Según datos el INEGI, en México tenemos 21.5 millones de jóvenes, de los cuales 9.8 millones se encuentran económicamente activos, es decir, tienen empleo o están en búsqueda de él. De este número, 637 mil se encuentran sin empleo (7%), una tasa significativamente alta, entendiendo que la tasa global anda en el 3%; esto lo señaló recientemente la Mtra. Dafne Viramontes, presidenta del Colegio de Economistas de Aguascalientes.
Algo extraño está sucediendo con los jóvenes de México que no se integran rápidamente al sector productivo del país y del mundo. ¿Qué pasará?
LA OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) es un organismo de cooperación internacional que aglutina a las 38 economías más importantes del planeta, y su labor es coordinar sus políticas económicas y sociales; fue fundada en 1961 y su sede central se encuentra en Francia.
Cada 3 años, este organismo mide la calidad educativa y sus avances en cada país, por lo cual aplica una prueba denominada PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes) que mide tres áreas: matemáticas, comprensión lectora, y ciencias. Lastimosamente nuestro México lleva más de una década ocupando los últimos lugares en esta prueba internacional en todos los rubros. Según PISA en 2022, México obtuvo en matemáticas 395 puntos, mientras que el promedio de los miembros de la OCDE fue de 472, y Singapur, el mejor país en matemáticas, de 575.
En lectura los resultados son similares, pues México obtuvo 415 puntos, el promedio de la OCDE fue de 476, y Singapur, el mejor, de 543.
En ciencias México obtuvo 410 puntos, con una media de miembros de 485, y Singapur, de nuevo el mejor, de 561.
Lo complejo de esta situación es que México cada 3 años en esta prueba, ha estado ampliando significativamente su distancia con los países que han estado marcando el rumbo en los resultados (Singapur, China, Finlandia, Estonia, entre otros).
Desde hace mucho tiempo hemos visto como nuestro sistema educativo (centrado en la memoria como fin último) se aleja cada vez más de la realidad que necesitamos para que nuestros niños y jóvenes sean competitivos en el marco mundial. El mundo entendió que la innovación debe ser el fin último de la educación y no la memoria como lo hemos impulsado en nuestro país. Esto nos ha llevado a que sea muy complejo ubicar a los jóvenes en este nuevo mundo donde son otras las habilidades que las empresas buscan para sus equipos.
En nuestro país, la educación no se ve con la seriedad que merece, pues termina siendo siempre un botín político y nunca el soporte de la economía. Mientras no alineemos a nuestra educación con lo que busca México y el mundo para las siguientes décadas, será muy difícil cambiar los resultados, lo que seguramente nos llevará a que cada año sigamos perdiendo competitividad con los países que marcan el rumbo. Los cambios en educación tardan hasta 30 años, ojalá que pronto entendamos el problema e iniciemos a dar el valor que la educación merece.
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Juan Camilo Mesa Jaramillo es rector de Global University. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.