Los vertebrados terrestres, que son los animales que tienen una columna vertebral, probablemente están extinguiéndose a un ritmo mayor que el que se creía anteriormente, indica un grupo de investigadores.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los científicos afirman que la presión ejercida por los seres humanos, como el comercio de vida silvestre o la destrucción de hábitats, ha contribuido a la extinción de cientos de especies, al tiempo que ha llevado a muchas otras al borde de la desaparición.
Entre los autores de este reciente estudio se encuentra el biólogo de la Universidad de Stanford Paul Ehrlich, que participó en un estudio realizado en 2015, en el que declaró que la Tierra experimentaba en ese momento su sexta extinción masiva. Ahora, Erlich y sus colegas advierten que esta extinción masiva “provocada por la humanidad” probablemente “está acelerándose”, lo que ha provocado la degradación de los servicios vitales en los ecosistemas y el colapso de la biodiversidad en los mismos.
“La sexta extinción masiva que está en curso podría ser la amenaza ambiental más grave para la supervivencia de la civilización, ya que es irreversible. En un siglo, se han perdido miles de poblaciones de especies de vertebrados en grave riesgo de extinción, lo que indica que la sexta extinción masiva es provocada por los seres humanos y que está acelerándose”, escribieron los autores en su estudio.
“La aceleración de la crisis de extinción es un hecho, debido al rápido y constante crecimiento en el número de seres humanos y de los índices de consumo. Además, las especies son eslabones de los ecosistemas y, cuando desaparecen, las especies con las que interactúan también tienen probabilidades de desaparecer. En las regiones donde se concentran las especies en extinción, es probable que ocurran colapsos de biodiversidad regional”, señalaron.
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En su estudio, los científicos deseaban arrojar nuevas luces a la crisis de extinción, y analizaron a 29,400 especies de vertebrados terrestres para determinar cuales se encontraban a punto de desaparecer. Para los fines del estudio, los autores consideraron que una especie está al borde de la extinción si su población mundial era de menos de 1,000 ejemplares.
Los científicos descubrieron que 515 especies de vertebrados terrestres, es decir, 1.7 por ciento de las especies analizadas, cumplían con ese criterio, lo que indica que podrían desaparecer en las próximas dos décadas.
Para poner en perspectiva esta información, los científicos piensan que al menos 543 vertebrados terrestres se extinguieron durante todo el siglo XX.
Los investigadores descubrieron que, de las 515 especies que actualmente están al borde de la extinción, alrededor de la mitad tenían menos de 250 ejemplares. Estos animales amenazados se encuentran principalmente en las regiones tropicales y subtropicales, que han tenido un importante impacto por parte de los seres humanos.
Los investigadores también analizaron datos de 77 especies de mamíferos y aves que han estado al borde de la extinción durante el último siglo, y encontraron que alrededor de 94 por ciento de sus poblaciones localizadas habían desaparecido. Tras suponer que puede aplicarse una tendencia similar a todas las especies en vías de extinción, los autores calculan que 237,000 poblaciones distintas de las 515 especies identificadas por ellos en el estudio se han extinguido desde 1900.
Cuando desaparecen poblaciones individuales de esas especies, ello puede tener profundas repercusiones en otros animales debido a la pérdida de las funciones específicas que proveían al ecosistema. Esta interrelación adquiere importancia por el hecho de que 84 por ciento de las especies con poblaciones de menos de 5,000 ejemplares viven en las mismas áreas que aquellas con poblaciones de menos de 1,000, lo que indica que sus destinos podrían estar estrechamente ligados.
De acuerdo con los investigadores, las presiones humanas sobre la biosfera de la Tierra, que es la suma mundial de todos los ecosistemas del planeta, se han incrementado, amenazando a miles de especies de todo el mundo. Estas presiones comprenden el crecimiento poblacional, la destrucción de hábitats, el comercio de vida silvestre, la contaminación ambiental y el cambio climático.
Para mantenerse sanos, los distintos ecosistemas, desde los arrecifes de coral hasta las selvas, dependen de una compleja red de relaciones que han evolucionado durante mucho tiempo. Sin embargo, cuando se pierden especies clave, el funcionamiento de esos ecosistemas podría verse afectado, degradando su capacidad de proporcionar servicios que son importantes para los humanos, como la polinización de cosechas, o actuar como defensas contra desastres naturales o enfermedades.
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“Llegamos a la conclusión de que la sexta extinción masiva provocada por los seres humanos probablemente está acelerándose por varias razones”, escribieron los autores en el estudio. “En primer lugar, muchas de las especies que han sido llevadas al borde la extinción probablemente se extinguirán pronto. En segundo lugar, la distribución de esas especies coincide en gran medida con cientos de otras especies en peligro, que sobreviven en regiones con un alto impacto provocado por los seres humanos, lo que indica que actualmente ocurren varios colapsos regionales en la biodiversidad”.
“En tercer lugar, las cercanas interacciones ecológicas de las especies en peligro de extinción suelen llevar a otras especies hacia la aniquilación cuando desaparecen; es decir, la extinción provoca más extinciones. Finalmente, las presiones humanas sobre la biosfera aumentan rápidamente”, señalan.
Un ejemplo de la forma en la que el aumento en las presiones humanas sobre la biosfera puede tener consecuencias devastadoras es el comercio de vida silvestre. Se trata de una amenaza constante para las especies en peligro de extinción, así como para la salud humana, dada la propensión de las enfermedades a “saltar” de los animales a las personas.
“Cuando la humanidad extermina poblaciones y especies de otras criaturas, acaba con la base en la que se asienta, al destruir partes activas de nuestro propio sistema de soporte vital”, afirmó Ehrlich en una declaración. “Los gobiernos e instituciones deben considerar a la conservación de las especies en peligro de extinción como una emergencia nacional y mundial, en el mismo nivel de las perturbaciones climáticas, con las que está asociada”.
“Nuestros resultados vuelven a hacer énfasis en la extrema urgencia de emprender acciones mundiales a gran escala para salvar a los importantes sistemas de soporte vital de la humanidad”, escribieron los autores en su estudio.
Entre las varias recomendaciones para retardar la sexta extinción masiva, los autores se manifestaron a favor de una prohibición global del comercio de vida silvestre, y de que todas las especies con poblaciones de menos de 5,000 ejemplares sean considerados en grave peligro de extinción en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión para la Conservación de la Naturaleza.
“Depende de nosotros decidir qué tipo de mundo queremos dejarles a las generaciones futuras: uno sustentable, o uno desolado en el que la civilización que hemos construido se desintegre en lugar de aprovechar sus éxitos pasados”, dijo en una declaración Peter Raven, presidente emérito del Jardín Botánico de Missouri y coautor del estudio.