“No hay techo. Siempre hay más alturas que alcanzar”.- Jascha Heifetz
Inspirada en el trabajo de su padre, Eli Shadday Reyes le perdió el miedo a las alturas desde que era adolescente. Atada a una cuerda, es capaz de sentirse libre y volar, al menos por un instante.
A sus 22 años de edad, es la única mujer que se desempeña como técnico vertical en Aguascalientes. En todo el país, no son más de 10 mujeres las que llevan a cabo esta riesgosa actividad.
“Me motivó que me gusta la adrenalina y no es algo que tenga mucho lugar donde verlo y llevarlo a cabo. Mi papá se dedica a esto desde hace 10 años, pero en aquel entonces no me dejaba colgarme, ni mi mamá, hasta que le dije que si no me dejaba me iba a ir con la competencia, y fue así que empecé a colgarme”.
Los trabajos que realiza son muy diversos, pues van desde limpiar los ventanales de los edificios más altos de la ciudad, hasta ascender a torres de radiocomunicación a hacer labores de mantenimiento.
Desde que inició en este trabajo, hace año y medio, se volvió parte de la rutina de Eli descender y ascender por los edificios más altos de Aguascalientes, como Torreplaza Bosques o Terzetto, a más de 60 metros de altura.
Aunque su papá comenzó a dedicarse al oficio de técnico vertical desde hace más de 10 años, no fue fácil que la idea de Eli para seguir sus pasos, fuera bien visto, al tratarse de un trabajo realizado principalmente por hombres, por la fuerza física y destreza que se requiere para efectuar los descensos.
“No es algo que les guste o que quieran para mí, pero siempre me han apoyado, ha habido decisiones muy malas que he tomado en mi vida, y las sigo tomando, pero a pesar de eso siempre me apoyan, sí sé que cuento con ellos”, agregó.
De igual manera, tuvo que afrontar las barreras y estereotipos propios de su trabajo.
“Al inicio te sientes como si tu trabajo fuera menos, sientes que por más que des de ti o que intentes avanzar, no ven tu trabajo o lo hacen menos. A lo mejor como mujeres no tenemos la misma agilidad o la misma fuerza, pero aun así tratas de llegar a algún punto de destacar tu trabajo y de cumplir con él”, comentó.
Sin embargo, un día que quedará marcado en la vida de Eli es el 7 de marzo del 2020, fecha en la que sufrió un percance que casi le cuesta la vida, al recibir una descarga eléctrica mientras desempeñaba su trabajo en las alturas.
“Hace un año sufrí una descarga eléctrica con el cable de alta tensión de un poste, estuve dos días en coma; con el choque la electricidad instantáneamente se me paró el corazón, pero gracias a algunos compañeros que sabían de primeros auxilios me pudieron reanimar, pude llegar al hospital y ahí se les dijo a mis papás que todo se había acabado. Duré 15 días intubada, mis manos ya no servían para nada, yo no podía comer, no me podía bañar, tengo mis piernas quemadas, fue difícil pero aquí estoy”.
A pesar de esos momentos de angustia y temor para ella y su familia, su pasión y vocación la hicieron volver a las alturas, en donde se ha convertido en un ejemplo para su familia al abrirse paso en una actividad peligrosa y marcada por la brecha del género, además de ser una muestra de fortaleza, perseverancia y sacrificio para su pequeño hijo.
“Siempre trato de verle el lado positivo a las cosas, aún y cuando estés en lo peor y que me arriesgo a hacer lo que me gusta, quiero que mi hijo haga lo que le guste hacer por más difícil que sea, que nunca se dé por vencido”.