Es la próxima gran frontera para la exploración espacial realizada por seres humanos: gobiernos, empresarios y agencias espaciales compiten ya para dejar su huella en Marte.
Dos vehículos espaciales (el ExoMars europeo y el Mars 2020 de la NASA) despegarán hacia el Planeta Rojo el verano próximo. Estos laboratorios robóticos buscarán pruebas de vida en Marte, y ayudarán a los científicos a comprender las extremas condiciones que los viajeros humanos tendrán que enfrentar.
Los científicos piensan que hace miles de millones de años, la órbita naranja de ese planeta era muy parecida a la de la Tierra. “Alguna vez tuvo una atmósfera que era muy similar a la de nuestro planeta. Alguna vez tuvo un océano líquido”, declaró a Newsweek el astronauta británico Tim Peake en un reciente evento de la ESA (Agencia Espacial Europea, por sus siglas en inglés).
“Si buscamos signos de vida en otras partes del Sistema Solar, o en cualquier otra parte del universo, entonces Marte es un sitio excepcionalmente adecuado para iniciar esa búsqueda”.
El vehículo espacial ExoMars, bautizado recientemente como Rosalind Franklin en honor a la química británica que ayudó a descubrir la estructura del ADN, aterrizará en el lecho de lo que alguna vez fue un océano marciano.
En lo que actualmente es una árida zona de arcilla, el robot científico analizará lo que hay debajo con un taladro que puede penetrar alrededor de 1.8 metros por debajo de la superficie. En la que es la primera exploración de este tipo, los científicos esperan que “Rosie” logre desenterrar pruebas de antiguos organismos vivos: moléculas fosilizadas que podrían hallarse en lo profundo.
“La misión del ExoMars es buscar vida”, declaró a Newsweek David Parker, Director de Exploración Humana y Robótica de la ESA. “¿El ADN es universal? No lo sabemos… Todas nuestras moléculas llenen una simetría. Si encontramos elementos orgánicos, ¿estarán manejados de la misma forma que en la Tierra o no? Rosalind podría decirnos si existe un origen común de la vida en nuestro sistema solar”.
Más allá de cuestión de la vida, la misión del ExoMars y otras ayudarán a los científicos a comprender cómo vivir en el Planeta Rojo. “Se trata del entorno físico de Marte, la atmósfera, la radiación, el polvo. No sabemos mucho sobre esto ni sobre el efecto que podría tener en los seres humanos”, dijo Parker.
El estudio de un océano que se ha secado podría ayudar a los investigadores a averiguar cómo tener acceso al agua en Marte, añadió. “Ochenta por ciento del costo de la exploración lo constituye el transporte. Si podemos reducir la cantidad de cosas que llevamos con nosotros en la exploración, ¿podremos vivir de lo que encontremos ahí?”
Sin embargo, ni siquiera el hecho de enviar un vehículo espacial no tripulado al Planeta Rojo es tarea fácil. Señaló que el índice de éxito del aterrizaje de objetos como vehículos espaciales en Marte es de solo alrededor de 50 por ciento.
“La atmósfera marciana es muy, muy delgada. Los paracaídas no funcionan muy bien, el frenado aerodinámico no funciona como en la Tierra, por lo que es muy difícil hacer que el pesado vehículo espacial aterrice en la superficie de Marte”, señaló Peake.
En 2016, un vehículo ExoMars se estrelló en el Planeta Rojo. Dicho vehículo, llamado Schiaparelli, colisionó siete meses después de ser lanzado desde la Tierra con el vehículo orbitador de la misión.
Jan Wörner, jefe de la ESA, sostiene que el Schiaparelli fue una experiencia de aprendizaje y no un simple fracaso. Afirma que todo funcionó correctamente, hasta que no lo hizo, cuando las computadoras malinterpretaron la altura del vehículo y apagaron su motor. “Sin embargo, lo bueno es que tenemos todos los datos”, afirmó Wörner.
En 2017, el presidente estadounidense Donald Trump pidió a la NASA que enviara una misión humana a Marte para 2033. Sin embargo, Wörner piensa que ese objetivo es prematuro. A diferencia del director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk, de 47 años, que declaró a Axios en noviembre pasado que pensaba que quizás podría poner sus propias huellas en Marte, Wörner, de 64, no piensa que llegaremos al Planeta Rojo en lo que le resta de vida.
“Las personas que sueñan con ir a Marte en las próximas décadas no tienen en cuenta los peligros. Creen que se trata solo de otro motor, un sistema de propulsión y ya está”, dijo Wörner. “Se requieren cerca de dos años [para viajar a Marte]; dos años en un duro entorno con toda la radiación. Hasta ahora, no contamos con ninguna nave espacial en la que los tripulantes humanos pudieran sobrevivir a eso”.
Los astronautas que viajaran a través del espacio durante tanto tiempo enfrentarían una serie de problemas que los organismos espaciales aún no han resuelto, dijo.
Los exploradores podrían presentar problemas de salud repentinos que no podrían tratar en la nave. O bien, podrían encontrar problemas técnicos que no puedan resolver a bordo, por ejemplo.
“Habrá hombres y mujeres que pongan sus huellas en la superficie de Marte, e incluso más allá. Eso es seguro”, dijo. “Pero seamos serios”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek