La amenaza nuclear de Corea del Norte tiene cautiva la atención mundial en este momento. Sin embargo, los misiles balísticos capaces de alcanzar el territorio continental de Estados Unidos no son las únicas armas de destrucción masiva que integran el arsenal de Kim Jong Un.
La capacidad nuclear de Pyongyang es bien conocida y tiene prioridad en la agenda del presidente Donald Trump durante su actual visita de estado por cinco países asiáticos. Con todo, un reciente estudio del Centro Belfer para Ciencias y Asuntos Internacionales de la Escuela Kennedy de Harvard puso de relieve un aspecto menos conocido del programa armamentista de Corea del Norte: las armas biológicas.
Andrew C. Weber, ex secretario adjunto para Programas de Defensa Nuclear, Química y Biológica del Departamento de Defensa, ordenó el informe ante la inquietud de que la amenaza de las armas biológicas había recibido muy poca atención.
“Este es un tema que la comunidad de seguridad nacional suele pasar por alto”, dijo aNewsweek. “Las armas biológicas son más complicadas [que las armas nucleares]; no se prestan a evaluaciones fáciles”.
A diferencia de las pruebas de tecnología de cohetes, el cultivo y la transformación de virus para usarlos como armas puede llevarse a cabo a puertas cerradas. Y si bien los expertos no pueden demostrar que Corea del Norte esté desarrollando patógenos amenazadores, muchos creen que el régimen ha construido instalaciones que podrían usarse para producir armas biológicas.
La primera evidencia sobre la capacidad armamentista biológica de Corea del Norte proviene de una serie de imágenes de Kim recorriendo el Instituto de Investigación en Tecnología Biológica de Pyongyang, en junio de 2015. La divulgación de las fotografías ocurrió poco después de saberse que un laboratorio militar de Utah envió embarques de ántrax vivo a varios destinos, tanto en Estados Unidos como en el extranjero.
Expertos que estudiaron las imágenes, que lucen en extremo “posadas”, dudaron que el momento elegido para su publicación fuera mera coincidencia.
“Es probable que quisieran enviar un mensaje”, señaló Melissa Hanham, investigadora adjunta del Centro James Martin para Estudios de No Proliferación, quien ha estudiado minuciosamente las fotografías y fue entrevistada para el informe.
Hanham considera que, en aquellos días, el instituto no se usaba como instalación para armas biológicas, pero podría servir para tal fin, como documentó en un informe publicado en 38 North, un sitio Web dedicado a la vigilancia de Corea del Norte.
Su evaluación cuestionó la creencia generalizada de la comunidad científica, en el sentido de que Corea del Norte no había desarrollado la tecnología necesaria para producir armamento biológico. Hanham dijo que, por el contrario, las imágenes mostraban que Corea del Norte estaba teniendo logros acelerados gracias a sus científicos inteligentes y a un acceso más fácil a la información técnica. “No debiera escandalizarnos que, en 2017, Corea del Norte pueda hacer estas cosas”, aseveró.
Aunque el inicio del programa bioquímico del país sigue en disputa (algunas fuentes citan los primeros años de la década de 1960 o incluso los años ochenta), el estudio del Centro Belfer también concluye, “con una dosis saludable de escepticismo”, que es razonable pensar que Corea del Norte tiene la capacidad para cultivar y producir armas biológicas.
¿Cuáles patógenos tiene Corea del Norte?
Según documentos de 2015 del Ministerio de Defensa de Corea del Sur, los norcoreanos cuentan con 13 patógenos; es decir, bacterias y virus que causan enfermedades y que pueden “cultivar y transformar en armas en un plazo de 10 días”.
Esos patógenos incluyen: ántrax, botulismo, cólera, fiebre hemorrágica coreana (una forma de fiebre hemorrágica viral), peste, viruela, fiebre tifoidea, fiebre amarilla, disentería, brucelosis, estafilococo, tifus, y aleucia tóxica alimentaria.
De todos ellos, las autoridades surcoreanas consideran que Pyongyang se concentraría en militarizar el ántrax, que es altamente mortal, y en caso de emergencia, la viruela, la cual es altamente contagiosa.
“Las declaraciones gubernamentales, los testimonios de desertores y las evidencias circunstanciales –como la vacunación de soldados norcoreanos contra la viruela- dejan claro que, al menos en el pasado, Corea del Norte ha tenido interés en desarrollar armas biológicas”, declara el informe.
El régimen norcoreano jamás ha reconocido, públicamente, el desarrollo de armamento biológico y, habiendo ratificado la Convención sobre Armas Biológicas (BWC) de 1987, violaría dicho acuerdo si lo hiciera, aunque las repercusiones serían limitadas.
“El Consejo de Seguridad ONU ya ha tomado medidas para restringir a los países que cooperan con Corea del Norte brindando tecnologías que podrían aplicarse a las armas biológicas, y eso es todo lo que podemos hacer por el momento”, dijo Thomas Countryman, ex secretario de Estado adjunto para seguridad internacional y no proliferación, y presidente de la junta de directores en la Asociación para el Control de Armas, en entrevista conNewsweek.
¿Qué haría Corea del Norte con los patógenos?
Una de las mayores interrogantes en torno de las armas biológicas de Pyongyang es si el país ha militarizado virus y si es capaz de dispersarlos con un solo misil.
“No hemos visto que los produzcan de una manera que permita dispersarlos en un cohete. Pero eso no significa que no puedan dispersarse o [que los norcoreanos] no hayan trabajado en eso. Aunque con suerte, todavía hay tiempo”, dice Hanham.
La muerte de Kim Jong Nam, el medio hermano de Kim asesinado en febrero, en Malasia, utilizando un químico proscrito, demostró que los asesinos norcoreanos son capaces de cruzar fronteras con agentes tóxicos. Una aplicación de las armas biológicas sería eliminar a los individuos que el régimen percibe como peligrosos.
“No se sabe cuál es la doctrina norcoreana sobre el uso de armas biológicas”, dice Countryman, añadiendo que el armamento biológico podría desplegarse como un “arma de terror” o como parte de una retirada militar más que como un arma ofensiva en el campo de batalla.
“Son un arma de terror. Es difícil imaginar que las usen en una escala muy grande”, concuerda Hanham. “Si quisieras causar confusión mientras preparas un ataque más extenso o diferente, [las armas biológicas] podrían ser una manera de lograr tu objetivo”, afirma.
¿Qué pueden hacer Estados Unidos y sus aliados para estar preparados?
Desde hace años, las fuerzas de Estados Unidos y Corea del Sur han estado entrenándose con ejercicios militares anuales para responder a un ataque biológico. Mientras estuvo en el Departamento de Defensa, Weber introdujo los simulacros “Able Response”, los cuales se llevaron a cabo por primera vez en 2011 y fueron el primer ejercicio conjunto centrado, exclusivamente, en las amenazas bioterroristas.
Según Weber, todavía hay mucho por hacer para preparar a los soldados; por ejemplo, mejorar la respuesta médica ante un ataque e incrementar las reservas de vacunas y medicamentos contra enfermedades raras.
Si bien las fuerzas estadounidenses han sido vacunadas contra ántrax y viruela, los soldados surcoreanos no han recibido dichas inmunizaciones. “Es más fácil comprar aviones costosos y sistemas para defensa de misiles que invertir en áreas más pequeñas, aunque no menos importantes, para la defensa nacional”, acusa Weber.
Weber considera que la amenaza de las armas biológicas debiera debatirse mucho más en Estados Unidos y Corea del Sur. “La atención y los recursos que amerita este tema han sido bastante menospreciados”.
Desde que dejara su cargo, en 2014, su función en el Departamento de Defensa ha permanecido vacante. “Necesitamos a una persona en el Pentágono que defienda y trabaje a tiempo completo en estos temas”, insiste Weber.
Countryman, cuyo puesto en el Departamento de Estado también ha estado desocupado desde que lo abandonara en enero, se muestra igualmente preocupado por la falta de nombramientos en posiciones clave de la presidencia Trump que se dediquen a contener el desarrollo de armas de destrucción masiva en Corea del Norte.
“Hay verdaderos expertos en el Departamento de Estado”, asegura. “Pero no tienen el tipo de autoridad que deriva de un nombramiento presidencial y de la confirmación senatorial”.
No obstante, lo que más perturba a Countryman es la fricción entre la Casa Blanca y el Departamento de Estado. “La Casa Blanca a menudo define la estrategia [del Departamento de Estado] como de máxima presión e intervención”, dijo Countryman. “Veo la presión, pero veo muy poca voluntad de la Casa Blanca para intervenir con los norcoreanos o para coordinar su estrategia con Corea del Sur. Eso es lo que me preocupa”.
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Published in cooperation with Newsweek / Publicado en cooperación conNewsweek