FAUDA, que significa “caos” en árabe, es usado por los militares israelíes para referirse a una operación que salió mal. También es, apropiadamente, el título de un aclamadothriller televisivo sobre un conflicto que continúa extendiéndose por Oriente Medio y la política internacional. Una guerra es, por definición, embrollada y compleja; el conflicto entre israelíes y palestinos va más allá de eso: una telaraña arraigada de caos queFauda, una producción de la diminuta industria televisiva israelí, ha desenmarañado con matices y sobrecogimiento.
“Los árabes nos dicen que es un programa árabe; los derechistas nos dicen que es un programa de derecha; los izquierdistas, un programa de izquierda”, dice Lior Raz, uno de los cocreadores deFauda y la estrella del programa. “Nos preocupaba que la reacción fuera justo la opuesta”.
CuandoFauda se estrenó en Israel, en 2015, Hamas lo condenó como un complot “sionista”, pero también publicó un vínculo para verlo en línea en su sitio web. Desde entonces, sus líderes y sus prisioneros se han unido a los seguidores del programa. El cocreador Avi Issacharoff, un periodista que ha pasado décadas cubriendo asuntos palestinos y árabes en la Franja Occidental y Gaza para el sitio de noticias Walla, sugiere que, para muchos milicianos de Hamas e israelíes,Fauda es catártico. “Por ejemplo, como israelí no puedes sentir simpatía por un terrorista, pero como un espectador tienes permitido sentir algo por un asesino y ver que él también es un padre, un amante, un líder espiritual”.
Raz interpreta a Doron, un miembro de lasMista’arvim(Sombras), la unidad de contraterrorismo israelí que habla árabe. Sus hombres y mujeres son entrenados específicamente para operar encubiertos en territorio enemigo con el fin de asesinar o capturar a personas acusadas de ser terroristas. La primera temporada deFauda (que se transmite en Netflix desde marzo) vio a Doron salir del retiro para cazar a Abu Ahmad, un miliciano de Hamas de quien pensó que ya lo había matado. La segunda temporada, que llega a la televisión israelí este mes y a Netflix en 2018, explora las rivalidades internas palestinas y el reclutamiento del Estado Islámico en la región.
Hay muchísimas víctimas en ambos bandos deFauda y ningún héroe real, incluido Doron. En la primera temporada, este es seducido fácilmente para volver al espionaje y abandona a su familia para hacerlo. Y la violencia perpetuada por su equipo puede ser aterradoramente informal: en el primer episodio se hacen pasar por repartidores en una boda palestina; cuando la misión sale mal (accidentalmente matan al novio), el ciclo de violencia que comenzó esa noche continúa durante el resto de la temporada. La novia, con el tiempo, es reclutada para bombardear un centro nocturno israelí. Ella llora mientras mira a su alrededor en el bar, y la cantinera la consuela. Por un momento, parece que la mujer podría reconsiderar su misión, pero segundos después es una carnicería; la terrorista, la cantinera y docenas de otras personas están muertas.
La cantinera estuvo basada en la novia de 18 años de edad de Raz, apuñalada mortalmente por un palestino en 1990. Para Raz, quien sirvió en las fuerzas militares israelíes, escribir el programa ha sido una forma de terapia. “Como muchos de los personajes en la serie, he lidiado con mi propio trauma posterior mediante escribir y actuar y la necesidad de hurgar en recuerdos oscuros que preferiría no tocar”.
Los efectos de la violencia en una sociedad rara vez son examinados en la televisión o películas estadounidenses; Hollywood prefiere tratar la guerra y el terrorismo como un videojuego, sin tristeza o consecuencias reales. En contraste, la industria televisiva israelí está determinada a subrayar las emociones y consecuencias embrolladas del conflicto. Su última exportación taquillera,Hatufim, fue convertida enHomeland, de Showtime. E Issacharoff y Raz tienen un segundo proyecto para Netflix, un programa sobre la CIA y el Mossad llamadoHit and Run.
El público israelí se ha “acostumbrado a ignorar a los palestinos”, dice Issacharoff, y añade que Israel está a punto de cumplir 50 años de su ocupación agotadora de la Franja Occidental. La intención deFauda, hallar empatía por ambos bandos, tiene un marcado contraste con las narrativas impuestas por los líderes de línea dura en la región, incluido el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien ha categorizado a todos los “árabes” —agrupando a palestinos, árabe-israelíes, Estado Islámico y demás— como enemigos del Estado judío y el mundo civilizado.
A través del personaje de Doron,Fauda revela cómo el contraterrorismo israelí ha brutalizado y manipulado a los palestinos. En la primera temporada, bajo su alias encubierto, Doron se hace amigo de una doctora palestina que fue criada en Francia; ella apenas regresó recientemente al territorio ocupado, donde su familia tiene nexos con Hamas. Con el tiempo, se enamora de ella y de explotador pasa a ser amante y, después, traidor. “Como alguien de fuera, ella es la única que no está enferma”, dice Laëtitia Eïdo, quien interpreta a la doctora. “Como ambos bandos han sido criados en modo de supervivencia, tienden a ver al otro como inhumano en aras de sentirse seguros”.
Nahd Basheir, un actor israelí-árabe de la minoría drusa, interpreta a un miembro del Estado Islámico en la nueva temporada. A su parecer,Fauda es revolucionaria simplemente por presentar a los árabes más allá de las representaciones usuales en la cultura pop como fanáticos terroristas o trabajadores simplones de baja categoría. “El programa no tiene aspiraciones por la paz —dice Basheir—, pero ese no es el papel del arte. Es obligarnos a vernos a nosotros mismos”.
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Publicado en cooperación conNewsweek / Published in cooperation withNewsweek