El consumo de leche podría reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2… pero solo si eres de los adultos que no tienen la enzima necesaria para digerirla.
A decir de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 422 millones de personas en todo el mundo tienen diabetes. Más de 95 por ciento de estas tiene el tipo 2. Esta enfermedad es consecuencia de que las células del cuerpo se vuelven resistentes a la insulina, una hormona crítica para controlar los niveles sanguíneos de azúcar.
La diabetes tipo 2 es prevenible, y los factores de riesgo incluyen sobrepeso, falta de ejercicio y, por supuesto, la genética. No obstante, la dieta también desempeña un papel fundamental.
La relación entre el consumo de leche y el desarrollo de diabetes tipo 2 siempre ha sido motivo de controversia. Y es que, aun cuando algunos estudios han demostrado una clara asociación protectora, otros no solo no hallaron tal correspondencia, sino que detectaron un riesgo de diabetes aun mayor entre los consumidores de leche.
En un artículo reciente, publicado en la revista Nature Metabolism, un equipo de investigadores estadounidenses ha zanjado esta controversia luego de dar a conocer una sencilla variante genética que explica los hallazgos contradictorios.
Gracias a un estudio en el que participaron más de 12,000 adultos hispanos/latinos de Estados Unidos, los investigadores —bajo la dirección del Dr. Qibin Qi, profesor asociado del Departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Facultad de Medicina Albert Einstein, y profesor adjunto de nutrición en la Escuela de Salud Pública de Harvard— hallaron que el consumo elevado de leche se asociaba con una reducción de hasta 30 por ciento en el riesgo de diabetes. Eso sí, solo en individuos que tenían una variante particular de un gene muy específico.
¿CÓMO ACTÚA LA LECHE CONTRA LA DIABETES?
El gen en cuestión codifica una enzima denominada lactasa, la cual es indispensable para descomponer los azúcares de la leche. Hay personas que producen lactasa durante toda su vida, pero otras dejan de producirla al concluir la infancia, una vez que dejan de alimentarse con leche materna.
Debido a ello, esos individuos tienen dificultades para digerir los azúcares de la leche, lo que, muchas veces, resulta en lo que conocemos como “intolerancia a la lactosa”. Pero, ojo: no siempre es así.
“La no persistencia de lactasa [NPL] no impide, necesariamente, que la persona consuma cierta cantidad de lactosa”, informó en un comunicado la Dra. Lonneke Janssen Duijghuijsen, investigadora clínica en nutrición y salud en la Universidad de Wageningen, Países Bajos.
“Numerosas investigaciones han demostrado que los individuos con NPL pueden consumir hasta 12 gramos de lactosa al día: cantidad equivalente a un vaso grande de leche y sin presentar síntomas de intolerancia”, prosiguió Duijghuijsen.
El consumo de leche en adultos que no producen lactasa se asocia con la proliferación de bacterias intestinales “buenas” —lo que, a su vez, se correlaciona con un menor riesgo de diabetes tipo 2—, y también con cambios en los niveles de ciertos metabolitos de la sangre.
El equipo de investigadores confirmó sus resultados con una cohorte de más de 160,000 adultos registrados en el Biobanco del Reino Unido: una base de datos biomédica, de gran escala, que investiga las contribuciones de la genética y el medioambiente al desarrollo de diversas enfermedades.
ES IMPERATIVO REALIZAR MÁS INVESTIGACIONES
Más aun, el hallazgo está respaldado por investigaciones previas que han demostrado una fuerte correlación negativa entre el consumo de leche y la diabetes en individuos del oriente asiático: una población cuyos niveles de persistencia de lactasa son particularmente reducidos una vez que alcanza la edad adulta.
“En lo referente a la relación entre la ingesta de leche y el riesgo de diabetes tipo 2, nuestros resultados ayudarían a explicar las diferencias poblacionales detectadas previamente. Y también apuntan a que la interacción de la genética, la microbiota intestinal y los metabolitos circulantes puede esclarecer el efecto del consumo de leche en la salud metabólica humana”, escriben los autores.
No obstante los resultados, ten presente que si un profesional de la salud te ha advertido que no consumas leche, es muy importante que sigas la indicación hasta que surjan nuevas investigaciones en este campo.
“Por lo pronto, es prematuro establecer una relación concluyente con la diabetes tipo 2. Los autores sugieren una asociación estadística, pero no indican que exista una relación causal. El estudio solo propone asociaciones estadísticas entre el consumo de leche, un metabolito específico y la incidencia de diabetes tipo 2. Sin embargo, dichas asociaciones no son evidencia definitiva de causalidad”, previno Duijghuijsen.
La investigadora concluyó con lo siguiente: “Los vínculos propuestos son indirectos y no contemplan la influencia de otros factores. Por ello, es imperativo realizar más investigaciones para ahondar en estas asociaciones y determinar si tienen alguna importancia”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)