Si X se hubiera formado en Nueva York en vez de en Los Ángeles, ¿habría sido tan grande como Los Ramones? La banda (los coautores Exene Cervenka y John Doe, el guitarrista Billy Zoom y el baterista D. J. Bonebrake) fue igual de influyente. El punk con influencias country de X fue el equivalente de una bola rápida auditiva —en cierta forma maniática y matizada— con Cervenka y Doe intercambiando letras hipercultas como dementes amantes de cine negro. Pero X todavía es marginada como una simplemente “banda seminal punk de L. A.” De hecho, X estaba entre las mejores bandas de cualquier lugar, como lo evidencian los dos primeros álbumes de estudio del grupo, “Los Angeles” y “Wild Gift”, y una próxima exhibición: “X: 40 Years of Punk in Los Angeles”, en el Museo Grammy de L. A. (la inauguración, el 13 de octubre, incluirá una actuación de la banda).
La ferozmente dotada Cervenka habló con Newsweek sobre los primeros años (la banda se formó en 1977) y un legado todavía creciente (está terminando una gira por su cuadragésimo aniversario). “He estado oyendo dos respuestas de la gente sobre X —dice—: ‘¿Quién?’ y ‘Esa banda cambió mi vida’”.
—Tú eras una poeta antes de unirte a X. ¿Cómo te llevó eso a escribir canciones?
—Lo que sucedió fue que escribí esta cosilla, y John dijo que quería llevársela a Billy y ver si podía sacar una canción. X no se había formado todavía. Me percaté de que, si era buena, debía de aferrarme a ello, pues era lo único que tenía. Éramos unos chicos. No poseía nada. No tenía dinero. Mi escritura era la única cosa de valor en todo mi mundo. Yo seguía diciendo: “No, no puedes. No, no puedes”. Y John dijo: “Bueno, ¿por qué no la cantas?” Y yo dije: “OK”, y entonces inmediatamente pensé: Espera un minuto, yo no canto. Oh, oh.
—Como líder, ¿estabas buscando presentar el punto de vista femenino?
—Oh, Dios, no. Solo era yo. Recuerda, ésta no era la época de la corrección política o una campaña de diversidad manejada por los medios. Éramos solo chicos. Éramos chicas. Éramos hombres. Éramos mujeres. Éramos gays. Éramos heteros. Éramos negros, blancos, chinos, asiáticos, latinos. Nadie hacía una placa con su ser unido con guiones. Nadie era sensible a nada, ¿sabes? Simplemente eran personas vestidas de forma extraña, divirtiéndose. Podías decir cualquier cosa que quisieras, y si no les gustaba, podían decirte cualquier cosa que pensaran. Pero luego, al final, siempre nos abrazábamos unos a otros.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek