El primer meteoro de origen interestelar ha sido descubierto por varios científicos estadounidenses después de que un catedrático de Harvard descubrió anteriormente que un objeto que se vio sobre Papúa Nueva Guinea provenía de una región del espacio más allá de nuestro sistema solar.
Avi Loeb, titular de la cátedra de Ciencias Frank B. Baird Jr. de Harvard, llegó a los titulares mundiales en 2017 tras anunciar el descubrimiento de ‘Oumuamua, el primer objeto interestelar hallado en nuestro sistema solar.
Ahora, Loeb y su alumno Amir Siraj encontraron pruebas de un meteoro interestelar. Sus hallazgos, que han sido enviados para su publicación en The Astrophysical Journal Letters, indican que podría haber muchos otros objetos interestelares en nuestro sistema solar, y que algunos de ellos han caído a la Tierra.
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Loeb declaró a Newsweek que estaba preparándose para una entrevista cuando alguien le preguntó acerca de un meteoro. Esto lo llevó a estudiar las publicaciones sobre meteoros, y encontró un catálogo que abarca las últimas tres décadas. Derivado de esto, le pidió a Siraj que observara las órbitas de los meteoros más rápidos.
Midió tres componentes de velocidad, tres componentes de posición y la hora del impacto.
“En lugar de observar a grandes distancias en el espacio, y dado el hecho de que debería existir una mayor abundancia de objetos interestelares más pequeños que ‘Oumuamua, pensamos, ¿por qué no observamos localmente y encontramos esos objetos interestelares más pequeños cuando se estrellen contra la atmósfera terrestre?”, afirmó Siraj.
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Como resultado, descubrieron un meteoro de 2014 que, debido a su órbita y velocidad, parecía haberse originado de una región del espacio fuera del sistema solar. El objeto viajaba a cerca de 59 km por segundo y, después de trazar su órbita, indicaron que provenía del interior profundo del sistema planetario, o de una estrella ubicada en el disco de la Vía Láctea.
“Descubrimos que uno de esos meteoros… tenía que haber viajado extremadamente rápido para chocar con la Tierra en la dirección y con la velocidad con que lo hizo”, afirmó Siraj. “De hecho, viajaba tan rápido que debió haberse desprendido de su sistema solar, lo que significa que, al igual que ‘Oumuamua, se originó fuera de nuestro sistema solar”.
Una velocidad de eyección tan alta solo pudo haberse logrado si el objeto provenía de la parte más interna del centro de un sistema planetario, explicó Loeb. Para las estrellas parecidas a nuestro sol, esto sería una órbita dentro de la de Mercurio, mientras que para estrellas enanas sería desde dentro de la zona habitable.
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“Esta es una nueva forma de obtener información sobre los objetos interestelares”, señaló Loeb. “Tradicionalmente, los científicos han utilizado el sol como una ‘farola’ y después han buscado objetos con base en la luz solar que reflejan. Así es como Pan-STARRS detectó a ‘Oumuamua, y este es un método eficaz para objetos de un tamaño de más de 100 metros”.
Sin embargo, el meteoro era mucho más pequeño: medía cerca de 1 metro de diámetro, y tenía una masa aproximada de 500 kg.
Loeb señaló que los meteoros interestelares probablemente caen a la Tierra una vez cada 10 años, pero se trata de una estimación conservadora, ya que el método de detección pierde eficiencia a altas velocidades.
El descubrimiento, observó Siraj, plantea la posibilidad de que pueda haber meteoritos, es decir, meteoros que sobreviven tras atravesar la atmósfera terrestre, que vengan de más allá de nuestro sistema solar.
Un meteorito como estos, señaló, tendría índices isotópicos (una configuración química) que serían distintos a los de aquellos que provienen del interior del sistema solar.
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“Este artículo es emocionante porque este meteoro es el segundo objeto descubierto que se origina de fuera de nuestro sistema solar, y es el primero de tales objetos de cuyo choque contra la Tierra se tiene registro”, continuó Siraj. “Su detección pone en duda las teorías actuales de la formación de los sistemas planetarios, y su origen inusual tiene implicaciones desconocidas para la mejor comprensión de los sistemas planetarios distintos al nuestro”.
Añadió que, “sin embargo, quizás lo más emocionante es el hecho que este artículo promueve una nueva forma de buscar objetos interestelares que podrían llevar a realizar importantes descubrimientos en el futuro”.
‘Oumuamua-like objects might supercharge planet formation https://t.co/oliCNqFFoN pic.twitter.com/QadT3CCbyA
— Scientific American (@sciam) April 17, 2019
Loeb señaló que el método de detección podría producir un sistema de alerta que podría ayudar a realizar observaciones de los meteoros interestelares. Dada la velocidad con la que estos objetos estarían viajando, esto podría ser bastante directo, dijo.
Siraj afirmó que ahora esperan continuar investigando la población de objetos interestelares “para comprender mejor los mundos distintos al nuestro”.
Sin embargo, no todos están convencidos. Alan Fitzsimmons del Centro de Investigación Astrofísica de la Universidad de la Reina de Belfast, en Irlanda del Norte, declaró a Newsweek: “Este sería un objeto muy interesante si pudiera confirmarse que la bola de fuego resultante era de origen interestelar. Por desgracia, en el artículo no se da ninguna certidumbre sobre la velocidad y la trayectoria de la bola de fuego”.
Continuó diciendo: “se observan muchos meteoros con trayectorias aparentemente interestelares. Pero las características de casi todos ellos coinciden con las de los que pertenecen a nuestro sistema solar, si tenemos en cuenta el problema de medir algo durante, quizás, un segundo y tratar de seguir su trayectoria a través del sistema solar. Por ello, mi opinión es ‘no demostrado’”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek