A partir del año 2020 el mundo cambió la economía ante las contracciones por la pandemia. Y en 2022 cambiará la geopolítica mundial, confirmando nuevas alianzas entre los países. Esto con la mira en el futuro, para poder hacer frente a guerras desde un punto de vista energético y económico, y lograr lo antes posible la transición energética en todo el planeta.
El objetivo radicará, de ahora en adelante, en la forma y cantidad que se toma de energías primarias, las tecnologías para generar energías secundarias, la forma como son utilizadas y cuántas de ellas son recuperadas para continuar produciendo en forma infinita.
Los países han entendido que, depender de otros, limita el crecimiento al no tener control.
Estados Unidos, Europa y sus aliados han entendido este concepto. El país de las barras y las estrellas fue el primero en alcanzar en 2015, en el sector de hidrocarburos, una parcial independencia. En pleno 2020 pretende serlo en el sector minero al iniciar inversiones para obtener los minerales necesarios para su transición energética de los residuos de combustibles fósiles.
Rusia ha planteado que Ucrania debería volver a ser parte suya, con base en la historia, cultura y la ideología unilateral de Moscú. ¿Pero realmente podemos creer este posicionamiento del hoy basado en el pasado? La estrategia no radica en tomar a Ucrania, sino en para qué quiere este espacio del mundo en el futuro.
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El balance de la Unión Europea (27 países) indica actualmente que depende, del total de energía consumida, en un 10.17 por ciento del carbón; 36.3 por ciento, del petróleo crudo y sus derivados; 23.71 por ciento, del gas natural; y de energías renovables, en alrededor del 17.50 por ciento.
El gas natural ha ganado una mayor utilización para generar electricidad con base en tener una confiabilidad continua y contar con las líneas de transmisión y distribución. La generación de electricidad con energía renovable está en una manera progresiva lenta, pero la principal invención tecnología a realizar es el contar con una infraestructura que permita almacenar lo generado y ser utilizada en el momento que se requiera. El desafío es mantener la frecuencia eléctrica en un modo continuo en las redes.
Debido a esto, el continente europeo ha implementado políticas, inversiones y adecuaciones del cómo deberá ser ejecutada esta transición.
Del total que Europa importa proviene un 40 por ciento de Rusia. Y los países que dependen del gas en mayor relevancia son Macedonia, con un 100 por ciento; Finlandia, 94 por ciento; Bulgaria, 77 por ciento; Eslovaquia, 70 por ciento; Alemania, 49 por ciento. Solamente Finlandia no pertenece a la OTAN, pero ha mostrado interés en serlo.
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Ante una falta de evolución continua y rápida en el dejar de depender de los combustibles fósiles, el gas natural tomará un protagonismo influyente a partir de 2024. Será para tener un flujo continuo, no solo para generar en tiempo real electricidad en el viejo continente, sino por contar en forma paralela con esta materia prima para su almacenamiento.
A través de Ucrania existe un corredor de transporte, donde pasan tres ductos de alta importancia para Rusia. Para Gazprom PJSC y Naftogas Ukrainy es un transporte de gas natural a través del territorio ucraniano hasta el 31 de diciembre del 2024.
El gas representa para Rusia, en el futuro, una materia prima requerida para sus ingresos como nación ante la transición que Europa pretende realizar al dejar de utilizar el carbón para generar cero emisiones de gases de efecto invernadero o CO2 en 2050. Después de este año, emprender una segunda fase de la transición en forma paralela con el mundo, al tener circulando en su mayoría motores de tipo eléctricos para el transporte (automóviles, aviones, barcos, etcétera).
Pero en las guerras, de acuerdo con la experiencia del siglo pasado, las partes involucradas tienen que negociar para establecer las nuevas posiciones geopolíticas de índole territorial, económico. Y ahora será introducida la parte energética. El que pierda tendrá que ceder.
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En el dado caso de que Rusia ganara la posición del control de Ucrania, estaría controlando los flujos de envío de gas, y con ciertos términos, condiciones y precios. Esto podría colapsar a las economías europeas y, por ende, tendría que hacer la transición energética en forma acelerada para no depender del gas ruso.
Pero recordemos que el viejo continente tiene a su aliado, Estados Unidos, el cual podría ayudar a cubrir parte de la demanda. Al enviar barcos con gas natural licuado (GNL), cuyo costo es más elevado que ser enviado por ductos, podríamos ver que la administración estadounidense podría dar subsidios a las empresas productoras de gas para mandar las cargas al viejo continente a precios accesibles a sus aliados. Con esto se haría frente a la nueva geopolítica mundial que pueda originarse.
Pero si Rusia no ganara el espacio territorial reclamado, tendría que adecuarse a las nuevas condiciones para el corredor ucraniano de gas natural. Además, el Nord Stream2 podría cambiar los términos y condiciones pactadas en un inicio. Asimsimo, tendría sanciones económicas, las cuales dependería del daño creado a Ucrania y al mundo.
Ello sin olvidar la posibilidad de la adición a la OTAN de Finlandia y Suecia, lo que causaría mayores estragos económicos y energéticos al limitar la movilidad de exportaciones a toda Europa. ¿Cuál será el final de este momento del mundo? N
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Es autor del canal Energía sin política. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.