Han pasado casi 40 años desde que AC/DC declaró que “el rock ‘n’ roll no es contaminación auditiva”, pero un investigador biológico y fan de toda la vida de la banda descubrió que la música para menear la cabeza en realidad sí perturba el medioambiente.
El ruido hecho por humanos afecta cómo se comportan e interactúan los animales con su ecosistema, según un ensayo publicado el martes en la revista Evolution and Ecology. Al probar lo que llamaron la “hipótesis de AC/DC”, expertos en vida silvestre hallaron que la música de AC/DC, Guns N’ Roses y Lynyrd Skynyrd afectaron cómo los insectos atacaron a las pestes y afectaron el subsecuente crecimiento de las plantas, mientras que otros géneros de música no tuvieron efecto alguno, incluso cuando se tocaban al mismo volumen.
Para probar su teoría, el equipo reclutó a un montón de catarinas y examinaron cómo la música afectaba su consumo de pulgones, una peste que infesta las plantas de soya. Además de rock, country y folk, el equipo investigador programó sonidos típicos de ambientes urbanos, como un martillo neumático y un claxon de auto de 95 a 100 decibeles, el equivalente al ruido producido por una podadora de césped.
Willie Nelson no tuvo efecto alguno en la depredación de pestes de las catarinas, pero cuando la música rock rugió, los escarabajos comieron solo la mitad de los pulgones que consumieron sus similares en el mismo período. Las plantas de soya que enfrentaron la música fueron 25 por ciento más pequeñas que sus similares silenciosas.
Aun cuando probar su teoría con AC/DC tuvo un “cariz divertido”, el autor principal Brandon Barton dijo que los resultados eran la prueba del “efecto en cascada” de la contaminación sonora en los sistemas ecológicos.
La perturbación biológica, incluso al nivel de las catarinas, puede afectar a toda la cadena alimenticia, dijo él. En un estudio de mayo, las perturbaciones por ruido cambiaron cómo volaban muchas aves a través del área, lo cual afectó cómo muchas semillas fueron dispersadas. Ese mismo estudio halló que la contaminación auditiva duplicó la energía del sonido en áreas protegidas de vida silvestre en todo EE UU, incluso en algunos de los rincones más remotos.
“Podríamos estar perturbando el control biológico”, dijo él a Newsweek.
Las catarinas, especialmente la especie asiática del escarabajo de múltiples colores, son el predador principal del pulgón invasivo. Y si los insectos útiles no son capaces de cazar la peste que mata plantas, los granjeros recurrirán a aerosoles de pesticidas químicos para mantener saludables sus cultivos, dijo Barton, una decisión con implicaciones medioambientales y económicas.
“Cuando ese granjero rocía químicos, eso cuesta dinero, y ese costo es transferido al consumidor”, comentó él. “Mientras tanto, las catarinas lo hacen gratis”.
Los resultados no muestran por qué la música rock tuvo un efecto tan marcado, pero Barton sospecha que es el bajo pesado del género. Las vibraciones del bajo podrían provocar una respuesta antipredatoria, mencionó Barton, o perturbar la capacidad del predador de detectar los pulgones. Las catarinas podrían ser demasiado inestables para moverse alrededor de la planta para devorar la peste.
“Los insectos no tienen oídos, por lo que no pueden oírlo como tú y yo. Todo el sonido es solo vibración”, explicó él. “Pero si has ido a un concierto, puedes sentir ese bajo”.
Esas vibraciones también pueden afectar la salud humana. Los sonidos de altos decibeles de los aviones y el tráfico están vinculados a un aumento en el riesgo de enfermedad cardiovascular, según hallaron unos investigadores en febrero. El sonido impacta al cuerpo, liberando hormonas de estrés que pueden alterar el flujo sanguíneo. Estos ruidos son ineludibles para la mayoría de los estadounidenses, por lo que los científicos ahora se preguntan cómo las cantidades crecientes de ruido urbano afectarán a la salud humana, no si lo harán.
“Uno puede cerrar los ojos pero no los oídos”, dijo el autor principal, el Dr. Thomas Munzel, a Time. “Nuestro cuerpo siempre reaccionará con una señal de estrés”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek