UN HOMBRE lo bastante viejo para ser el bisabuelo de Mark
Zuckerberg acaba de revelar una tecnología para almacenar energía que podría
salvar al planeta.
John Goodenough tiene 94 años, y su trabajo actual podría
ser la clave para el futuro de Tesla, así como, hace décadas, sus acciones
fueron una parte importante del dominio de Sony en los aparatos portátiles. Al
paso de los años, Goodenough ha reñido con Warren Buffett, fue timado por las
guerras globales de patentes, nunca se volvió rico con una oferta pública
inicial que acapara los titulares y desafió el prejuicio de la industria
tecnológica estadounidense el cual dice que los viejos no pueden innovar.
En contraste con la manera en que celebramos a Evan Spiegel,
quien a sus 26 años vale 5,000 millones de dólares porque cocreó Snapchat, una
aplicación que probablemente impacte a la humanidad tan profundamente como el
cereal Cap’n Crunch. Tal vez.
Goodenough anunció a principios de marzo que él y su equipo
de la Universidad de Texas en Austin habían inventado una batería con base en
vidrio que arrasa con el rendimiento de todos los tipos previos de baterías,
incluidas las baterías de iones de litio, las cuales fueron inventadas en la
década de 1980 por… él. La tecnología de Goodenough alimenta tu teléfono
inteligente, laptop, cepillo de dientes eléctrico y Tesla, entre otras cosas.
Muchos inventores afirman que trabajan en baterías de vanguardia. Goodenough es
el único que las ha hecho antes.
La nueva batería puede almacenar tres veces más energía que
una batería comparable de iones de litio, según el Instituto de Ingenieros
Eléctricos y Electrónicos (IEEE, por sus siglas en inglés). La nueva batería
también resuelve otros problemas de los iones de litio (no arderá, por lo que
un hoverboard no derretirá los Vans de tu hija mientras corre por el patio de
recreo). El IEEE también reporta que las baterías de Goodenough parecen capaces
de absorber en minutos la misma carga que a una batería de iones de litio le
tarda horas.
La tecnología de baterías tal vez no te haga desmayar, pero
es el eslabón perdido en hacer que el planeta abandone la energía basada en
carbono. El petróleo, carbón y gas natural son fuentes de energía tan efectivas
porque se pueden almacenar y quemar cuando se necesite, ya sea en el tanque de
gasolina de un auto o en una planta eléctrica. Las energías solar y eólica
generan electricidad solo cuando la naturaleza coopera, y las baterías son la
única manera de almacenar electricidad para usarla en cualquier momento. Si las
baterías se vuelven baratas, poderosas, seguras y rápidas de cargar, desaparece
una de las grandes ventajas del carbono.
Este avance finalmente podría hacer que los autos
alimentados con gasolina y arrojadores de emisiones parezcan tan repugnantes y
anticuados como una letrina. Si la batería de Goodenough funciona como se
publicitó, Tesla, General Motors y otros fabricantes de autos podrían vender autos
eléctricos que viajarían 600 millas con una carga. Recargar tardaría tanto como
una parada en una Casa del Waffle. “Pienso que tenemos la posibilidad de hacer
lo que hemos tratado de hacer en los últimos 20 años”, dijo Goodenough al IEEE.
“O sea, obtener un auto eléctrico que será competitivo en costo y conveniencia
con el motor de combustión interna”.
Goodenough ha perseguido esa meta por casi 50 años. En la
década de 1970, mientras trabajaba como científico en el Instituto de
Tecnología de Massachusetts, un embargo petrolero de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo lanzó a EE. UU. a una crisis energética. Goodenough
juró que hallaría una manera de acabar con la dependencia estadounidense en el
petróleo. Pocos años después, se mudó a la Universidad de Oxford en Inglaterra
pero siguió trabajando en baterías portátiles para linternas sordas y juguetes.
Mientras estuvo en Oxford, un científico británico comprendió que los iones de
litio podían hacer grandes baterías, pero su versión seguía explotando. En
1980, Goodenough halló una manera de usar cátodos de óxido de cobalto para
hacer las baterías con base de litio mejores y más seguras. “Fue el primer
cátodo de iones de litio con la capacidad, cuando se instalaba en una batería,
de alimentar dispositivos tanto compactos como relativamente grandes, una
cualidad que la haría muy superior a cualquier cosa en el mercado”, escribió
Steve LeVine en su libro The Powerhouse, sobre la historia de las baterías.
Sony fue el Apple de la década de 1980: la compañía de
tecnología de consumo que produjo éxito tras éxito. Sony había lanzado el
Walkman en 1979, el primer reproductor de CD en 1982 y la videocámara Handycam
en 1989. En 1991, la compañía comercializó la batería de Goodenough, vendiendo
las primeras baterías recargables y resolvió el problema de alimentar sus
dispositivos portátiles. Los productos de Sony dispararon un frenesí global
entre las compañías de electrónicos para hacer baterías de iones de litio y
dispositivos alimentados por ellas.
Para entonces, Goodenough se había mudado a Austin, habiendo
recibido casi nada de dinero por su invención notable. “Oxford se negó a
patentar el cátodo de Goodenough; pareció que la universidad no vio una ventaja
en poseer propiedad intelectual”, escribió LeVine. Para aumentar el insulto,
Goodenough no recibió nada cuando, en 2008, Buffett pagó 230 millones de
dólares para comprar el 10 por ciento de BYD, una compañía china que parecía
estar construyendo su auto eléctrico con avances robados al laboratorio de Goodenough
en la UT, según Quartz. Una compañía estadounidense, A123 Systems, también
construyó baterías basadas en su trabajo y en 2009 recaudó 587 millones de
dólares en una oferta pública inicial que no incluyó algo para Goodenough.
El inventor de una tecnología que cambió al mundo debería
ser un multimillonario pero no lo es. Si te hace sentir mejor, A123 se declaró
en bancarrota según el capítulo 11 en 2012. BYD es como el Tesla de China, pero
sin el más remoto sentido de un diseño padre.
La industria tecnológica es deplorable cuando se trata de
respetar a los inventores y empresarios más viejos. Las 150 compañías
tecnológicas más grandes de Silicon Valley fueron demandadas 226 veces por
prejuicios de edad de 2008 hasta 2015, según datos del Departamento de Empleo
Justo y Vivienda de California. El capitalista de riesgo Vinod Khosla ha sido
citado diciendo: “La gente mayor de 45 años básicamente muere en términos de
ideas nuevas”. Él tiene 62 años.
Muchísima evidencia contradice esta discriminación por edad.
Un estudio halló que dos veces más empresarios exitosos son mayores de 50 años
que menores de 25. Un estudio de 2011 halló que los físicos hacen sus
descubrimientos más grandes alrededor de los 48 años de edad. Si viste la
película El fundador —la cual, al parecer, nadie vio—, habrás notado que Ray
Kroc tenía más de 50 años cuando puso en marcha McDonald’s.
Tal vez la carrera de Goodenough cambiará algunas mentes. Su
trabajo ha tenido un efecto tan grande como cualquier fundador de compañías
tecnológicas, y está demostrando que hay un gran valor en el conocimiento que
yace en un coco de 90 años de edad. Una compañía tecnológica inteligente
debería poner este anuncio: “Se busca gran inventor; por lo menos 70 años de
experiencia”.
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Publicado
en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek