Es difícil describir la experiencia de hablar con tu hermano muerto a través del cuerpo de Jim Carrey. Carol Kaufman-Kerman lo intentó de todos modos. Era el año de 1998. Ella había volado a Los Ángeles, donde el cineasta Milos Forman rodaba una película biográfica sobre su famoso hermano mayor. Se trataba de la cinta Man on the Moon (El lunático). El hermano fallecido era Andy Kaufman, el enigmático artista escénico que murió de cáncer en 1984. Y la estrella que la recibió fue Carrey… ¿O era Andy? ¿Su fantasma?
Aquellas líneas parecían borrosas: durante toda la filmación, Carrey se mantuvo en su papel. O, mejor dicho, en sus papeles, pues fluctuaba entre Kaufman y los alter ego favoritos de este, entre ellos, el detestable cantante Tony Clifton. Cuando vio a la hermana de la estrella en la vida real, la saludó cordialmente, en la forma en que Kaufman lo habría hecho: “¡Hey, Carol! ¡Por aquí!”. Carrey-interpretando-a-Kaufman le preguntó si quería una leche malteada. Era inquietante. Se trataba de su hermano.
“Pienso que Jim Carrey fue un vehículo”, dice Carol mientras habla de la experiencia ocurrida hace dos décadas. Ella y su hermano, Michael Kaufman, se reunieron conmigo en un café de Brooklyn, Nueva York. “Esto podría sonar un poco wooo-hooo”, dice, imitando el canto de un cuco. “Pero pienso realmente que [Carrey] permitió que Andy se manifestara a través de él. Cuando me miró, y no bromeo, [fue como] hablar con Andy desde el más allá”.
Kaufman, con su sonrisa aniñada y su repertorio surrealista de imitaciones y personajes extraños (entre ellos, El Extranjero, que se transformó en Latka de la exitosa comedia Taxi), se especializaba en el poco común arte de llevar al límite cada chiste. El término “comediante” lo irritaba: Kaufman no contaba chistes ni ocupaba una categoría preexistente de artista. Él hacía imitaciones, se autodenigraba a propósito, hacía fonomímica con el Super Ratón, tocaba las congas, hallaba la forma de hacer bromas pesadas a su público (una vez le pidió a una anciana que fingiera un ataque cardiaco en el escenario, y luego la “revivió” con una danza de estilo nativo estadounidense). Al hombre le preocupaba más desafiar y confundir a su público que provoca risas, y toda una generación de excéntricos se unió ávidamente a su culto. Entre ellos se encontraba el adolescente canadiense Jim Carrey, dotado con su propio estilo de comicidad lunática.
Carrey, que en 1999 era una de las estrellas mejor pagadas de Hollywood, parece haber tomado prestado el método extremo de Kaufman de disolverse en su personaje. Siguió siendo “Andy” durante toda la filmación de Man on the Moon, a pesar de la exasperación ocasional de Forman (cuando el director hablaba de Andy en tercera persona, Carrey se quejaba, “Hablas de mí como si no estuviera aquí”). Un equipo de filmación capturó la locura tras bambalinas de Carrey, y esas escenas, que permanecieron ocultas durante largo tiempo, forman la base del nuevo documental de Netflix, Jim & Andy: The Great Beyond—Featuring a Very Special, Contractually Obligated Mention of Tony Clifton (Jim y Andy: el gran más allá, con una mención muy especial, obligada por contrato, de Tony Clifton).
La transformación de Carrey fue muy convincente, a la vez escalofriante y difícil de resistir. “Supongamos que Hollywood se acerca a ti y te dice: ‘Vamos a recrear a tu hermana, tu madre, lo que sea’”, dice Carol. “Y extrañas tanto a esa persona que deseas vehementemente seguirles el juego. Y la persona dispuesta a hacerlo no lo hacía nada mal; de hecho, ponía su mayor esfuerzo y empeñaba el corazón en ello”.
Pero a finales de 1999, cuando se estrenóMan on the Moon, Carol y Michael se sentían apabullados. Si mencionabas el nombre de la película, ellos hacían un ruido como el de un globo desinflándose. “No lograron descubrir quién era Andy”, afirma Michael. “Se echaron atrás, diciendo que Andy Kaufman no existe”. Para Carol, la película traicionó el afectuoso espíritu de su hermano, haciéndolo parecer errático y trastornado, como si no hubiera más que su alocada conducta en escena. “No hubo nada que fuera cálido, enriquecedor y que diera apoyo”.
HOMBRE AL AGUA: Kaufman interpretando a su personaje deEl Extranjero, en SNL en 1975, y Carrey haciendo lo mismo enMan on the Moon.FOTOS: HERB BALL/NBCU PHOTO BANK/GETTY; UNIVERSAL STUDIOS/GETTY
Los hermanos de Andy se han topado con una frustrante paradoja: les molesta que su hermano sea recordado como una persona desconcertante e inexplicable. Sin embargo, parafraseando al difunto crítico cinematográfico Roger Ebert, si hubiera sido explicable, no valdría la pena recordarlo.
Y, sin embargo, a pesar de los ásperos desplantes de Andy y su predilección por luchar con mujeres, quienes lo conocieron afirman que poseía una naturaleza dulce y gentil. “Cualquier persona que haya visto en vivo a Andy sabe que, por encima de todo, se consideraba a él mismo como un artista infantil”, me dijo en 2006 Elayne Boosler, la antigua novia del artista (en una entrevista sobre Kaufman). “Al final de cada espectáculo, el público sentía que había participado, y se sentía feliz y satisfecho de que el recorrido, lleno de altibajos, fuera divertido y de que ellos hubieran estado ‘seguros’ todo el tiempo”.
En agosto pasado, Carol trató de volver a verMan on the Moon con algunos amigos. Tuvo que salir de la sala. “Descubrí que era de lo más, ugh, ñoña…”, dice, bajando la voz. “Es decir, tan triste”.
“Una vida triste y sin sentido”, dice Michael sobre la representación fílmica de Andy. Los hermanos compartieron historias familiares con los guionistas, pero ninguna de ellas se usó en la película. “Cuando leí por primera vez el guion, y Andy muere, dije: ‘¿A quién le importa?’ Según este guion, él era un idiota”, dice Michael.
Me sorprendió que Michael Kaufman estuviera de acuerdo en viajar más de 2,200 kilómetros hasta la ciudad de Nueva York, proveniente de Luisiana, para dedicar una hora y media a ver una película conmigo. Luego, Carol, que vive en Chicago, también decidió ir.
Entrevisté a Michael por teléfono para aquel artículo de 2016, pero nunca nos habíamos reunido personalmente. Él es un contador retirado y tiene una gran energía al hablar. Tiene los ojos azules de Andy y luce un poco como habría lucido su hermano mayor a los 66 años. Carol, que tiene cinco años menos (ella era siete años más joven que Andy), describe su ocupación como contadora de historias: presenta cuentos folclóricos en escuelas y centros comunitarios, y es una persona cálida y animada.
“Todo esto tiene un espíritu como el de Andy”, exclama Michael cuando nos reunimos (un hábil elogio, como si Yoko Ono describiera tu música como “lennoniana”). “Además, Michael y yo no nos vemos con mucha frecuencia. Así que esto es realmente agradable”.
Eso también refleja el espíritu de Andy: ambos insisten en que él amaba a la familia. Kaufman no se puso una sudadera bordada con las palabras “Amo a mi abuelita” solo como una broma. Lo hizo para que su abuela pudiera verlo en televisión.
Michael protege con uñas y dientes el legado de Andy, particularmente de aquellos que podrían aprovecharse de su nombre para obtener ganancias personales (el mayor culpable: Bob Zmuda, el colaborador de Andy, que publicó un libro hace varios años, afirmando, con pruebas mínimas, que la muerte de Andy había sido una broma pesada y que él se revelaría en cualquier momento). También se muestra receloso con respecto aJim & Andy. A Michael no le gustaron los avances, en los que aparece un sobreexcitado Tony Clifton, interpretado por Carrey, estrellando su auto contra un muro (lo cual es, desde su punto de vista, algo más parecido a lo que haría Carrey que a lo que haría Kaufman). A Michael le molestó que no le hubieran permitido ver la película, además de ver en IMDb que, en los créditos finales, se agradeciera a “la familia Kaufman”. ¿Y si la familia Kaufman odiaba la película?
La familia Kaufman estaba a punto de averiguarlo.
VemosJim & Andy en una pantalla de proyección en el cuarto trasero de un bar de Brooklyn. El documental parece un muy buen material extra de un DVD. Tan pronto como empieza, con el rostro barbado de Carrey, de 55 años, llenando la pantalla (las escenas de 1999 son intercaladas con una profunda entrevista actual), los hermanos de Andy se ponen cada vez más silenciosos, observan detenidamente y ocasionalmente escriben notas en trozos de papel.
De vez en cuando, Michael grita correcciones hacia la pantalla; cuando Carrey menciona que Andy programaba espectáculos y no se presentaba, Michael comenta: “¡Sí se presentaba! Simplemente no actuaba”. Y grita cada vez que el Zmuda de la vida real aparece, charlando con Carrey en el plató, afirmando pomposamente que Andy habría caído en una “bancarrota creativa” sin sus aportaciones (esta escena se empalma hábilmente con la entrevista en la que Carrey observa que “todo el mundo desea ser el más importante” en la órbita de Andy. “Es verdad”, afirma vehementemente Carol). Cuando Carrey hace su imitación de Tony Clifton, Michael dice: “Jim está más influido por Zmuda que Andy en su versión de Tony”, una observación esotérica que podría resultar comprensible únicamente para los discípulos más acérrimos de Andy. Sin embargo, Michael lo sabe bien: en ocasiones muy especiales, Andy lo hacía que interpretara a Clifton. Resultaba liberador convertirse en fanfarrón tan beligerante. “Yo creo que todos los terapeutas deberían tener en su botiquín ‘Ser Tony Clifton por un día’”, dice Michael, riendo.
En el documental, Carrey trata de describir la libertad que sintió al encarnar a Clifton, y los hermanos de Andy recuerdan ese aspecto del trabajo de este último. No había temor a fracasar cuando estabas con él, afirma Carol. “Cuando él decía: ‘¡Hey, Carol, súbete al escenario! ¡Hey, Carol, ¿quieres cantar?!’, Cuando estabas bajo el ala de Andy te sentías tan liberado”.
Carol Kaufman-Kerman y Michael Kaufman. FOTO: ZACH SCHONFELD
En una de las escenas de Jim & Andy, Carrey describe a Stanley, el padre de Andy, como un tipo que “esperaba tener al típico chico estadounidense”, y que en lugar tuvo “una persona afeminada, chiflada y descabelladamente creativa”. ¿Es verdad? Carol asiente cautelosamente. “Andy era el primogénito”, dice. “Creo que aprendió a ser tolerante gracias a Andy”. Pero cuando se muestra a Andy, interpretado por Carrey, discutiendo con su padre ficticio en un vestidor, Michael dice: “Andy no le habría gritado así”. Carol está de acuerdo: “Y papá no se habría ido”.
Vemos a Carrey disolverse en su interpretación como un conejo cavando un agujero. “Cuando terminamos la película —admite el actor— no podía recordar quién era yo”. Carol incluso confunde a Carrey con Andy cuando lo ve peleando con el luchador Jerry Lawler en el programa de Letterman: “¿Ese era Jim?”.
Ella siente un nudo en la garganta al ver a Carrey, calvo y enfermizo, interpretando la batalla de su hermano contra el cáncer. En sus últimas semanas, Andy viajó a Filipinas buscando tratamientos psíquicos. La melancolía se hace palpable en nuestra sala de proyección.
“Debo decir que me gustó”, dice Carol cuando aparecen los créditos. ¿La película captó al verdadero Andy? “Creo que se acercó más al verdadero Jim”. EnMan in the Moon, el actor no fue más que un vehículo de Andy. Pero enJim & Andy, la maniática energía cómica de Carrey se desvanece en ocasiones, y él mismo es un personaje intrigante, un tipo proclive a hacer contundentes cavilaciones filosóficas sobre la vida, el destino y la fama.
A Michael también le gusta más el documental que la película, pero no deja de encontrarle defectos: Andy no fumaba; Andy no decía la palabra “jo…”. “Después de ver esto, ¿quién era Andy?”, me pregunta. “Bueno —le digo—, era alguien que se regocijaba al meterse con la gente, que era errático…”.
“Por esa razón, no puedo decir que me haya encantado”, dice Michael. Después admite: “Su trabajo no es dejar perfectamente claro que Andy era un ser humano maravilloso. Así que, ¿por qué estoy siendo tan severo?” Carol lo mira y le dice: “Porque eres su hermano”.
Perder un hermano es, en sí mismo, una extraña e incomprendida categoría de duelo. Perder un hermano famoso presenta nuevas complicaciones. ¿Y qué hay de perder a un hermano famoso de quien se dice constantemente que fingió su propia muerte, y cuyo legado atrae a miles de chiflados de internet ansiosos de decirte que tu difunto ser querido sigue vivo y se está escondiendo de ti? Tendrás mucha suerte si encuentras un grupo de apoyo para esta situación.
La realidad es que Carol y Michael estaban en la habitación cuando su hermano murió. “Lo vi dando su último aliento”, dice Carol. Sin embargo, en 2013, cuando apareció una mujer de 24 años que afirmaba ser la hija de Andy y diciendo conocer secretos que solo Andy podría saber, Michael mordió el anzuelo. La presentó en un club de comedia, leyendo una supuesta carta de Andy. Días después, apareció en CNN para decir que había sido embaucado. ¿Se lo creyó? “Tenía esperanzas”, admite Michael. “No han vuelto a engañarme”.
¿Andy quería fingir su muerte? Carol ríe. “También quería vaciar el Océano Atlántico”.
Jim & Andy les trajo algunos buenos recuerdos, como la delirante maravilla de pasar tiempo con Andy a través de Carrey en el plató de la película. “Jim no se hacía el chistoso cuando interpretaba a Andy con nosotros”, dice Carol. “Casi trataba de darnos un regalo. De hecho, nos dio un regalo”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek