EL OTOÑO PASADO, James Comey fue acusado de influir una elección presidencial. Y supuestamente lo hizo con una sola carta.
El 28 de octubre, menos de dos semanas antes de que los votantes estadounidenses acudieran a las urnas, el director del FBI le escribió al Congreso, diciendo que la agencia había descubierto nuevos correos electrónicos relacionados con su prolongada investigación al uso de un servidor personal de correo electrónico por parte de Hillary Clinton cuando fue secretaria de Estado. En julio, él había declarado que no había evidencia de alguna actividad ilegal por parte de la candidata presidencial demócrata, por lo que su anuncio abrió una herida que casi había sanado. Tanto la derecha como la izquierda chillaron escandalizadas, pidiendo que Clinton o Comey fueran colgados. EnThe Washington Post, dos exfiscales generales adjuntos, Jamie Gorelick y Larry Thompson, escribieron: “Ahora tenemos transparencia en tiempo real y sin filtros llevada a su límite ilógico, un tipo de TV de realidad de la investigación criminal federal”. Ellos llamaron a las acciones de Comey “opuestas a los intereses de la justicia, poniendo un pulgar en la balanza de esta elección y dañando nuestra democracia”.
Los demócratas ya balbuceaban de furia porque Comey se había portado como la institutriz de Clinton en julio, cuestionando el buen juicio y confiabilidad de ella. “Él trató de retratarse por encima de todo conflicto, alguien que no está en sintonía con la política, alguien que ni siquiera reside en el mismo universo político que todos los demás, que es un santurrón”, dice un ex funcionario de la administración de Obama. (Varias personas que hablaron conNewsweek sobre Comey pidieron permanecer anónimos para que pudieran discutir libremente asuntos controvertidos y en ocasiones confidenciales.)
“Ello tal vez sea cierto, pero él estaba también demasiado en sintonía con la imagen de sí mismo”, dice el funcionario, afirmando que el director le echó tierra a Clinton para conservar la confianza de sus agentes que veían Fox News. “Al final, fue un golpe bajo, y ella no salió vindicada”.
Después de la sorpresa en octubre de Comey, la ventaja de Clinton en el voto popular sobre Donald Trump en las encuestas cayó de 6 puntos a 3, según FiveThirtyEight.
Los republicanos agarraron algunos bates con pinchos y se unieron a la paliza a Comey. “Sin contexto adicional, su revelación no es justa para el Congreso, el pueblo estadounidense o la secretaria Clinton”, escribió Chuck Grassley, senador por Iowa, en una carta a Comey el 31 de octubre. “Miren, pienso que Comey debió haber dicho que la procesaran en julio. Pero lo único que él hizo 11 días antes de la elección es incorrecto e injusto para Hillary”, tuiteó Joe Walsh, un conservador locutor de radio y ex congresista por Illinois. Alberto Gonzales, ex fiscal general republicano, dijo a CNN que Comey había cometido un “error de juicio”, añadiendo: “No se comenta sobre las investigaciones porque comentar sobre las investigaciones puede poner en riesgo la investigación”.
Comey había logrado la proeza más rara en política: enfadar a todos. James Kallstrom, ex director adjunto del FBI, dijo en Fox News que la decisión de Comey era “absurda”, añadiendo: “Comey no tiene el derecho de manchar esa reputación [del FBI]”.
“La manera en que se escribió la carta fue increíblemente vaga y descuidada”, dice un agente demócrata aNewsweek. “Esa fue una granada de mano enorme que se lanzó en medio de una elección que estaba a 11 días de distancia”. Además de vigorizar a los partidarios de Trump, la decisión de Comey de hacer público un avance diminuto de una investigación “completada” enfureció a los demócratas porque se dio mientras Comey guardaba silencio sobre los reportes de una interferencia rusa en la elección y la posible colusión de miembros de la campaña de Trump. De hecho, la CNBC reportó que Comey se había negado el 7 de octubre a firmar una declaración conjunta del Departamento de Seguridad Nacional y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional que acusaba al gobierno ruso de alterar la elección de EE. UU., porque él pensaba que era demasiado cercano al momento en que la gente emitiría su voto.
Dos días antes de la elección, Comey dijo a los legisladores que la agencia había revisado los nuevos correos electrónicos y no había hallado razón de cambiar su decisión de que Clinton no debía enfrentar cargos; pero eso fue como agitar una servilleta de papel blanca para detener un tornado. Kurt Eichenwald, deNewsweek, escribió: “Estados Unidos acaba de presenciar uno de los abusos de poder más indignantes —si no es que el mayor— al servicio del ego de un hombre en su historia”. Cuando Clinton perdió ante Donald Trump, la furia aumentó. Ella culpó al director del FBI de contribuir en su derrota, yThe Wall Street Journal pidió que él renunciara.
¿VERDADERO CAMBIO DE PAGE? Carter Page es una de varias personas cercanas a la campaña de Trump sospechosas de tener contacto con rusos entrometidos durante la fase previa a la elección. Foto: GRIGORIY SISOEV/SPUTNIK/AP
Los defensores de Comey insisten en que él no hizo nada malo y que tenía la responsabilidad de actualizar al Congreso después de decirle que la investigación de Clinton estaba completada, pero la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia está revisando cómo Comey manejó la investigación. Michael Bromwich, quien como inspector general del presidente Bill Clinton investigó a Louis Freeh, el entonces director del FBI, dice aNewsweek: “Pienso que hubo muchas preguntas legítimas sobre su conducta, por qué lo hizo, si de hecho, como según parece, su conducta violó las antiguas políticas del Departamento de Justicia”. Tales indagaciones típicamente implican entrevistar gente y revisar comunicaciones electrónicas y podrían durar un año o más, según Bromwich. Si la oficina halla evidencia de mala conducta, el fiscal general podría imponerle sanciones a Comey, incluida la suspensión o el despido.
Las críticas de que la santurronería de Comey obnubila su juicio no empezaron con la elección de 2016. En 2013, incluso antes de que Barack Obama nombrara a Comey como director del FBI, un ex funcionario de la Casa Blanca de George W. Bush lo describió aNewsweek como alguien que tiene “un don para lo dramático y un deseo de ser el salvador moral de la humanidad”. Y esa reputación ha persistido; en septiembre pasado,Politico dijo que los críticos de Comey creen que él “ha mostrado un desdén preocupante por las reglas y normas”, y que “su ‘vena de santurronería’, ahora en esencia sin control, lo ha convertido en el director del FBI más aislado, franco y abiertamente desafiante desde Hoover”. En marzo, una fuente cercana a Comey dijo aVanity Fair que su decisión de hablar tan plenamente sobre Clinton en julio se debió a su “megalomanía”. Y una encuesta reciente de Harvard-Harris (llevada a cabo antes de la audiencia del Comité Selecto Permanente sobre Inteligencia de la Cámara de Representantes el 20 de marzo, durante la cual Comey confirmó la investigación del FBI sobre la posible colusión entre Rusia y asociados de Trump) halló que solo 17 por ciento de los estadounidenses encuestados lo veían favorablemente.
“Comey solo piensa en Comey. Comey tiene este complejo de Dios en el que él tiene la mayor integridad en el mundo”, dice un agente demócrata. El agente añade que cree que Comey pensó que Clinton iba a ganar la elección y temió que se viera mal cuando se revelara que él sabía de esos correos electrónicos nuevos, o que agentes corruptos del FBI en la oficina de Nueva York filtraran su existencia a los reporteros. “Él estaba al pendiente de Jim Comey primero, Jim Comey segundo y Jim Comey tercero, y en vez de hacer lo correcto, hizo lo conveniente”.
Vale la pena señalar que el FBI emplea alrededor de 35,000 personas, y la mayoría de ellas trabajan en investigaciones que no están relacionadas con lo de si personal de Trump jugó piecitos con Moscú. También vale la pena señalar que Comey ha sido vituperado por sus pronunciamientos antes. Mientras hablaba en la Escuela de Leyes de la Universidad de Chicago en octubre de 2015, él sugirió que las críticas a la policía les habían puesto grilletes a los oficiales y esto aumentaba los crímenes violentos en algunas ciudades. Referirse al llamado efecto Ferguson —aun cuando Comey no lo llamó así— podría ser visto como otra concesión a sus agentes de inclinación derechista. “En el mundo actual de YouTube, ¿los oficiales son renuentes a bajarse de sus autos y hacer la labor que controla el crimen violento?”, preguntó él. “No sé si esto lo explica por completo, pero sí tengo una impresión fuerte de que alguna parte de la explicación es un viento helado que ha soplado a través de las autoridades estadounidenses durante el último año”.
Grupos de derechos civiles e incluso algunos departamentos de policía protestaron, diciendo que no había datos para apoyar sus afirmaciones, y Josh Earnest, secretario de prensa de la Casa Blanca; Loretta Lynch, fiscal general, y el presidente Obama rápidamente difirieron. “La evidencia disponible al momento no apoya la noción de que las autoridades de todo el país rehúyan al cumplimiento de sus responsabilidades”, dijo Earnest. El presidente también clavó sutilmente una daga en el pecho de Comey. “Sí tenemos que apegarnos a los hechos”, dijo Obama a una asociación de policías de Chicago. “Lo que no podemos hacer es manipular datos o usar evidencia anecdótica para motivar a la policía o alimentar agendas políticas”.
La Casa Blanca también estaba descontenta con la decisión de Comey de presionar por una puerta trasera en dispositivos electrónicos encriptados para que sus agentes puedan ver los teléfonos que pertenezcan a terroristas o criminales, dice el funcionario de la administración de Obama aNewsweek. “La encriptación amenaza con llevarnos a todos a un lugar muy, muy oscuro”, ha dicho Comey, y en agosto de 2016 pidió que el país tuviera una “conversación adulta” sobre los peligros de la encriptación. Una avalancha de expertos dice que Comey está equivocado en este asunto. “Estoy en desacuerdo con Jim Comey”, dijo el general Michael Hayden, ex director tanto de la CIA como de la Agencia de Seguridad Nacional, en enero de 2016. “En realidad pienso que la encriptación de extremo a extremo es buena para Estados Unidos”.
FUERA COMO FLYNN: El asesor de seguridad nacional de Trump, Michael Flynn, tuvo que renunciar después de que fue captado mintiendo sobre sus contactos con los rusos; ahora está negociando su testimonio a cambio de inmunidad. Foto: CARLOS BARRIA/REUTERS
Cuando Comey finalmente reveló en marzo que el FBI investiga una posible coordinación entre allegados de Trump y Rusia durante la elección presidencial —y lo ha hecho desde julio pasado—, recibió algunas palmadas en la espalda, así como otro golpeteo. “Obviamente, estamos contentos de oír que el FBI ha investigado los lazos entre la campaña de Trump y el Kremlin”, dice Jarad Geldner, un alto asesor de la Coalición Demócrata Contra Trump. “Sin embargo, estamos un poco confundidos [sobre] por qué él sintió necesario comentar tan públicamente en una cacería de brujas los correos electrónicos de una candidata mientras la otra campaña estaba coludiendo con una potencia extranjera en un intento de subvertir nuestra democracia. Comey todavía le debe al pueblo estadounidense una explicación”.
The Wall Street Journal atacó a Comey a principios de abril con una columna de opinión titulada “Los conflictos de J. Edgar Comey”. El texto llamaba al director “increíblemente político” y lo fustigó por negarse a decirle al Congreso si estaba haciendo algo para investigar la filtración que derribó al primer asesor de seguridad nacional de Trump, Michael Flynn, quien fue captado mintiendo sobre sus contactos con el embajador ruso. La columna sugirió que Comey es renuente a investigar porque es posible que miembros de su personal estén entre quienes dijeron a los reporteros de periódicos sobre las comunicaciones de Flynn con el embajador. “Filtrar los nombres de ciudadanos privados bajo vigilancia (con la intención expresa de causarles daño) está entre las violaciones más crasas de las libertades civiles. Es lo que los estados policiacos hacen”, dijo la columna.
Algunas personas con lazos con el gobierno federal creen que las acciones de Comey durante las investigaciones de Clinton y Trump lo han manchado para siempre. “Comey era considerado como un servidor público dotado y dedicado”, pero la carta de Clinton “en verdad manchó su reputación”, dice aNewsweek una fuente con lazos con el Consejo de Seguridad Nacional de Obama.
“Su obituario, si lo hubieran escrito hace un año, habría sido uno de increíble servicio público”, dice una fuente cercana al FBI. “Pero ahora estará marcado —no manchado, pero marcado— por ser la pieza central de una enorme debacle política”.