EL SALVADOR, Guatemala, Honduras y Nicaragua, están siendo fuertemente golpeados por graves hambrunas causadas por la crisis económica que ha derivado del COVID-19 y los desastres naturales.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) lanzó este martes un llamado urgente para ayudar a los cuatro países de Centroamérica.
En un comunicado divulgado en Roma, la Organización de Naciones Unidas reconoció que el hambre “se ha multiplicado por cuatro en los últimos dos años” en esos cuatro países.
Por lo que pidió a la comunidad internacional dar asistencia a 2,6 millones de personas de esos cuatro países, para lo cual requiere 47,3 millones de dólares durante los próximos seis meses.
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El PMA calcula que 1,7 millones de personas se encuentran en estado de “emergencia” por la inseguridad alimentaria y “necesitan asistencia alimentaria urgente”.
“El año 2020 fue un año para olvidar en todo el mundo, y más aún para las comunidades de Centroamérica que recibieron una serie de golpes”, subraya Miguel Barreto, director regional del PMA para América Latina y el Caribe, citado en el comunicado.
Barreto también dijo que “considerando el nivel de destrucción y retrocesos que enfrentan las personas afectadas, anticipamos que esta recuperación será larga y lenta”.
Casi el 15 por ciento de las personas encuestadas por PMA en enero de 2021 dijeron que estaban haciendo planes concretos para migrar porque sus casas y cultivos habían sido destruidos, los alimentos se estaban agotando y las oportunidades de empleo estaban disminuyendo. En una evaluación posterior a la sequía de 2018, el 8 por ciento de los encuestados indicó que planeaba migrar.
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La temporada récord de huracanes en el Atlántico de 2020 asestó un duro golpe a millones de personas que antes no habían sido afectadas por la inseguridad alimentaria, entre ellas las personas que dependen de la economía de servicios, el turismo y los trabajos informales. Los huracanes Eta e Iota que azotaron Centroamérica en noviembre de 2020 cambiaron la vida de 6,8 millones de personas. Muchos perdieron sus hogares y sus medios de vida, señala el organismo.
Los huracanes destruyeron más de 200,000 hectáreas de alimentos básicos y cultivos comerciales en los cuatro países y más de 10,000 hectáreas de tierras de cultivo de café en Honduras y Nicaragua. Los huracanes golpearon cuando estas comunidades ya estaban lidiando con la pérdida de empleos y una economía en contracción, una consecuencia del COVID-19.
Las encuestas del PMA estiman que la seguridad alimentaria en Centroamérica se desplomó como resultado del COVID-19.
El número de hogares que no tenían suficiente para comer durante el COVID-19 casi se duplicó en Guatemala en comparación con los números previos a la pandemia. En Honduras, aumentó en más del 50 por ciento. Una abrumadora mayoría de hogares en Honduras, Guatemala y El Salvador reportaron pérdidas de ingresos o desempleo durante la pandemia.
“Las comunidades urbanas y rurales de Centroamérica han tocado fondo. La crisis económica provocada por el COVID-19 ya había puesto los alimentos en los estantes de las tiendas fuera del alcance de las personas más vulnerables para cuando los huracanes Eta e Iota los azotaron”, dijo Barreto. “Muchos ahora no tienen dónde vivir y se quedan en refugios temporales, sobreviviendo con casi nada”. N