“Si la historia y la ciencia nos han enseñado algo es que la pasión y el deseo no son lo mismo que la verdad. La mente humana evolucionó para creer en los dioses. No evolucionó para creer en la biología”, decía Edward O. Wilson, el biólogo estadounidense considerado el padre de la biodiversidad y el Darwin de la era moderna.
Junto a su compañero David Attenborough, Wilson fue una de las voces internacionales más relevantes en la historia natural y conservación. Falleció este domingo 26 de diciembre, a los 92 años.
Profesor de la Universidad de Harvard durante muchos años y autor de decenas de libros, fue galardonado con el premio Pulitzer en dos ocasiones. La primera, por “Sobre la naturaleza humana”, en 1978. La segunda, en 1980 gracias a su título “Las hormigas”.
A través de un comunicado, la fundación que lleva su nombre informó de su muerte y compartió que Wilson “dedicó su vida a estudiar el mundo natural e inspirar a otros a cuidarlo como él lo hizo”.
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Entre sus diversos argumentos y proyectos, Wilson abogó por la protección de la mitad del planeta Tierra, indicando que era necesario conservar suficiente diversidad en el 50 por ciento de la superficie y del mar. De esta forma, los ecosistemas estarían interconectados y podría surgir la reversión de extinción de especies.
Asimismo, el proyecto de Naciones Unidas llamado “30 por 30” está inspirado en las teorías de Wilson, las cuales mencionan la urgencia de la conservación de mínimo el 30 por ciento del planeta para 2030.
Por otro lado, Wilson era considerado una eminencia en cuanto al tema de las hormigas: el científico descubrió más de 400 especies, así como el entendimiento de su comportamiento frente al peligro, utilizando una sofisticada comunicación para preservar las colonias y transportar alimento mediante emisiones de sustancias químicas.
“La mayoría de los niños pasan por una etapa de fascinación con los bichos, yo no he superado la mía”.
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No obstante, el biólogo también sufrió de duras críticas en su momento, cuando sugirió que los humanos tienen comportamientos basados en los principios escritos en los genes, por lo que fue señalado de proyectar el determinismo genético y justificar las desigualdades. Fue por ello que, en 1978, manifestantes le aventaron una jarra de agua helada durante una conferencia.
Por su parte, la comunidad científica se ha rendido ante la muerte de Wilson. Steven Pinker, renombrado psicólogo, concretó: “Estuvimos en desacuerdo en algunas codas, pero eso no afectó su generosidad y su disposición para conversar”, y lamentó la muerte del “gran científico”.
Wilson fue uno de los estandartes principales en cuanto a la defensa de ecosistemas y protección de especies. En su momento confesó que “si no actuamos rápidamente para proteger la biodiversidad global, pronto perderemos la mayoría de las especies que componen la vida en la tierra”.
“¿Y quiénes somos nosotros, que somos apenas una especie, para acabar con la mayoría de las especies restantes que viven con nosotros en este planeta […] en función de nuestras necesidades egoístas?”. N