante lo que llamo un “dividendo de libertad” de mil dólares mensuales. Esa cantidad creará una red de protección para quienes perdieron sus empleos debido a la tecnología, y también brindará una red de protección a los emprendedores. Por ejemplo, no tiene sentido que dejes tu trabajo para abrir un restaurante en una comunidad que enfrenta dificultades. No obstante, podrías hacerlo si dispusieras de un colchón mensual de mil dólares mensuales.
“La tecnología y el progreso son buenos… a condición de que tengamos sistemas para asegurar que todos se beneficien de las ganancias”.
Otra medida que puede adoptar el gobierno: crear posiciones administrativas de alto nivel que encuentren soluciones conjuntas con las categorías laborales afectadas. Por ejemplo, me he comprometido a contratar a un transportista importante para que ayude a los conductores a hacer la transición de su empleo actual a otros trabajos. Y podría hacer algo parecido para los trabajadores de los sectores de menudeo, preparación y servicios alimentarios, y otros empleados afectados por la oleada de automatización.
SOBRE SER OPTIMISTA Y PESIMISTA FRENTE A LA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA
La automatización causará muchos trastornos. Si bien tiene el potencial de mejorar la vida humana, también puede privar a muchos de la posibilidad de encontrar un trabajo que les permita llevar una vida digna para ellos y sus familias. Todo esto es verdad, de modo que hay razones para ser optimista y pesimista. Con todo, debemos implementar soluciones que socaven el pesimismo a fin de que todos encaren el futuro con optimismo.
En este momento, todas nuestras medidas económicas están mal. El PIB, mercado de valores y desempleo contemplan la economía en general… los camiones autónomos serán fabulosos para el PIB, pero lastimarán mucho a los camioneros y a cuantos intervienen en una industria que depende de ellos, como quienes trabajan en las paradas de camiones.
Tenemos que adoptar una nueva visión social que otorgue un valor intrínseco a las personas, en vez de ligar ese valor a su producción económica. De esa manera podremos hacer más énfasis en trabajos como atención de niños y ancianos, voluntariado, enseñanza, producción artística y otras actividades que el mercado no aprecia en su verdadero valor.
Si podemos corregir nuestras medidas, empezaremos a construir una economía que funcione para todos y que nos permita ver con optimismo un futuro en el que surgirán nuevas tecnologías.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek