UNA NOCHE de mediados de marzo, Alan Malcher, un veterano militar británico, entró al Queen’s Arms, un pub de clase obrera en el norte de Londres. Se sentó en la barra y ordenó su acostumbrada pinta de Foster’s. A los pocos minutos, un extraño se acercó, ordenó un trago y comenzó una conversación. Pronto trajo a colación al presidente ruso, Vladimir Putin, y empezó a decir cosas positivas sobre la guerra civil separatista en Ucrania apoyada por Moscú.
Los expertos han llamado cada vez más la atención sobre el uso de Rusia de “fábricas de propaganda” encubiertas para socavar la democracia: inundan Twitter y Facebook con millones de bots generados por computadora y publicados con nombres falsos (a menudo inconscientemente retomados y amplificados por partidarios del presidente de Estados Unidos, Donald Trump). Pero su batalla en LinkedIn para neutralizar enemigos ha pasado inadvertida en gran medida. No obstante, allí Newsweek ha hallado que fuerzas a favor de Moscú han puesto una presión constante sobre la compañía para que suspenda o expulse a adversarios, muchos con carreras largas y distinguidas en las fuerzas militares de Estados Unidos o sus agencias de inteligencia. Esto no solo ha amordazado a críticos acreditados y dañado reputaciones profesionales, sino que, si las sospechas de Malcher son correctas, la campaña del Kremlin para combatir a sus adversarios en medios sociales tal vez se haya trasladado del ciberespacio a las calles.
LinkedIn da un rico terreno de caza para los agentes rusos. Contrario a Twitter y Facebook, la mayoría de sus aproximadamente 500 millones de suscriptores, predominantemente de cuello blanco, lo usan para promocionar su experiencia, buscar empleo o unirse a sus pares en grupos de discusión basados en la experiencia. Para promover sus credenciales, la mayoría —incluso funcionarios de seguridad nacional de Estados Unidos actuales o retirados — publica currículos detallados y recomendaciones de sus colegas. Ello le da a la inteligencia rusa material para recabar información detallada sobre sus críticos más formidables y poner en duda la veracidad de esos logros.
“Los servicios especiales rusos seguramente están explotando LinkedIn para recabar información personal de ciertos objetivos y posiblemente reclutarlos y chantajearlos”, dice un observador cercano del Kremlin, en una universidad de un otrora estado satélite soviético, que pidió el anonimato para protegerse. “Ellos operan bajo identidades y credenciales inventadas, mientras que las campañas rusas de propaganda y provocación se aplican ampliamente en la plataforma”.
La campaña a favor de Moscú se ha expandido recientemente —y, en algunos casos, pasado fuera de línea—, alegan algunos miembros estadounidenses de LinkedIn que han criticado los ataques encubiertos de Rusia a Occidente. Pocos días antes de que Malcher fuera abordado en un pub londinense, un exfuncionario de seguridad nacional de Estados Unidos que había refutado propaganda del Kremlin en LinkedIn, dice que fue asaltado cerca de su hogar de retiro en Francia. “Estaba comprando en el supermercado local cuando me picaron en la parte baja del muslo derecho con algo, probablemente una sombrilla”, dice Giles Raymond DeMourot a Newsweek. Una hora después, añade, un médico extrajo trozos de “lo que parecía una aguja de madera” de la herida. Pruebas de laboratorio determinaron que estaba “impregnada con Pseudomonas aeruginosa resistente a los carbapenemas”, un “supermicrobio” potencialmente letal, explica, y tuvo que hacer varias visitas a su médico para tratarse. “Todavía no la he librado”, añade (DeMourot mostró un documento de hospital que confirma que la herida fue provocada por “astillas de madera” y que “solo un [evento de] intervención externa podría explicar la infección”).
El agredido sospecha fuertemente que su asaltante estaba conectado con Rusia. Ya que aún trabajaba como consultor de defensa y política exterior para clientes privados, DeMourot había escrito exposiciones sobre supuestos grupos y agentes de inteligencia rusos encubiertos en Francia y Bélgica “con nombres, lugares y fechas” en LinkedIn. Y había sido señalado sin descanso por refutar a apologistas del Kremlin sobre la captura de Crimea y la subversión de Ucrania. “En cierto momento recibí muchas… llamadas telefónicas con amenazas de muerte”.
Para DeMourot, el ataque fue una reproducción alarmante de un asalto de la KGB rusa en la era de la Guerra Fría contra Georgi Markov, un disidente búlgaro que murió en 1978 después de que le inyectaran un perdigón envenenado con un golpe de sombrilla en una calle londinense. Otros críticos también han sido atacados con veneno, notablemente un exoficial de la KGB convertido en investigador independiente llamado Alexander Litvinenko, quien murió en Londres en 2006 después de que un agente del Kremlin adulteró su té con polonio.
DESLIGADO: DeMourot frecuentemente batalló con troles rusos en LinkedIn hasta que el sitio suspendió su cuenta. Luego fue readmitido. FOTO: OBTENIDA POR NEWSWEEK
Paul Cobaugh, otrora experto en guerra psicológica para el ejército de Estados Unidos, dice que los recuentos de DeMourot y Malcher suenan correctos: “Cuando veo operaciones de influencia, las reconozco”. Cobaugh, quien se retiró del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos en 2015, también ha sido acosado por troles rusos en LinkedIn después de publicar comentarios críticos contra Moscú (en agosto de 2016 escribió al representante republicano Will Hurd de Texas y exoficial de la CIA y le pidió una investigación congresista del “abuso ruso de… LinkedIn para obtener una ventaja de seguridad nacional sobre Estados Unidos”).
Cobaugh y otros veteranos militares y de inteligencia y académicos se unieron en LinkedIn en 2015 para combatir la dezinformatsiya, o desinformación, una rama de lo que la inteligencia rusa llama “medidas activas”, la táctica de difundir rumores falsos que el Kremlin ha empleado desde la Revolución Bolchevique de 1917. Un siglo después, Moscú ha recalibrado la técnica para los medios sociales.
Un terreno de batalla era el grupo de Discusiones Profesionales sobre Relaciones Internacionales en LinkedIn, fundado y administrado por DeMourot. Allí, especialistas en asuntos internacionales de la academia y el gobierno publican artículos y comentarios de los medios de comunicación tradicionales, frecuentemente sobre el tema de las llamadas tácticas de “guerra híbrida” rusas contra miembros y solicitantes de la OTAN. Pronto llegaron los troles. “Un grupo de alrededor de 40 de nosotros, los de Occidente, empezó a intercambiar notas”, dice Joel Harding, quien se retiró del Comando de Inteligencia y Seguridad del Ejército de Estados Unidos en 2003, “y notamos que unos pocos de los perfiles [en LinkedIn] de manera consistente no entraban [en debate] con nosotros, sino que formaban las tropas”: los defensores de Putin y la invasión rusa de Ucrania, críticos de la OTAN, populistas europeos al estilo Trump y similares.
Un objetivo importante era Charles Leven, alto oficial de operaciones de la CIA muy condecorado y retirado con más de 40 años de experiencia compitiendo con la KGB rusa y sus agencias de espionajes sucesoras. Leven era el administrador de varios grupos de discusión sobre política exterior y asuntos de seguridad en LinkedIn, con un total en conjunto de aproximadamente 130,000 miembros. Comentarios en sitios de propaganda a favor del Kremlin, como Russia Insider, un sitio web fundado en 2014 para combatir la “cobertura de Rusia [que es] parcial e incorrecta”, lo tildaron de “sospechoso de pedofilia” e impulsaron una historia, desde hace mucho desacreditada y generada por la KGB, para acusarlo de malversar fondos de uno de sus espías rusos de la era de la Guerra Fría. En LinkedIn, Harding también fue tildado de “pornógrafo” (un meme favorito usado contra Hillary Clinton y sus allegados) después de una demanda en su contra por una Malibu Media, una compañía de Los Ángeles tristemente célebre por atraer a los navegadores a hacer clic en ligas a películas de clasificación X y que luego exige pagos por copiarlas “ilegalmente”. Harding lo arregló fuera de la corte por 250 dólares, pero la calumnia se mantuvo viva en sitios a favor de Moscú. Otros críticos del Kremlin fueron llamados repetidamente un “maldito mentiroso”, “basura” y “locos”. Un documental de PBS sobre Putin que Leven publicó en LinkedIn fue llamado como el producto de una “maquinaria propagandística de títeres de línea dura”. Y demás.
Para Leven, DeMourot, Harding y sus camaradas, tales comentarios eran solo otro frente en una campaña mediática rusa más grande que Celestine Bohlen, la veterana observadora del Kremlin y ahora columnista de The New York Times internacional, había llamado “descarada, incluso para los estándares soviéticos”. Una característica clave de la acción en línea era la provocación, la táctica de inyectar comentarios provocadores y fuera del tema en grupos e hilos de discusión con la meta de difamar a los críticos, provocar peleas y ahuyentar a los adversarios reflexivos.
La guerra verbal tuvo su punto más álgido en el verano de 2016, cuando funcionarios de Estados Unidos descubrieron que piratas cibernéticos rusos irrumpieron en los padrones de votantes de California, Illinois, y otras partes. También ocurrió alrededor del momento en que los hackers apoyados por Moscú robaron y publicaron correos electrónicos privados y embarazosos del Comité Nacional Demócrata y del administrador de campaña de Clinton, John Podesta. Tales actividades fueron diseñadas para ayudar a Donald Trump y “minar la fe pública en el proceso democrático de Estados Unidos”, concluyó un informe de inteligencia estadounidense en enero.
EL OSO CLAVA DE NUEVO: Una réplica de la sombrilla que usó la KGB para matar al disidente búlgaro Markov. DeMourot dice que fue víctima de un ataque similar. FOTO: MARK WILSON/GETTY
Uno de los críticos más persistentes de Leven y sus cohortes era Yana Dianova, una de las principales expertas en ley internacional con nexos con Roskomnadzor, el regulador ruso de internet que censura a los partidos de oposición y los reportes noticiosos extranjeros que critican a Moscú. Como alta abogada de la oficina en Moscú de Grata International, una compañía domiciliada en Kazajstán, Dianova ha participado en dos conferencias de Roskomnadzor, a las cuales asisten altos funcionarios de seguridad. En febrero, la compañía redactó un documento para la agencia dando una serie nueva de estipulaciones de censura a internet con poco ánimo crítico. Dianova también es listada como una “experta” del Centro Internacional de Asistencia Empresarial en Moscú. La compañía ofrece asesoría a sus clientes en el sector gasero y petrolero ruso, así como guías de bienes raíces para invertir en Chipre, un área de “interés primordial” para el lavado de dinero, según un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos de 2014.
Más allá de su trabajo legal, Dianova usaba LinkedIn y otros medios para asegurar que la falsa historia de la KGB sobre la malversación de Leven tenía mérito y sugirió que Harding, el “adicto al porno”, había pasado tiempo en una “prisión de máxima seguridad”. Empleaba con frecuencia una de las tácticas retóricas favoritas del Kremlin, el “qué tal si”: responder a las exposiciones de interferencia de Moscú en las elecciones de 2016 con contraargumentaciones de apoyo de Estados Unidos a grupos a favor de la democracia en Rusia. “Los estadounidenses”, escribió en LinkedIn, “podrán afirmar vehementemente que combaten la propaganda rusa, pero [lo que] en verdad hacen las 24 horas todos los días es muy similar a… la CIA y otros programas de troles/desinformación del gobierno de Estados Unidos en medios sociales”.
Yana Dianova también repartió insultos contra sus críticos a través de LinkedIn y sitios de propaganda del Kremlin bien conocidos como el Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, una rama de “poder suave” del Kremlin fundada por el expresidente ruso Dmitry Medvedev y precedida por el ministro del exterior Sergey Lavrov. “En 2015 y todo 2016, Yana empezó a quejarse” con la administración de LinkedIn, dice Harding, “llamándonos troles, enviando las capturas de pantalla como evidencia, haciendo que a unos cuantos nos restringieran temporalmente”. En una publicación en LinkedIn del 27 de junio de 2016, ella escribió que había compilado una “lista de por lo menos una docena” de sus enemigos, “con [sus] antecedentes y detalles de contacto”, y añadió que “aquellos cuyo trabajo es medir estas actividades están conscientes de ellos”.
“Yana Dianova nos atacó a mis amigos y a mí sin descanso en LI”, dice DeMourot. “Los ataques estaban acompañados de nuestra foto… Entre las acusaciones estaba que yo había sido enviado por la CIA junto con Charles Leven para combatir a los rusos en LI. [Pero] yo no era un empleado de la CIA y nunca me reuní con Charles Leven. Lo conozco solo a través de internet”.
Dianova también “atacó una compañía que yo había establecido en París” y luego cerró, dice DeMourot. “Ella dijo a LI que mi perfil era falso y que la compañía nunca existió”. Al plantear dudas infundadas sobre sus antecedentes y credenciales, se quejan DeMourot y los otros, Dianova estaba “provocando” una violación del acuerdo de uso de LinkedIn. Ella rechazó vehementemente el mote, pero sea cual haya sido su intención, sus escritos ciertamente incendiaron a sus críticos. Uno la llamó “Trollvana”; otro, “una feroz perra de ataque”. En un intercambio especialmente desagradable, Harding la llamó una “chica de calendario de pocilga”. LinkedIn, citando normas de privacidad, no quiso discutir casos individuales.
Dianova continuó sus ataques contra Harding y compañía en Russia Insider. “Si no han sido capaces de responder con argumentos basados en hechos, emplearán las falacias argumentativas más bajas, incluidos ataques ad hominem”, escribió.
MANDEN A LOS TROLES: Putin, derecha, y Medvedev en Moscú. Las acciones del Kremlin para neutralizar a sus enemigos en LinkedIn no han sido notadas en gran medida. FOTO: MIKHAIL SVETLOV/GETTY
En una serie de correos electrónicos con Newsweek, Dianova ofreció dar “una recopilación” de “todo lo que Charles Leven y sus colaboradores” han escrito sobre ella, pero solo “a cambio” de que Newsweek le revelase sus fuentes con capturas de pantalla de sus comentarios. Prometió que “no revelaría a nadie que usted es la fuente de la información”. Newsweek rechazó la oferta.
En julio de 2016, LinkedIn suspendió las cuentas de DeMourot, Leven, su abogado James Berger y varias más. Una representante del Departamento de Confianza y Seguridad de LinkedIn, usando el nombre “Scarlett”, los acusó de “publicar repetidamente contenido indeseable/inapropiado, y usar la plataforma para acosar a otros miembros” (la connotación roja provocó sonrisas cortantes entre los estadounidenses). Las expulsiones fueron reportadas por primera vez hace un año por Kseniya Kirillova, una periodista rusa exilada en California que ha recibido amenazas de muerte y solicitó asilo político. En un correo electrónico a Newsweek, Dianova dice que las suspensiones de Leven y Berger “no se debieron a mis acciones”.
De cualquier manera, tales resultados pueden tener repercusiones profesionales más allá de LinkedIn, dicen muchos. La expulsión de Berger de LinkedIn se mencionó durante una visita reciente a otro despacho legal, cuando un socio le preguntó por qué lo habían proscrito. “Fue perturbador”, dice. “LinkedIn es una transmisión de currículo alrededor del mundo. Por ello es que su promesa de profesionalismo es tan importante”.
DeMourot, quien tiene un grado de doctor en jurisprudencia, recuperó su cuenta solo después de enviar una copia de su pasaporte a LinkedIn para demostrar que era quien decía ser. Pero otros en el grupo de discusión de Asuntos Internacionales siguieron proscritos, incluidos Leven y su abogado Berger, quienes recibieron prohibiciones permanentes de membresía sin explicación. Ambos siguen furiosos por ello. “Él y yo perdimos nuestras membresías de LinkedIn sin posibilidad de apelar”, dice Berger. “Eso es muy importante”.
Fuera de LinkedIn, los ataques contra Leven y los otros fueron repetidos en otros sitios de propaganda rusa. Dianova “repetidamente difamó mi ética profesional, reputación y lealtad al país por las que he arriesgado mi vida”, dice Leven a través de su abogado. Se queja de que ella prácticamente lo tildó de “un ladrón” al publicitar la “acusación desmentida desde hace mucho” de que él había robado dinero a uno de sus espías rusos. “Funcionarios de inteligencia tanto estadounidenses como rusos están de acuerdo en que la historia fue inventada”, señala Leven, citando libros acreditados y un artículo de revista sobre el asunto.
Dianova respondió en una publicación de LinkedIn que ella no “afirmó NUNCA [las mayúsculas son de ella]… que el Sr. Leven ‘cometió robo’”, sino que solamente le “PREGUNTÉ si era o no cierto que él había desviado los fondos del gobierno”. También escribió que otro recuento del caso no “contiene NADA que contraargumente la acusación de que ‘Charles Leven se había embolsado algo del dinero”. De hecho, el artículo ni siquiera mencionó el incidente.
PERROS DE LAVROV: Lavrov en Ekaterimburgo. El diplomático veterano ayudó a fundar el Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, un sitio de propaganda que sirve como una rama de poder suave del Kremlin. FOTO: THOMAS TRUTSCHEL/PHOTOTHEK/GETTY
Tales intercambios han llevado a unos cuantos críticos de Dianova a sospechar que está conectada con la inteligencia rusa. Leven, quien pasó más de tres décadas reclutando agentes rusos, dice que “no creo que ella sea una oficial de personal de inteligencia rusa” sino, más bien, solo otra figura bien conectada con Moscú que el Kremlin usa para enviar mensajes, como los rusos que tuvieron una reunión con Donald Trump Jr. y otros funcionarios de la campaña para dar “trapos sucios” de Clinton.
Dianova negó las acusaciones en un correo electrónico a Newsweek. “No, no soy una oficial de inteligencia rusa”, dice, ni una agente rusa de ningún tipo. “Sus acusaciones de que en cierta forma actúo en nombre de autoridades/agentes del gobierno ruso son totalmente falsas, dementes y motivadas por venganza”. Ha amenazado regularmente con demandar a cualquiera que repita la acusación, pero en respuesta a un crítico que mencionó la idea de que ella y su despacho legal tenían conexiones con la inteligencia, se burló: “Gracias por las RP gratuitas”.
Conforme se aceleró el debate retórico entre los estadounidenses y los rusos durante todo 2016, DeMourot dice que siguió viendo consecuencias en el mundo real (aunque no acusa que estas consecuencias estuvieran relacionadas con Dianova). Sospecha que fue puesto para un posible “secuestro” de camino a una reunión en el Vaticano, el cual le había ofrecido un empleo como asesor de relaciones internacionales. Poco antes de salir de Roma, recibió un correo electrónico con fotos de dos hombres que se reunirían con él en el aeropuerto cuando aterrizara. Al reconocerlos inmediatamente como excomandos británicos “corruptos”, de quienes él sabía que trabajaban para un supuesto agente del Kremlin sobre quien él había escrito en LinkedIn, sospechó que el correo electrónico provenía de una cuenta pirateada. Canceló el viaje. El incidente fue “probablemente solo para asustarme”, explica. Tales acciones han aumentado sus sospechas de que por lo menos algunos activistas en línea a favor del Kremlin trabajan con los servicios de inteligencia rusos.
