The Disaster Artist (El artista del desastre) transformó la elaboración de un bodrio en una cinta galardonada. ¿Pero es The Room (La habitación) realmente la mejor de las peores películas jamás filmadas?
El 11 de abril de 2006, George Hardy despertó y descubrió que era una estrella cinematográfica de culto. Esto era extraño por varias razones: Hardy es un dentista que vive en Alexander City, Alabama, no cuenta con ninguna experiencia actoral seria y no había aparecido en ninguna película en más de una década. Pero aquella cinta, un desastre de horror indignantemente mal filmado llamado Troll 2 (1990), que presenta a Hardy en el papel estelar, había acumulado una notable cantidad de seguidores en internet.
Hardy se enteró de esto cuando un reportero del diario escolar de la Universidad Furman lo llamó para preguntarle si asistiría a la reunión del elenco de Troll 2, que se realizaría esa semana. ¿Reunión del elenco? Hardy estaba perplejo. “Si no me crees, consulta IMDB (Internet Movie Database, la base de datos de películas en internet)”, dijo el reportero.
Hardy lo hizo, y descubrió que el evento estaba programado para realizarse dos días después, el 13 de abril, en Provo, Utah. “Me dije a mí mismo: ‘Tengo que hacerlo’. Gastar 750 dólares en un vuelo. Abordar un avión. Y esa fue la primera proyección de Troll 2 en la pantalla grande”.
El término “pantalla grande” es engañoso. La película fue proyectada en una pared de ladrillos de un edificio abandonado. Y, sin embargo, afirma Hardy, “cuando las luces se encendieron, la gente se arremolinaba para que le diera un autógrafo. Pensé: ¿qué es lo que está pasando?”.
Eso ocurrió hace más de una década, pero es un momento en el que suele pensar mucho, y aún más desde que The Disaster Artist (El artista del desastre), estrenada el año pasado y en la que se relata la tumultuosa filmación del clásico amateur de 2003 The Room (La habitación, célebremente declarada como “El ciudadano Kane de las películas malas”), llevó la gloria de las películas tan malas que son buenas a la vanguardia de la cultura pop convencional al obtener dos Globos de Oro y una nominación a los Premios de la Academia. Tommy Wiseau, el director de The Room, que alguna vez fue un paria de Hollywood, realizaba apariciones de alto perfil en los programas nocturnos de televisión y en los Globos, donde James Franco se llevó a casa el premio al mejor actor por su interpretación del extraño cineasta de cabello grasiento.
Esa notoriedad también reavivó la batalla por el oro en los juegos olímpicos de la pésima cinematografía. “He visto muchas malas películas, y no creo que haya nada que se acerque a la atrocidad en su estado más puro de Troll 2”, afirma Jason Wright, novelista y conferenciante público que interpretó un papel secundario en la película. Quizás estaremos hablando de The Room en 25 años, pero lo dudo”.
Incluso Plan 9 From Outer Space (Plan 9 del espacio exterior, 1959), posiblemente la abuela de todas las películas adorablemente malas, recibió un impulso publicitario recientemente, cuando Conrad Brooks, uno de sus actores, murió a los 86 años. Plan 9 fue dirigida por el prolífico maestro del bajo presupuesto Ed Wood, y el crítico Michael Medved la declaró como “la peor película jamás filmada” en 1980 (al igual que Wiseau, Wood tuvo finalmente su propio homenaje aclamado, Ed Wood, de Tim Burton). Pero la popularidad de culto de Plan 9 surgió mucho tiempo antes de que internet proporcionara un espacio para que los fanáticos de las películas malas pudieran encontrar otra película a la cual rendir culto. Troll 2 solidificó esta base de excéntricos fanáticos a principios de la década de 2000 y, sin proponérselo, ayudó a establecer las bases para los notablemente obsesivos seguidores de The Room.
Troll 2 fue soñada por Claudio Fragasso, un excéntrico cineasta italiano, que escribió el guion en un deficiente idioma inglés y que, según se informa, rehusó que sus actores estadounidenses corrigieran los torpes diálogos. Filmó la película en Utah en 1989, empleando principalmente a residentes locales como Hardy, a quien se le dio el papel protagónico sin contar con ninguna experiencia actoral previa (un “actor” filmó su parte mientras estaba fuera del hospital psiquiátrico del que era paciente).
La trama exige fumar grandes cantidades de hierba para comprenderla plenamente, pero en pocas palabras, Troll 2 trata de un adolescente cuya familia se muda a una siniestra ciudad dominada por grotescos duendes “vegetarianos” que transforman a los seres humanos en plantas antes de devorarlos. El chico es ayudado por visiones de su abuelo muerto, quien le advierte sobre las intenciones malévolas de los duendes (por cierto, la película no tiene nada que ver con Troll, la película de 1986, ni con los troles en general; MGM, la distribuidora, simplemente la tituló Troll 2 como un truco barato de mercadotecnia).
El desastre resultante es enormemente entretenido gracias a sus desternillantemente torpes efectos visuales, a sus duendes que llevan lo que parecen ser disfraces de Halloween y a sus sobreactuaciones notablemente amateur que producen situaciones de humorismo involuntario. Un diálogo en particular, en el que un aterrorizado personaje adolescente grita: “¡Oh Dios mío!”, extendiendo la palabra “mío” durante cuatro insoportables segundos, se ha convertido en un popular meme de internet.
Sin embargo, en un largo correo electrónico enviado a Newsweek, Fragasso insiste en que su película ha sido malinterpretada; su objetivo era ser una comedia. “Quería hacer reír a la gente, y lo logré”, dice. The Room, sostiene, “no tiene nada que ver con mi película” (de hecho, The Room es un melodrama cuya trama gira alrededor de un triángulo amoroso. Y a diferencia de Fragasso, Wiseau tuvo un presupuesto aparentemente inagotable, gracias a su misteriosa riqueza).
Michael Paul Stephenson, la estrella infantil de Troll 2, vio por primera vez la película cuando sus padres le regalaron la cinta VHS en Navidad. Durante años, se sintió profundamente avergonzado de ella, especialmente cuando comenzó a aparecer periódicamente en la programación nocturna de HBO. “Todos los domingos, sacaba la guía televisiva del periódico y deseaba que no se hubiera programado Troll 2”, dice. En lugar de las cuatro estrellas usuales que se colocan al final de las reseñas, había “un pequeño icono en forma de pavo” que indicaba la peor clasificación posible.
Sin embargo, ya como adulto, a mediados de la década de 2000, Stephenson comenzó a recibir mensajes de fanáticos en Myspace. “Me enviaban fotos de fiestas de Troll 2 que organizaban en sótanos o en otros lugares. Mi primera reacción era ¿por qué? No debería hablarse nunca más de esta película”.
Finalmente, Stephenson hizo las paces con su humillación infantil, y en 2009 dirigió el documental Best Worst Movie (La mejor de las peores películas), en el que da seguimiento al meteórico ascenso de Troll 2, que pasó de ser un desastre de bajo presupuesto a convertirse en un clásico de culto. En el documental, un par de fanáticos irredentos describen su reacción al conocer a alguien que nunca había visto Troll 2: “No importa lo que estés haciendo, déjalo todo en este instante”, dicen. “La estamos viendo ahora mismo”.
Hardy reconoce cierta tristeza en el documental, al mirar a los actores, que alguna vez estuvieron llenos de esperanza, dándose cuenta de que habían creado un motivo de burla cinematográfica. Pero también hay alegría al ver la reacción de los fanáticos y al descubrir que se ha proporcionado alegría y se ha hecho historia, aunque se trate de una historia turbia. “La gente hablará de Troll 2 y de The Room para siempre”, dice Hardy con verdadero orgullo.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek