Chavela Vargas solía decir que uno siempre vuelve a los sitios donde amó la vida, y ello se traduce en lugares y personas por igual. En ese sentido, Eugenia León tributa a la cantante folklórica junto con otras divas bajo su peculiar sello.
Sin embargo, con regularidad, cuando un grande de la música honra a otro, las comparaciones son inevitables. No obstante, si se prescinde de toda vanidad y, en cambio, se actúa desde el cariño y la admiración, las cosas fluyen a su ritmo.
Es el caso de la mezzosoprano Eugenia León, que al igual que una amatista, refulge plácidamente sin enceguecerse por su propio brillo o el de otros, logrando un ensamble perfecto ahí donde se presente.
Su extensa carrera musical no requiere introducción, pues es una figura que ha llevado la mexicanidad a lugares tan remotos como Shanghái y Omán, recintos que han caído rendidos ante la sencillez de su personalidad y la sonoridad de su voz.
—¿Cuál es tu relación con Chavela Vargas? y ¿En tu experiencia cómo ha sido homenajearla en vida y ahora en memoria de ella?
—Fue como un sueño poder cantar en su presencia y, ahora, en recuerdo de su gloria. Cuando tuve oportunidad de conocerla me tocó su última etapa —ya enferma y con mucho dolor—. Pero en todo ese tiempo, Chavela no dejó de ser una mujer infinitamente generosa, una persona sabía con una inteligencia natural y entrañable. Es difícil hablar de ella sin emociones.
UNA HEROÍNA DE SU TIEMPO
—En tu opinión ¿cuáles eran los lados sensibles y rígidos de la inmortal intérprete?
—Chavela creó un repertorio de sí misma con muchos roles en su vida. La malquerida por su familia, el rapsoda del amor no correspondido, la columna estoica en los escenarios y todas esas aristas de la cantante convivían en armonía con la mujer dicharachera e incansable que era en lo doméstico.
—¿Si pudieras cantar con Vargas de nuevo o con alguna luminaria del pasado a quién elegirías?
—Sin duda, con mi madrina de vestido en la OTI, Lola Beltrán. Y pediría cantar “Un mundo raro” junto a ella y Chavela, aquello sería un privilegio.
—¿Es posible acercar a Chavela Vargas a las nuevas generaciones? ¿Crees que ella se asumiría como gay o no binaria?
—Por completo, las nuevas generaciones no quedarán indiferentes al discurso de Chavela. Ella fue una heroína de su tiempo, siempre se asumió lesbiana y nada la amedrentó a cambiar de parecer. Ella vivió sus colores tal cual eran. Por eso en cierta forma el show que realizamos Ely Guerra, Marisoul, Ofelia Medina, Ximena Sariñana y yo, “Chavela y sus mujeres”, hacemos hincapié en el hecho de la admiración y deseo que sentía la cantautora por las damas.
—¿Te llamaría la atención hacer un dueto con Shakira o Rosalía?
—¡Son figuras espléndidas!, pero me agrada más la idea de escucharlas y aprender de ellas. Hoy en día me preocupan otras cosas como la política o la literatura, a mis 66 años mis intereses van en otras direcciones.
EUGENIA LEÓN PREFIERE LA REALIDAD
—Sabemos que eres fanática del cine, ¿cuándo volveremos a verte en pantalla?
—Amo el cine, pero no soy actriz, de hecho, me considero una muy mala (risas), se necesitan muchas cualidades para el histrionismo. Cuando actué de Toña la Negra en Arráncame la vida fue sencillo para mí, porque el papel era pequeño y lo hice cantando. Pero pronto volveré a la televisión y con nuevo disco, estén atentos.
—¿A Eugenia le gusta más la ficción o la realidad? ¿La poesía o el canto?
—Prefiero la realidad, de ella emana todo lo demás. En cuanto a la poesía y el canto, ambas, el lirismo me fascina en todas sus presentaciones.
—¿Cómo sería una postal de tu paraíso perfecto?
—Una casa solariega en el campo poblada por naranjos o manzanos, donde resonará la ópera Norma, interpretada por Montserrat Caballé. Su voz me estremece tanto, es como si la soprano flotara entre olas. Soy de la creencia que los artistas del bel canto son seres de otro planeta; usan su voz y cuerpo de modo muy distinto a cómo lo hacemos los cantantes populares, su técnica y disciplina son impresionantes. México tiene voces muy distinguidas, tenores como Ramón Vargas o Javier Camarena han hecho un espléndido papel en el mundo de la ópera contemporánea.
LECCIONES DE VIDA
—Has tenido la oportunidad de actuar con los más grandes de la música en Latinoamérica. ¿Qué aprendiste de todos ellos?
—Siempre es posible adquirir lecciones de todas partes, pero con las personalidades el deseo de querer conocer sus secretos aumenta. La mayoría de los artistas son muy accesibles, mientras que hay otros más complejos —pero no por ello menos cercanos—.
Me viene a la mente la propia Chavela Vargas u Omara Portuondo, mujeres encantadoras y francas. Armando Manzanero, un amante de la buena vida en todas sus formas, cuya simpatía era envolvente y extensiva.
Mientras, la bohemia de Óscar Chávez era de otro corte, él era un hombre profundamente reservado, cuya plática era muy intelectual. Convivir con él era ponerse a su altura: no es que fuera arrogante, pero su mundo interior era uno hecho de búsqueda de significados. Recuerdo una vez, al finalizar un espectáculo, fuimos a cenar con él y nos compartió un momento de suma fragilidad cuando nos mostró una carta de una mujer que vio morir a su pareja durante la matanza de Tlatelolco en el 68 y una bala cruzada lo hirió.
En la misiva ella describió el momento como una flor de sangre estallando, a Chávez se le llenaron los ojos de lágrimas, la voz se le quebró y todos enmudecimos. Su sensibilidad era exquisita y de ahí surgió una de sus composiciones más emblemáticas de su carrera, “Flor roja”.
SOY POPULAR, PERO NO COMERCIAL
—¿Alguna vez has oído por accidente una canción tuya en la radio?
—Sí, y no me gusta. Pese a que soy una cantante popular, no soy comercial en el aspecto de estar en las tablas de Billboard. Entonces, el par de ocasiones que he escuchado canciones mías en la radio fue bonito y extraño a la vez.
—De las muchas veces que has llenado foros como el Auditorio Nacional o Carnegie Hall, ¿alguna vez te ha dado miedo salir al escenario?
—Invariablemente. Para mí no hay mejor momento que cuando termino un concierto, eso significa que superé mi ansiedad y el miedo escénico. Enfrentarme al público es más una conquista de mis temores que otra cosa, pero una vez concluida la presentación, todo serenidad.
—¿De tu extensa discografía hubo algún disco que volverías a grabar porque no te encantó del todo?
—Varios. Siempre me digo que pude haber hecho las cosas mejor, pero con el tiempo he aprendido a dejar enfriar proyectos y ser más indulgente conmigo misma. Uno debe de valorar lo que pudo hacer con lo que se tenía en su momento a la mano.
—¿Cómo te hace sentir ser considerada parte del patrimonio cultural contemporáneo de México?
—Infinitamente honrada y halagada. pero debo decir que no me interesa el autorreconocimiento. Sin embargo, agradezco humildemente estar en el gusto de la gente.
UN HOMENAJE
El homenaje “Chavela y sus mujeres” convocará a cinco artistas mexicanas que se reunirán en el escenario para recordar la vida y obra de una de las grandes voces de nuestros tiempos. Acompañadas del Mariachi Gama Mil y Los Macorinos, las cantantes Ofelia Medina, Eugenia León, Ely Guerra, Ximena Sariñana y Marisoul rendirán el homenaje a Chavela Vargas los días 29 y 30 de septiembre, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en la Ciudad de México. N