DeMourot se ha enterado de otra actividad extraña fuera de línea aparentemente dirigida a él. Dice que una vez recibió un indicio de una fuente en el gobierno municipal de París de que un hombre “con acento ruso” había tratado de obtener información confidencial sobre su compañía en los registros comerciales de la ciudad. Después de ser rechazado, el hombre “se marchó en un auto con placas CD [diplomáticas]”, le dijo la oreja.
De vuelta en línea, DeMourot y sus compañeros críticos del Kremlin sintieron que LinkedIn estaba inclinado a aceptar las acusaciones del otro bando —y no las suyas— aun cuando ellos dicen que muchos de sus enemigos se ocultaban detrás de múltiples identidades sospechosas de ser falsas (incluidos rusos actuando como estadounidenses a favor de Trump, una violación del Acuerdo de Uso de LinkedIn). Después de ser retenidas por Leven, Berger envió cartas de protesta al Departamento de Confianza y Seguridad de LinkedIn, así como a altos ejecutivos de LinkedIn y Microsoft, que adquirió el sitio por 26,200 millones de dólares en junio de 2016. El gigante del software rechazó su argumento y evidencia y le dijo que ni él ni Leven podían apelar sus suspensiones.
“Nuestro grupo consiste en profesionistas reales, muchos de los cuales tienen historiales amplios de servicio público, servicio militar o trabajo en campos como el legal”, dice Berger. “Tienen rufianes, perfiles falsos, agentes contrarios a Occidente y una serie de idiotas útiles, todos cuidadosamente explotados por sus amos moscovitas. No hay nada de equivalencia moral”.
Berger sospecha que el dinero tiene algo que ver. Argumenta que los mercados extranjeros son cruciales para el crecimiento continuo de LinkedIn y otras plataformas de medios sociales. Como prácticamente todos los sitios de medios sociales domiciliados en Estados Unidos, LinkedIn buscaba expandirse al extranjero, incluso en Rusia, donde tenía una presencia tenue con 6 millones de suscriptores en 2016, según Reuters. Sea cual sea el valor del mercado ruso, Moscú expulsó a LinkedIn el 17 de noviembre porque no aceptó mudar sus servidores de datos bajo control ruso (el sitio web TechCrunch especuló que “fue una advertencia a sitios más grandes para ponerse en guardia”). LinkedIn podría regresar, reportó la agencia noticiosa rusa Tass en junio de este año, con negociaciones pendientes con Microsoft. Sin importar cómo termine ello, representantes de la compañía dicen que Rusia nunca fue un mercado “prioritario”, y cualquier cuestión de incentivos para quedarse allí ahora es irrelevante.
DIABLO SUCIO: Durante la elección presidencial de 2016, Jared Kushner, yerno de Trump, se reunió con una abogada rusa para obtener trapos sucios de Clinton. Algunos creen que la abogada era una fachada del Kremlin. FOTO: JONATHAN ERNST/REUTERS
Paul Rockwell, director de Confianza y Seguridad de LinkedIn, rechazó la acusación de favoritismo. “Cuando investigamos este asunto, hace más de un año, hallamos que era un caso clarísimo de acoso y una violación a nuestros Términos de Servicio. Creemos que se manejó apropiadamente”. Nicole Leverich, portavoz de LinkedIn, dice que vigilar los intercambios a menudo rencorosos en el sitio es un reto en marcha. “Mucho de ello se redujo a ‘él dijo, ella dijo’”.
Los críticos disienten fuertemente, pues dicen que LinkedIn está plagado de favoritismo por el Kremlin. DeMourot hace notar el caso de Fred Eidlin, a quien llama “un propagandista fervoroso y virulento a favor de los rusos” que estaba activo principalmente en otro grupo de discusión de LinkedIn, Ciencias Políticas. Eidlin, quien murió el año pasado, afirmaba ser un profesor invitado en la Universidad Karlova (también conocida como Carolina) de Praga. “Algo allí olía a podrido”, dice DeMourot, así que hizo una consulta en la escuela. Un vicerrector respondió que Eidlin “no tiene una condición oficial como profesor Invitado”, según el correo electrónico que revisó Newsweek. “Mis colegas no lo han visto en por lo menos dos años”. DeMourot rápidamente copió el correo electrónico para el Departamento de Confianza y Seguridad de LinkedIn, con una queja de que Eidlin estaba en “violación flagrante de sus términos de uso” al presentarse inadecuadamente. No lo llevó a nada. Scarlett rechazó la queja e informó a DeMourot que alguien había presentado una contraqueja en su contra. Mientras tanto, Leven y otros llevaron su solicitud a Simon Pope, administrador de seguridad de Microsoft. Pope revisó el asunto con LinkedIn, pero permitió que se mantuviera la decisión.
Las políticas de la compañía parecen ser, cuando más, inconsistentes. “Si recibimos un reporte de un falso perfil o acoso de un miembro, investigamos… con nuestro acuerdo de uso y guías de comunidad profesional en mente”, dice Mary-Katharine Juric, portavoz de LinkedIn, a Newsweek. “Si viola aquellos, retiramos el contenido o restringimos cuentas cuando es apropiado”. Pero cuando Berger pidió que LinkedIn eliminara una publicación “difamatoria” de Dianova sobre la supuesta malversación de espionaje de Leven, “Scarlett” citó una sección del Acta de Decencia en Comunicaciones y afirmó que “no somos responsables de dicho contenido, incluso cuando se acuse de ser difamatorio”. Otro portavoz de la compañía, a quien se le concedió el anonimato para discutir el asunto con libertad, dijo que vigilar a todos los infractores en tiempo real era imposible.
Y no todos los críticos de Rusia son expulsados del sitio. “Nunca he sido proscrita, aun cuando he sido igual de dura con el Kremlin como todos los demás”, dice Kandy Zabka, especialista en seguridad cibernética que ha trabajado para el FBI, la Interpol y la Europol en descubrir hackers. “Por alguna razón, le agrado a Putin —bromea—. Reporté muchísimos perfiles falsos y troles rusos a LinkedIn que me dieron una Cuenta Premium por un año” (“Ella nos ayudó muchísimo”, dijo alguien con conocimiento de la compañía bajo la condición del anonimato debido a lo sensible del tema).
Mientras tanto, Dianova finalmente fue expulsada con las mismas acusaciones vagas de LinkedIn, que ella había publicado material “difamatorio”, dice. Otros han tomado su lugar, mientras que las cuentas rusas falsas, en muchos casos bots generados por computadora de “fábricas de propaganda” rusas, continúan plagando LinkedIn y otras plataformas de medios sociales, dicen los observadores. Sin embargo, Rockwell, director de Confianza y Seguridad de LinkedIn, sostiene que la interferencia del Kremlin “no [es] un problema sistemático” ahora que el sitio ha sido bloqueado en Rusia.
Los críticos de LinkedIn descartan tal afirmación. La “aplicación móvil [de la plataforma] sigue estando disponible en la AppStore y en Google Play, y el servicio de correo electrónico de la red sigue entregando mensajes enviados a través de su sitio web”, escribió Nabi Abdullaev, alto analista de la compañía de seguridad Control Risks, en diciembre pasado en Forbes. Alan Malcher, el veterano de guerra informática del ejército británico, es más directo. “Ellos no tienen idea” sobre el acceso ruso, dice. “LinkedIn no puede decir que sean bloqueados por los rusos”, añade, “porque [los rusos y sus representantes] pueden tener servidores en cualquier parte”. Además, pueden usar “direcciones de correo electrónico disponibles”, al igual que los grupos milicianos Al-Qaeda y Estado Islámico.
“LinkedIn está muy consciente de la cantidad enorme de troles y perfiles falsos” en su sitio, dice Zabka. “La mayoría de los troles rusos todavía están activos en LinkedIn”, dice la experta europea oriental en prácticas rusas de internet, quien proveyó a Newsweek de direcciones web y capturas de pantalla de docenas de supuestos usuarios falsos escupiendo mensajes antioccidentales y a favor del Kremlin. “Un pequeño ejército de agentes en medios sociales es desplegado para promover todo este material a públicos ignorantes”, escribieron tres antiguos y respetados expertos gubernamentales en noviembre pasado para el sitio web War on the Rocks.
Altos funcionarios de inteligencia de Estados Unidos dicen que no hay razón para creer que el Kremlin se replegará: “Moscú aplicará las lecciones aprendidas en su campaña ordenada por Putin y destinada a la elección presidencial de Estados Unidos [en 2016] para influir en acciones futuras en todo el mundo”, concluyeron en su informe de enero de 2017, “incluso contra aliados de Estados Unidos y sus procesos electorales”. Tales técnicas han funcionado demasiado bien con el ascenso de Trump, cuyos tuits denunciando las investigaciones de contactos entre los rusos y sus asesores de campaña y familiares han hallado un eco amistoso en sitios de medios sociales. “Ellos regresarán”, advirtió James Comey, exdirector del FBI, en una audiencia ante el Comité de Inteligencia del Senado en junio. Pero para la mayoría de los analistas de las acciones rusas, nunca se han ido, como lo muestra el caso de LinkedIn.
“Es un problema nuevo y abierto si nuestro tipo de autogobierno puede funcionar exitosamente cuando… mucho del electorado obtiene sus noticias de medios sociales fácilmente empleados por potencias extranjeras”, escribieron recientemente en Politico dos altos exfuncionarios de seguridad cibernética de la Casa Blanca, Richard Clarke y Robert Knake. “Infraestructura de todo tipo —tal vez incluso el sistema de votación— puede ser infiltrada por hackers sofisticados domiciliados en el extranjero”.
A finales del año pasado, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, dijo que la idea de que su sitio podía ser manipulado para influir en los votantes era “muy absurda”. Pero en abril, su compañía presentó un informe de su propia investigación, en el cual dijo que “no contradice” los hallazgos de la inteligencia de Estados Unidos de que una “guerra informática” ordenada por Putin se llevó a cabo en Facebook y otros sitios de medios sociales, a pesar de sus mejores esfuerzos para detenerla. El informe dijo que Facebook había “observado muchas acciones de operadores de cuentas falsas que solo podían ser llevadas a cabo por personas con habilidades de lenguaje y un conocimiento básico de la situación política en los países en la mira, sugiriendo un nivel más alto de coordinación y planificación”.
“En muchos casos”, señaló The Atlantic, “tales operaciones de información están destinadas a aprovecharse del algoritmo de Facebook, usando tácticas como la creación masiva de cuentas falsas y la creación de grupos poblados por esas cuentas”. En abril, Facebook dijo que había avanzado en el bloqueo o eliminación de decenas de miles de cuentas falsas.
Pero dichas técnicas automatizadas ponen la democracia en riesgo, dice Tim Wu, autor de The Attention Merchants: The Epic Scramble to Get Inside Our Heads. “Los robots se están usando para atacar las características democráticas del estado administrativo”, escribió recientemente en The New York Times. “Es casi seguro que el problema empeorará y se extenderá a todavía más áreas de la vida conforme los bots sean entrenados para mejorar en su imitación de los humanos”. Desgraciadamente, argumentó Wu, las compañías de medios sociales “carecen de un incentivo financiero serio para hacer algo con respecto a los millones de usuarios falsos que están corrompiendo el proceso democrático”.
Durante su encuentro en marzo con ese extraño en el pub Queen’s Arms, los usuarios falsos y bots eran la menor de las preocupaciones de Malcher. Él no tenía dudas de que los rusos trataban de intimidarlo en persona, como habían hecho con otros. “O sea, ese es su desenlace, ¿o no?”, dice Malcher. “¿Intimidación?”.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek